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La Colonia de Hormigas Gigantes

Al amanecer, Ian se despertó renovado y listo para enfrentar un nuevo día en el bosque. Tras una breve rutina de estiramientos y alimentación, se adentró nuevamente en el denso bosque, con la intención de explorar más a fondo y encontrar nuevas oportunidades para cazar y recolectar recursos.

Después de dos horas de búsqueda, Ian se encontró con una escena que captó rápidamente su atención: una colonia de hormigas gigantes. Estas criaturas, que se desplazaban en grandes filas organizadas, transportaban diversos recursos hacia su nido subterráneo. A lo lejos, se podían ver pilas de objetos y materiales que las hormigas habían acumulado, mientras otras criaturas del bosque merodeaban alrededor.

Ian observó con atención desde una distancia segura. Sabía que destruir el nido de las hormigas y acabar con la colonia podría proporcionarle una gran cantidad de núcleos mágicos y tesoros. Sin embargo, también era consciente de que su fuerza actual no era suficiente para enfrentarse a tantas hormigas al mismo tiempo. La magnitud de la colonia y el tamaño de las hormigas lo hacían vulnerable en un combate directo.

Decidió que su mejor opción en ese momento era no atacar la colonia directamente, ya que no contaba con los recursos y la fuerza necesarios para asegurar una victoria. En lugar de arriesgarse a una confrontación que podría costarle caro, optó por seguir buscando presas más manejables y recursos menos peligrosos que pudiera utilizar para fortalecer su posición antes de intentar un ataque a gran escala.

Ian continuó su exploración, manteniéndose alerta a cualquier señal de peligro o de nuevas oportunidades. Sabía que debía ser paciente y estratégico en su enfoque, acumulando más puntos energéticos y recursos que le permitieran prepararse mejor para futuros enfrentamientos. Mientras caminaba, no podía evitar pensar en la oportunidad que representaba la colonia de hormigas y en cómo podría planificar su ataque de manera más efectiva en el futuro.

El bosque seguía siendo un lugar lleno de desafíos y sorpresas, pero Ian estaba decidido a enfrentarlos uno por uno, construyendo su fuerza y habilidades hasta estar preparado para cualquier amenaza.

Alrededor de una hora después de que Ian se alejara de la colonia de hormigas, una fragancia dulce y embriagadora empezó a llenar el aire. El olor era como el de una flor exquisitamente perfumada, y llamó la atención de Ian de inmediato. Siguió el rastro del aroma, con la esperanza de encontrar algún tesoro o recurso valioso que podría estar relacionado con la flor.

Tras unos minutos de búsqueda, Ian localizó la fuente del aroma. Desde una distancia segura, pudo ver una flor magnífica y radiante que crecía en un claro del bosque. Era evidente que esta flor no era común; el aroma era demasiado intenso y agradable para ser el de una planta ordinaria. Ian sabía que tesoros como este a menudo estaban protegidos por guardianes o criaturas poderosas.

Mientras observaba la flor desde una posición oculta, se dio cuenta de que había dos depredadores en el área, ambos interesados en el preciado recurso que la flor representaba. Un gran tigre se mantenía a una distancia, con la mirada fija en la flor. Sus ojos reflejaban un deseo feroz, y su cuerpo estaba tenso, listo para actuar en cuanto tuviera la oportunidad.

Al otro lado del claro, una gigantesca serpiente también vigilaba la flor con igual codicia. Su presencia era imponente, y su cuerpo se movía con sigilo a través de la vegetación, esperando el momento adecuado para reclamar la flor para sí misma. La serpiente y el tigre estaban en una especie de impasse, observándose mutuamente mientras la flor maduraba lentamente.

Ian comprendió que no podía enfrentarse a ambos guardianes al mismo tiempo. La situación era demasiado peligrosa, y no quería arriesgarse a un combate que podría resultar en su derrota. Sin embargo, la presencia de estos dos depredadores también le ofrecía una oportunidad: si lograba manejar la situación correctamente, podría obtener la flor y los tesoros asociados sin enfrentarse directamente a las criaturas.

Decidió que su mejor curso de acción era esperar y observar, buscando una manera de aprovechar el conflicto entre el tigre y la serpiente. Estaba decidido a encontrar una estrategia que le permitiera obtener la flor y maximizar los beneficios sin comprometer su propia seguridad. La paciencia y la astucia serían sus aliados mientras planeaba su próximo movimiento en este desafiante entorno.

Cuando la flor finalmente maduró, su fragancia se intensificó, llenando el aire con un aroma aún más cautivador. La serpiente, que había estado esperando en la sombra, no pudo resistir más y se lanzó rápidamente hacia la flor. Sin embargo, fue detenida en seco por el tigre, que había estado esperando el momento oportuno para atacar.

El enfrentamiento entre la serpiente y el tigre fue brutal. Ambos animales demostraron una ferocidad increíble mientras luchaban por el control de la flor. El tigre, con sus afiladas garras y sus potentes mordidas, y la serpiente, con su capacidad para estrangular y su veneno mortal, se enfrentaron en una batalla sin cuartel. Los rugidos del tigre y los siseos de la serpiente resonaban en el bosque mientras ambos luchaban por dominar al otro.

