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Te conviene Daniel.

Los días pasan, las cosas se van acomodando, poco a poco. Aunque ellos no vuelven a ser los mismos, ni su relación, ni su vida.

Después de la cena…

Sandro con su tono sereno pero serio – encontré casa cerca, solo tengo que hablar mañana con el dueño.

Ish, sin mucho entusiasmo pregunta – ¿quién nos va a prestar el nombre?

Sandro – estoy pensando y espero que no haya necesidad de pedirle a alguien, pero tal vez le diga a Pedro

Ish – ok. A todos les he dicho que terminamos

Sandro – ¿también a él?

Ish – si, no quiero que mientan por nosotros; no podría exponerlos ni obligarlos a algo así

Sandro pensativo asiente – bien, crees… ¿qué Pedro se niegue?

Ish –no lo sé… no, espero que no. Conoce la situación, así que no. Habla con él

Sandro, al final resuelve, con un tono pesado – no podemos mezclar a tanta gente, en eso tienes razón

Ish pensativa y cabizbaja, apenas responde – si…

Sandro – ¿Qué ocurre ahora?

Ish –Mi madre me ha estado llamando, quiere saber… ¿qué ha ocurrido?

Sandro –y ¿qué le has dicho?

Ish se encoge de hombros, con gesto preocupado y contrariada –nada, aun pienso en sí es una buena o mala idea hablar con mi familia…

Sandro contrae su gesto, con preocupación – estas… ¿dudando de nuestra relación? ¿De tu decisión?

Ish desvía la mirada hacia el paisaje que ha pintado en la pared, con un enorme silencio que tensa cada vez más a Sandro; hasta el punto de provocar un impulso en el que la toma de la mano con cariño, acariciando suavemente sus nudillos; ella suelta un profundo y pesado suspiro que le deja un rastro de tristeza y preocupación, que esconde tras una amarga sonrisa, al encontrar los ojos de Sandro, melancólicos y suplicantes, ella traga saliva y toma aire para responder con suavidad – no, mi amor, no dudó de nuestra relación; mi decisión está tomada pero… no deja de ser muy complicada. Es una batalla interna, que libro constantemente, sufro al no poder tener una relación plena, sin escondernos, divulgar sin límites a la sociedad entera que –lo toma fuerte de la mano, con ilusión y poca alegría en los ojos– eres solamente mío, que soy tuya; que nos amamos. – toma otro poco de aire calibrado poco a poco las palabras; tras ver como las emociones de Sandro le corren por los ojos y su rostro, llenando su cara de preocupación – pero, no puedo ignorar lo que siento; no quiero dejarte, no puedo simplemente alejarme, perderte sin luchar, no cuando ya te siento ¡tan mío! Cuando eres parte importante de mi vida; no quisiera, ni pudiera, continuar sin ti; no así de fácil. –Sandro le besa delicadamente los labios, y la palma de su mano– no quiero dejarte, tampoco quiero perderte, me niego a esa idea; pero es muy difícil esta situación; no se sí pueda enfrentarla, con mi familia… sabiendo de ti. No podemos contarles todo esta locura… –vuelve a desviar la mirada y aprieta los ojos, conteniendo el mar de emociones, que trae encima– no quiero; pero me encantaría presentarte formalmente; no creo que pueda hacerlo. Pero… no sé qué le diré a mi madre… no sé cómo me presentare con mi familia.

Sandro – cuando termine esto, podremos hacer lo que tú quieras; No importa lo que diga o piense el mundo, solo importa que estemos juntos; solo importa lo que sentimos ambos. – Ish derrama unas lágrimas, luego besa tiernamente a Sandro, haciendo de a poco más profundo y pasional el beso; hasta quedarse sin aire. Luego el la llena de besos. – esto es mi secreto, tu sabes lo que harás con él y a quien se lo confías, tu sabes qué hay de por medio. Tienes mi vida y mi amor en tus manos. Confío en ti

Ish le mira dulcemente – y yo en ti mi amor. Y, sabes que eso para mí es demasiado

Sandro –si – vuelve besarla lentamente, en los labios, cuello, las orejas, hombros – ¡tú me vuelves loco! Un hombre hambriento de ti, de tu amor y de tu cuerpo – ella suelta una risita; él sin dejar de besarla, sonríe también, al sentirla estremecerse con sus besos – y creo que tú también

Ish – ese es el plan mi amor, que te vuelvas loco por mí; aunque eso ya me había dado cuenta – ríe traviesa y coqueta; mientras le acaricia el cabello y espalda, aumentando el deseo de él

Sandro – ¿así que ese es tu plan? Enamorarme perdidamente; tenerme a tus pies…

Ish lo interrumpe – no te quiero a mis pies, te quiero a mi altura, que mis pies… ¡puedo tener a muchos! –continua besándole la piel

Sandro sonríe complacido y la besa un poco – ¡eres una Diosa, como sería diferente! Pero yo… no estoy a tu altura, mi preciosa

Ish con tono molesto dice – entonces deberás esforzarte para volver a estarlo

Sandro suspira con gesto cansado – ¡algún día!

Ish le sentencia – tendrá que ser pronto

Sandro – tal vez te convenga más, ¡tu amigo Daniel! –al decir eso Sandro mismo se tensa y ella se detiene en los besos, como si la hubieran golpeado; con gesto molesto y de sorpresa, toma la cara entre sus manos para hacer que la mire de frente

Ish – ¿¿¡¡¡qué demonios estas diciendo!!!??

Sandro arrepentido, avergonzado y deprimido – es la verdad, en todos aspectos él te conviene más que yo; no tiene problemas de parejas, con amenazas, tiene una fortuna, esta joven, libre, le interesas, está a tu altura, ahí están las fotos, ¿qué más?

Ish se suelta de él de un golpe, evidenciando su molestia, irritación, coraje y desesperación – ¿¡estás loco!? Pretendes que así sin mas ¿¡te deje y vaya con él!? ¿¡Qué te crees!?... ¿¡que soy una interesada!? ¿¡Arribista!? –comienza a gritar, manoteando al aire, desesperada y molesta con lágrimas en los ojos – crees ¿¡que solo eso me importa!? ¿Qué así de la nada te voy a cambiar? ¿Te olvido y ya? ¿Cómo? ¿¡Me quito el chip y la memoria!? ¿¡Me arrancó la piel para olvidar tus caricias!? ¿Arranco el corazón y lo meto al congelador? ¿O cómo? ¿¡Qué hago!?

Sandro arrepentido comienza a llorar, intenta abrazarla pero ella lo empuja – Ish, no es eso…. No quise…. Es que ¡te amo tanto! no quiero que sufras, no me soporto ver que sufres y que no eres feliz

Ish le grita – ¡¡¡eres un egoísta!!! ¡Solo estás pensando en ti! ¡Siempre sólo piensas en ti! – y luego se va a llorar a la habitación– ¡tal vez sí, deba ir a enredarme con Daniel! –concluye con la frase más cruel dando un portazo, para encerrarse