Olvídalo, era difícil explicarlo, y Ning Xi no se molestaría por algo así.
—¡Señora, déme uno!
—¡Bueno! —exclamó la señora, que fue muy honesta al pesar el pescado, e incluso le cobró menos por ello.
Después de concretar la compra, la señora miró con admiración al hombre al lado de Ning Xi que sostenía a un niño en sus brazos.
—Tiene mucha suerte, señora. ¡Su esposo y su hijo son muy guapos!
Incluso en un lugar como el mercado, es más, con un bebé en sus brazos, Lu Tingxiao aún tenía un temperamento extraordinario; esto realmente era una especie de talento.
—Jaja, ¿en serio? ¡Pero yo también soy muy guapa! —dijo Ning Xi en tono de broma.
—¡Sí, sí, sí, toda su familia es hermosa! ¡Especialmente su pequeño niño, él realmente es muy dulce! ¡Él heredó completamente los puntos fuertes de usted y su esposo! ¡Venga, deje que la señora le regale un pez pequeño como regalo!
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