Introducción

Cuando abrí los ojos mi mundo había cambiado, me sentí protagonista de una de esas historias que desde hace mucho he leído, aunque no sabía todavía si había reencarnado en un cuerpo ajeno o simplemente había sido convocado por alguna fuerza superior, y la verdad sea dicha, me alegre mucho, pensé que ese era el momento en el cual mi vida iba a cambiar para bien. Pensé que por fin iba a ver mis sueños cumplirse, pero no era así.

Me encontraba en un campo inmenso, o quizás sea una pradera a decir verdad ya olvide las definiciones exactas para ambas palabras, solo sé que habían varios tipos de plantas y flores que no conocía, aunque por extraño que parezca no logre distinguir ni un solo insecto o animal.

Caminé por un par de horas sin rumbo fijo, siempre en linea recta y terminaba siempre regresando al mismo lugar. ¿Cómo sé que era el mismo lugar? Pues me tomé la molestia de hacer una marca única en el suelo para poder distinguirla. En el camino, trataba de obtener alguna pista que me revele el lugar donde me encontraba, trate de convocar un sistema, trate de comunicarme con algún Dios y nada de eso funcionó.

Simplemente estaba solo, en un lugar sin vida, aparte de la mía. Oh claro, y la vida de las plantas, no vaya a ser que a algún lector se le ocurra la maravillosa idea de cuestionar porque no las incluí.

Mientras caminaba pensando en que clase de lugar estaba parado, el cielo empezó a oscurecerse y fue en ese mismo momento que una voz resonó y no recuerdo si solo la escuche en mi cabeza o también resonaba en todo el lugar.

Era una voz femenina, suave y melodiosa que me hizo mirar por todo mi alrededor tratando de descubrir si alguna belleza había llegado a acompañarme, y disculpen mi mente pervertida, pero antes de llegar a este lugar pasé mucho, mucho tiempo solo, sin recibir cariño de mujer alguna. Pensé que si alguna belleza llegaba allí bien podía intentar convencerla de que éramos los últimos humanos y teníamos que repoblar nuestro planeta.

Pero cuando buscaba pude ver que del cielo una bella mujer descendía. Era la definición perfecta para la palabra Diosa, mirarla causaba que mi corazón alcancé la paz absoluta. Su piel ni blanca ni morena, trigueña como dicen en mi país, hacia resaltar su vestido floreado. Pero lo que más llamo mi atención fueron las alas doradas que tenía en su espalda y se movían a tan increíble velocidad que parecían estar quietas si no las mirabas bien.

Su cabello rubio le llegaba hasta la altura de sus senos, senos que por más que fueran grandes no llegue a pensar en nada descabellado.

—Bienvenido al Reino de los Dioses. —pronunció y una hermosa sonrisa se le formo en sus labios rosados.

Me quede pasmado mientras la veía llegar al frente mío, y si pasa sus manos delante de mis ojos para confirmar que sigo vivo no sé cuanto tiempo hubiese estado en silencio.

—Hola —respondí nervioso -, mi nombre es.

cuando trate de decir mi nombre descubrí que había algo que me impedía continuar.

—De hecho en este lugar nadie puede decir su nombre verdadero, así que sugiero que digas un alias.

—Entonces llámame Sercled —le dije y agregue —¿Cuál es tu nombre?

—Puedes llamarme Musa, y desde el día de hoy seré la encargada de ayudarte en tu camino a la divinidad.

—¿Divinidad?

—Es por eso que estas aquí —respondió ella tranquilamente —. Solo las personas que fueron son aptas para volverse un Dios pueden llegar a este lugar.

—¿Significa eso que he muerto?

—No y sí - me dijo ella para rápidamente proceder a explicarme su respuesta -solo estas dormido, aunque si no logras volverte un Dios en un determinado tiempo o te rindes de intentarlo vas a morir y nunca vas a regresar al lugar del que vienes.

—¿Qué se supone que debo hacer para volverme un Dios? —pregunte por curiosidad cuando en el fondo lo único que quería era pasar mucho tiempo con ella.

—Solo debes crear un nuevo universo -respondió mientras una sonrisa aparecía en sus rostro.

Debo de admitir que sus palabras aunque sonaron nada realistas, al salir de su boca solo me hicieron pensar que no seria tan difícil como en realidad lo es.

—A propósito, cada cierto tiempo se hará una evaluación para ver tu progreso, en caso no hayas avanzado según como se espera serás descalificado y morirás.

Así que resumiendo o poniéndolo en palabras simples:

He sido llevado por la fuerza a un lugar nuevo, con la compañía de una mujer que me va a ayudar a ser un Dios, y en caso no lo logre voy a morir.

Para crear un universo nuevo necesitaba hojas y lapicero, o algo en donde pudiera escribir, pues, como supongo habrán adivinado, soy un escritor.