Nivel 1, etapa intermedia. Este goblin no era como los otros; su energía espiritual era mucho más densa, envolviendo su cuerpo como una barrera casi tangible. Cada paso que daba hacía temblar el suelo, y los aventureros y soldados, aunque agotados por la lucha anterior, sabían que este enfrentamiento decidiría si sobrevivirían al primer piso o si todo terminaría aquí.
Carlos levantó su espada, listo para luchar, pero incluso él pudo sentir el miedo que se extendía entre sus compañeros.
"¡No podemos rendirnos ahora! ¡Lucharemos juntos!" exclamó, tratando de infundir ánimo en los que le rodeaban.
Sin embargo, la confianza de muchos flaqueaba ante la imponente presencia del jefe goblin. Su hacha era lo suficientemente grande como para partir a cualquier aventurero en dos con un solo golpe. Pero antes de que el pánico pudiera apoderarse del grupo, un destello de luz interrumpió la escena.
De repente, nuevas figuras comenzaron a aparecer en la caverna, teletransportándose directamente al campo de batalla. No eran como los aventureros ni los soldados regulares que habían estado luchando hasta ahora. Vestían atuendos oscuros, algunos con capas adornadas con extraños símbolos, y otros con armaduras brillantes y relucientes. La energía espiritual que irradiaban era inmensa, mucho mayor que la de cualquier otro presente.
"¿Quiénes son ellos?" preguntó María, con los ojos muy abiertos, sintiendo el aura abrumadora que estos nuevos combatientes emitían.
Eran miembros de organizaciones secretas, facciones que habían existido en las sombras durante siglos, esperando el momento adecuado para revelarse al mundo. Ahora, con el surgimiento del sistema de defensa de la Tierra y el despertar de la energía espiritual, habían decidido dar un paso al frente y tomar su lugar en la lucha.
Uno de ellos, un hombre alto con una armadura negra y una espada que parecía resonar con una energía oscura, dio un paso al frente. Su presencia silenció a todos los presentes, incluso al jefe goblin, que lo observaba con cautela.
"Nos encargaremos de esto." dijo con una voz profunda y firme, mientras sus compañeros se alineaban a su lado.
Sin perder tiempo, el hombre oscuro cargó contra el goblin gigante, su espada cortando el aire con una velocidad imposible. El jefe goblin rugió y levantó su hacha para contraatacar, pero su arma fue detenida por el escudo espiritual de otro miembro de la organización, que conjuró una barrera protectora con un simple gesto de su mano.
El combate fue impresionante. Estos guerreros de élite, con habilidades mucho más avanzadas que las de los aventureros comunes, coordinaban sus ataques con precisión quirúrgica. Cada uno de sus movimientos estaba perfectamente sincronizado, como si hubieran enfrentado criaturas de este calibre muchas veces antes. La espada oscura del líder cortaba la armadura del goblin con facilidad, mientras sus compañeros lanzaban hechizos devastadores que debilitaban aún más al jefe.
Los aventureros y soldados miraban en asombro. No podían evitar sentirse diminutos en comparación con la habilidad y el poder que estas organizaciones secretas desplegaban ante sus ojos. Sin embargo, esa demostración de fuerza también les dio esperanza: si estas personas existían, entonces el poder para desafiar la torre y sus horrores no era algo imposible de alcanzar.
Después de unos minutos de batalla intensa, el jefe goblin lanzó un último rugido de frustración, levantando su hacha para un golpe final, pero fue inútil. Con un golpe certero, el líder de la organización hundió su espada en el pecho de la criatura, atravesando su corazón. El goblin titánico cayó al suelo con un estruendo, su cuerpo inmóvil y sin vida.
Un silencio profundo envolvió la caverna, solo interrumpido por los jadeos de los combatientes agotados. Pero antes de que pudieran procesar lo que acababa de suceder, una notificación resonó en la mente de todos los presentes.
"Felicitaciones, han completado el primer piso. El portal al segundo piso se abrirá en 10 minutos. Aquellos que deseen avanzar, deberán entrar en ese tiempo. Si no, deberán esperar 48 horas hasta que el jefe reaparezca."
