La respiración de Atticus aún sonaba trabajosa mientras registraba minuciosamente el cadáver del alienígena que acababa de derrotar.
Todo su cuerpo se arqueaba dolorosamente, y no quería nada más que acostarse allí y no hacer nada. Pero Atticus no lo permitiría. No en mil años.
—¿Y si no estamos en la academia otra vez? —Atticus no tenía idea si todavía estaban siendo protegidos por sus artefactos, y definitivamente no planeaba probarlo en sí mismo. Podría no haber más protección contra la muerte real.
Había hecho tantas suposiciones en su cabeza ya que muchos lo llamarían delirante. Pero toda esta situación era tan bizarra que no podía evitarlo.
Después de inspeccionar el cadáver durante unos segundos, Atticus finalmente encontró lo que buscaba.
Permitió que su forma se moviera hacia atrás, sentándose en el suelo del bosque, y observó intensamente el objeto en su palma.
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