Ian observaba desde una distancia segura, su mente trabajando rápidamente para idear un plan. Sabía que la pelea entre los dos guardianes era una oportunidad para tomar la flor sin tener que enfrentarse a ambos al mismo tiempo. La batalla se intensificó, y finalmente, la serpiente logró atrapar al tigre con sus poderosos anillos de constricción, comenzando a estrangularlo lentamente.

Al ver la oportunidad, Ian se preparó para actuar. Aprovechando el caos de la lucha, se deslizó sigilosamente hacia el claro. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba al enfrentamiento, decidido a hacer su movimiento en el momento adecuado. El tigre estaba demasiado ocupado intentando liberarse del abrazo mortal de la serpiente, lo que le daba a Ian una ventana para atacar.

Cuando la lucha alcanzó su punto más crítico y la serpiente estaba a punto de acabar con el tigre, Ian dio el paso decisivo. Se movió rápidamente y se lanzó con un ataque furtivo. Usando su espada, apuntó a la flor con precisión, cortándola de raíz en un movimiento rápido y eficiente.

Con la flor en su posesión, Ian retrocedió rápidamente, asegurándose de no hacer ruido y no atraer la atención de la serpiente. Sabía que la pelea entre los dos monstruos aún no había terminado, pero su objetivo había sido alcanzado. Con la flor en sus manos, Ian se preparó para retirarse, planeando usar su ingenio para sortear cualquier peligro que pudiera surgir a medida que se alejaba del campo de batalla.

Ian estaba satisfecho con su estrategia y con el resultado de la operación. La flor, ahora en su poder, era un valioso recurso que podría ayudarle en su viaje. Mientras se alejaba del lugar, pensaba en los próximos pasos y en cómo podría usar el tesoro para fortalecer su posición en el bosque y prepararse para futuros desafíos.

Ian, tras recoger la flor y el núcleo de la serpiente, pensó que ya estaba a salvo y se dirigió hacia su cueva. Sin embargo, subestimó la furia y la habilidad de la serpiente. Mientras avanzaba entre los árboles, de repente sintió un escalofrío recorrer su espalda, un instinto que le gritaba peligro. No tuvo tiempo de reaccionar cuando la serpiente gigante emergió entre la maleza, lanzándose hacia él con una velocidad aterradora.

El impacto fue brutal. La serpiente lo golpeó de costado, enviándolo a volar varios metros antes de chocar contra el suelo. El dolor se disparó por todo su cuerpo mientras sentía la sangre brotar de una herida en su costado. Ian se tambaleó, tratando de levantarse mientras la serpiente se alzaba frente a él, siseando con una amenaza palpable. Su mirada era gélida, llena de odio por la pérdida de la flor.

Ian apretó los dientes, sabía que estaba en una situación crítica. Desenfundó su espada, su única arma, pero la serpiente no le dio tiempo para recuperarse. Se abalanzó sobre él, su boca abierta mostrando colmillos afilados y venenosos. Ian apenas pudo esquivarla, sintiendo cómo uno de los colmillos rozaba su brazo, dejando una herida superficial que ardía como fuego.

La serpiente atacó de nuevo, rápida como un rayo. Ian intentó bloquear el golpe con su espada, pero la fuerza de la bestia era demasiado. Fue derribado nuevamente, sintiendo el suelo duro bajo él mientras la serpiente se enrollaba alrededor de su cuerpo, apretándolo con una fuerza aplastante. El aire comenzó a faltarle mientras la presión sobre su pecho aumentaba, sintiendo cómo sus costillas estaban al borde de romperse.

En medio del pánico, Ian recordó el sistema. Con un esfuerzo desesperado, logró acceder a la tienda del sistema y comprar dos botellas de curación básica. Sus manos temblorosas casi dejaron caer una de las botellas mientras la presión aumentaba, pero logró abrirla y bebió su contenido de un trago. Inmediatamente sintió el efecto regenerador de la poción, cerrando parcialmente las heridas y devolviéndole algo de fuerza.

Con un grito de esfuerzo, Ian usó la curación para abrir una brecha en el agarre de la serpiente, permitiéndole moverse lo suficiente para levantar su espada y cortar uno de los anillos del cuerpo de la serpiente. La criatura siseó de dolor, aflojando lo suficiente como para que Ian se liberara parcialmente. Aprovechó el momento y, con la espada aún en mano, lanzó un corte decisivo hacia la cabeza de la serpiente.

El acero atravesó las escamas duras, cortando profundamente en el cráneo de la bestia. La serpiente se retorció violentamente, sus movimientos caóticos sacudiendo el entorno. Ian fue lanzado una vez más, rodando por el suelo antes de detenerse, respirando con dificultad. La serpiente, aunque mortalmente herida, intentó un último ataque, pero su fuerza se desvaneció rápidamente. Finalmente, con un último espasmo, la serpiente cayó al suelo, inmóvil.

Ian, jadeando y cubierto de sudor y sangre, se acercó a la bestia muerta. Con esfuerzo, recuperó la flor que había caído durante la batalla, y luego se agachó para tomar el núcleo mágico de la serpiente. Aun sintiendo los efectos de la batalla en su cuerpo, Ian se dirigió hacia la cueva, cojeando y apoyándose en su espada, agradeciendo haber salido con vida de este encuentro mortal. Sabía que no podía seguir subestimando a sus enemigos en este mundo cruel.