Atticus no necesitaba que se lo dijeran. Sabía exactamente el tipo de persona que era.
Era frío, brutal y al mismo tiempo amoroso. Podía matar sin vacilar y al mismo tiempo salvar vidas.
No había forma de que una acción o comportamiento pudiera definir a una persona. Las personas eran capaces de cambiar dependiendo de la situación.
Pero desde que Atticus había sido reencarnado en este mundo, no había tenido ningún cambio importante en su temperamento o comportamiento principal. Había aprendido de muchas situaciones, lecciones que no tenía intención de olvidar.
Pero aprender era diferente de cambiar de comportamiento. Esto solo significa que no cometería los mismos estúpidos errores que cometió en el pasado.
Sin embargo, los temperamentos principales de Atticus permanecían inalterados. Quién era él en el fondo.
Atticus era una persona muy vengativa. Era el tipo de persona que iría hasta los confines del mundo solo para tener su venganza. Este comportamiento seguía siendo cierto.
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