El portal comenzó a materializarse en el centro de la caverna, brillando con una luz dorada. Los aventureros y soldados se miraron entre sí, aún tratando de recuperar el aliento después de la dura batalla. Algunos estaban ansiosos por avanzar al segundo piso, emocionados por las nuevas oportunidades que podrían encontrar. Otros, sin embargo, sabían que seguir adelante tan pronto sería arriesgado; necesitaban descansar, recuperar energías, y preparar una mejor estrategia.
Carlos, con la espada aún en la mano, miró a María y a los demás miembros de su grupo.
"¿Qué haremos?" preguntó, su voz cargada de incertidumbre.
"Tenemos que decidirlo ahora." respondió María, observando el portal que los invitaba a continuar.
El líder de la organización secreta pasó junto a ellos sin decir una palabra, entrando directamente al portal con su equipo, como si la dificultad del primer piso no hubiera sido más que un calentamiento para ellos.
Los aventureros y soldados sabían que tenían que tomar una decisión rápida.
Al final, tras la intensa batalla contra el jefe goblin, la mayoría de los aventureros y soldados decidieron no arriesgarse y avanzar al segundo piso de la torre de inmediato. Estaban agotados y sabían que enfrentarse a nuevas amenazas sin un plan y sin haber recuperado fuerzas sería un suicidio. Carlos, María y su grupo se reunieron junto a otros, observando cómo el portal brillante al segundo piso se desvanecía lentamente, señalando que su tiempo para entrar había acabado.
"Hicimos lo correcto," dijo Carlos, limpiando el sudor de su frente. "Avanzar sin prepararnos sería una locura."
Los líderes de las diferentes facciones acordaron hacer un inventario de lo que habían obtenido durante las peleas. Los monstruos caídos dejaron atrás núcleos energéticos, pequeños cristales brillantes que contenían energía espiritual y mágica, esenciales para fortalecer habilidades y aumentar el poder de quienes los usaran. Sin duda, estos núcleos eran lo que impulsaba a los aventureros a seguir luchando en la torre, pues representaban una oportunidad invaluable para crecer.
Un sistema de distribución se implementó rápidamente, basado en puntos de contribución. Quienes habían demostrado mayor valentía y habilidad en la batalla recibirían una mayor cantidad de estos núcleos, mientras que aquellos que habían ayudado menos obtendrían una parte proporcional.
"El que haya matado más, recibirá más núcleos," anunció uno de los líderes militares, con voz firme. "Y los que hayan tenido menos éxito, recibirán menos. Pero todos contribuirán al avance de nuestra causa."
El grupo comenzó a recolectar los núcleos del suelo, junto con otros objetos dejados por los monstruos: armas primitivas, restos de armaduras corroídas por el tiempo, y algunas piezas de equipo que, aunque dañadas, podrían tener valor en la tienda del sistema. Se estableció una zona segura donde se almacenaban los objetos, y todos fueron convocados a hacer fila según su nivel de participación en la batalla.
María observó cómo algunos aventureros recibían con entusiasmo varios núcleos mientras otros, con rostros más apagados, se conformaban con solo un par.
"Esto es más duro de lo que imaginé," susurró ella, aún impresionada por la intensidad del combate y la importancia de cada decisión en este nuevo mundo que la torre había revelado.
Carlos, a su lado, asintió.
"Sí, pero todos tienen una oportunidad para mejorar, aunque no sea mucho ahora. Lo importante es que aprendamos de esta experiencia y volvamos más fuertes."
Mientras se distribuían los núcleos energéticos, una sensación de comunidad comenzó a formarse entre los aventureros, soldados y grupos presentes. Sabían que estaban en una nueva era, donde la competencia y la cooperación serían la clave para sobrevivir. Y aunque algunos habían perdido a amigos y compañeros en la lucha, entendían que, para avanzar en la torre, tendrían que unirse más que nunca.
La próxima vez, estarían mejor preparados para enfrentarse a los horrores que aguardaban en los pisos superiores.