Los ocho aspirantes a capitán del protectorado ahora están en el gran patio de comidas, una sala amplia con el techo abovedado de cristal, equipada con una gran cocina y un equipo de cocineros experimentados. Todos están sentados en una sola mesa y se han servido diferentes platos. Algunos conversan de trivialidades mientras el resto se centran en su comida y no hacen caso al grupo. Una de las que no participan es Visa, la cual parece molesta.
— Oye Hilss ¿Estás molesta por lo que pasó en la simulación? — Pregunta Geiss, a lo que la serpiente golpea con ira.
— No me irritesss. — Sisea Visa reprimiendo sus emociones.
El ambiente se pone tenso. Pero Elliot recuerda que aún tiene un tema que tratar.
— Svetlana. ¿Recuerdas que acordé explicarte lo que hice?
La rusa asiente con la cabeza mientras mastica un pedazo de carne. Elliot se limpia la boca de un poco de salsa de tomate y empieza a explicar.
— Bueno, los lightlings tenemos la capacidad de manipular y solidificar una cierta cantidad de luz. La forma más óptima es mediante lo que llamamos "registros de luz", que son algo así cómo las instrucciones para una impresión en 3d.
— Eso ya lo sabía. ¿Pero cómo moviste esa placa? — Pregunta Makarova con la boca medio llena.
— Es algo que se aprende con la práctica. Cómo sabrás también tenemos algo llamado "Dominio Personal", es una habilidad normal, pero que requiere paciencia para desarrollar. Básicamente, es una dimensión de bolsillo que podemos controlar hasta cierto punto.
— ¿Cómo los Supremos? — Pregunta Lyon con curiosidad.
— Similar a lo que hacen los Supremos, sí. Aunque no a tan gran escala. Yo llamo a mi dominio "Little Lightwhere", porque lo hice pensando en mi hogar, pero sólo mide unos mil metros cúbicos. Podría expandirlo con algo de práctica, pero me es suficiente tal como está.
— ¡Al punto! — Dice Makarova desde su asiento, con un leve deje de enfado.
— Disculpa, lo siento, creo que me pasé. En fin, lo que hice fue moverlo a través de un portal, a través de Little Lightwhere.
Lyon, de súbito, interrumpe la conversación cubriéndose la cara de vergüenza. — Elliot, de verdad lo lamento. — Dice.
— Lyon. En verdad, no hace falta que te sigas disculpando. Aunque me gustaría saber por qué lo hiciste. — Responde Elliot.
— Es que tengo que aprobar a como dé lugar. — Lyon se esfuerza por hablar entre sollozos, mirando hacia su plato. — Tengo que sacar a mi familia adelante.
— Lyon, te entiendo. En cierto modo, yo también estoy haciendo ésto por mi familia.
— Nunca pensé que te vería llorar frente a otras personas. — Comenta Amity, tratando de animarlo. — Es un gran progreso.
Geiss y Gail se ríen por lo bajo.
— ¡Son lágrimas de macho, perdedores! — Lyon les grita mientras llora. Ambos dejan de reírse de repente. Amity, por su parte, se levanta de su lugar y camina frente a todos los demás, en dirección a Lyon. Se queda parada a un costado detrás de él y le pone una mano en el hombro.
— Está bien. Desahogate, lo necesitas. — Dice antes de clavarle una mirada asesina al resto de los presentes.
— Gracias Ames. — Dice Lyon aún entre lágrimas.
— ¿Qué passsa entre usstedes dosss? — Sisea Hilss.
— Eso no me corresponde a mi contarlo. — Responde Amity. — Y no creo que Lyon quiera...
— No, está bien. Elliot merece saberlo. — Interrumpe Lyon entre sollozos. Luego respira profundamente, exhala lento, y se yergue para contar su historia. — Y la verdad que ustedes lo sepan o no, me tiene sin cuidado, así que, allá va.
— En mi tierra yo era alguien temido y respetado, de sangre noble y con gran poder fluyendo por mis venas. Sin embargo, debido a mis ideales, que se oponían a ciertas prácticas comunes de dónde vengo, hice muchos enemigos que consiguieron, entre todos, exiliarme.
— Terminé viajando sin rumbo, planeando mi venganza, hasta que me encontré con cierto ser. Éste me ofreció un hogar, comida, agua y la estabilidad que necesitaba para llevar a cabo mi misión, pero a cambio, debía luchar para él. Sin embargo, fuí engañado. Resultó que aquel ser jamás tuvo intención de dejarme cobrar mi venganza. Y con una astuta maquinación, me puso bajo un cierto contrato vitalicio.
— Perdí décadas de mi vida tratando de huir en cada oportunidad que podía. Pero mi captor era capaz de perseguirme a través del espacio, del tiempo, y del propio multiverso. Entonces, cuando yo ya había perdido toda esperanza, conocí a Ames, quién me puso a salvo en cierto universo. Uno que no es propiedad de ningún Supremo, pero que ninguno quiere reclamar. Un lugar a dónde algunos Supremos destierran a la escoria de la que no se pueden deshacer, mientras que otras personas van cómo refugiados, o forajidos. El universo 592-56G-K17, también llamado Trespasser's Fortaleza
— Entonces comencé mi nueva vida. Volví a amasar influencias y capital, aunque ya para entonces había olvidado la ambición de poder vengarme. Pero luego me pasó algo que daría un giro a mi vida... Mis hijas. No las pedí, pero ahí están, y son el motivo de que yo esté aquí ahora. — Levanta la mirada y ve hacia Elliot. — Quiero protegerlas más que nada, y por eso quiero sacarlas de ese mundo, quiero que tengan la libertad que yo ya no puedo. Y ésta, aquí y ahora, es mi única oportunidad. Si soy capitán, mi enemigo no podrá perseguirme más, la exención legal del protectorado tiene prioridad sobre mi contrato.
Elliot también se levanta a ponerle la mano en el otro hombro a Lyon.
— Así que por eso quieres ser capitán a toda costa. Es un buen motivo. — Elliot habla con una sonrisa en el rostro y ni un rastro de rencor. — ¿Sabes? Si me hubieras dicho "¡Oye! Necesito un puntaje alto para sacar a mis hijas de un universo de forajidos". Entonces, yo te habría dejado ganar.
— Igualmente. — Comenta Delma. — No sabemos con certeza cuál es el criterio que se utilizará para las prácticas de liderazgo. A lo mejor alguno de los que terminaron por debajo tuyo tiene más puntaje.
— Si, tal vez sea cierto. Cómo sea, tengo que hacer todo lo posible por aumentar mis posibilidades de pasar la admisión. Y lo lamento de antemano si eso significa que tendré que dañar a alguno de ustedes.
— Estoy de acuerdo con el orejas de pincho. — Comenta Gail desde su sitio.
— Tú no tieness derecho a mofarte de nadie con tu penossa actuación de hoy. — Comenta Hilss.
Y así siguen conversando y comiendo hasta que quedan satisfechos. Finalmente regresan a su zona a prepararse para otro día de entrenamiento.