webnovel

El diario de un Tirano

Si aún después de perderlo todo, la vida te da otra oportunidad de recobrarlo ¿La tomarías? O ¿La dejarías pasar? Nacido en un tiempo olvidado, de padres desconocidos y abandonado a su suerte en un lugar a lo que él llama: El laberinto. Años, talvez siglos de intentos por escapar han dado como resultado a una mente templada por la soledad, un cuerpo desarrollado para el combate, una agilidad inigualable, pero con una personalidad perversa. Luego de lograr escapar de su pesadilla, juró a los cielos vengarse de aquellos que lo encerraron en ese infernal lugar, con la única ayuda que logró hacerse en el laberinto: sus habilidades que desafían el equilibrio universal.

JFL · สงคราม
Not enough ratings
161 Chs

Locura y estrategia

  Al encontrarse a pasos del umbral de la sala de investigación, extrajo de su inventario un espada bastarda, junto con un escudo circular hecho de madera. Cambió su ropa de lino por una túnica con propiedades mágicas, reforzando la defensa en ataques mentales y elementales.

  --¡He vuelto! --Gritó al pararse en el umbral, mirando con frialdad los alrededores.

Sentado, a unos veinte pasos del joven de la espada se encontraba un esqueleto de túnica oscura, mirando sin expresión alguna en su rostro huesudo, aunque si uno era experto en interpretar expresiones de los no-muertos, podría asegurar que ese ser sentado estaba experimentado la sorpresa y el desconcierto.

*Zaar.

El sonido emitido del ser infernal fue pesado y lúgubre, compuesto por lo más oscuro de la existencia. Extendió el brazo, tocando la nada y, ahí, en el aire quieto extrajo una pequeña vara de madera negra. Sus cavidades desprendieron la sensación gélida de un témpano de hielo, mientras que con una calma que forzaba la impaciencia se colocó de pie.

  --¡Vamos huesos, demuéstrame de lo que eres capaz! --Gritó.

Forzó sus piernas y, con un fuerte impulsó saltó hacia adelante, cubriendo la parte superior de su cuerpo con su escudo circular. La vara de madera concentró una gran cantidad de energía mágica, una que se convirtió en un rayo negro, que impactó en el escudo de madera, destrozándolo en mil pedazos. Al ser desprovisto de un arma defensiva tomó con sus dos manos la empuñadura de su espada, activando al instante una poderosa habilidad.

[Cuchilla Llameante].

La estela punzocortante se acercó a una velocidad monstruosa a la silueta del individuo cadavérico, pero antes de siquiera tocar su túnica, la estela desapareció sin dejar rastro.

*Geer.

Hizo otro sonido, similar al anterior, pero este iba especialmente dirigido a su mente, como un ataque certero y feroz. Sonrió al notar que la táctica del enemigo ya no era tan eficaz como antes, pero antes de darse cuenta, su espalda estaba empapada de sudor.

  --¿Qué?... --Fue su última frase, antes de caer degollado, viendo con total desconcierto al esqueleto frente a él.

∆∆∆

Después de treinta intentos fallidos, la razón de porque moría tan fácilmente lo fue frustrando, no sentía que el esqueleto fuera en realidad fuerte, solo que sus ataques inhibían por completo sus defensas, aun cuando ocupaba su habilidad [Vida arcana] que lo beneficiaba con resistencia a ataques mágicos y mentales de la índole. Había perdido algunos conjuntos preciosos que no podía recuperar porque al instante de entrar en la habitación, el esqueleto de tres ojos se levantaría para matarlo, siendo la lucha de dos minutos la que pasó más tiempo vivo.

∆∆∆

Escondido entre la espesura de la vegetación de una cueva oscura y, manteniendo una sonrisa fría y ojos agudos, el joven caminaba por un sendero tenuemente iluminado. En su mano sujetaba una maza metálica, larga y afilada en las pequeñas puntas, que goteaba al suelo con un líquido extraño color amarillento. Llegó a su destino tan pronto como llegó a una entrada curva hecha puramente de piedras preciosas, con tallados al contorno de ellas simulando sellos mágicos.

Su primera acción al llegar al umbral del extraño lugar fue gritar con fuerza y, de inmediato se acercó al centro, mirando cada uno de los rincones escondidos de la sala circular.

  --¡Sé que están aquí! ¡No sean cobardes y salgan!

A los pocos segundos, decenas de esqueletos salieron, acompañados por un individuo enorme vestido con una armadura negra, su rostro era cadavérico, sin emoción, pero en sus dos orbes que ven el mundo se escondía un miedo indescifrable, no entendía porque había vuelto, ni el, ni sus tropas.

  --¡Vengan!

Tiró su arma al suelo, cosa que provocó aún más miedo en los esqueletos.

  --¡Qué vengan, malditos sacos de huesos!

El alto individuo de la armadura hizo aparecer una espada hecha puramente de huesos, salida de la propia superficie rocosa, no estaba muy motivado de enfrentar nuevamente al sujeto del centro de la sala, lo había hecho hace ya bastantes años y, aun cuando las primeras veces lo mató, al poco tiempo regresaba, mucho más capaz y certero, algo que provocó una indescifrable emoción en su ser no-muerto, ya que pensaba que el y sus súbditos eran los únicos inmortales.

Al ver qué el primer dispuesto se acercaba, su sonrisa desapareció de su rostro, volviendo su expresión tan gélida como un témpano de hielo. El alto esqueleto de armadura se precipitó hacia él sujetando su espada de huesos con ambas manos. Evadió hábilmente, golpeando con su puño desnudo el cráneo de su enemigo, bajó el cuerpo para hacer un movimiento de media luna con su pierna, tirando al esqueleto, se acercó tan rápido como un relámpago, dando un pisotón al suelo y fracturando la cabeza del esqueleto, presionó aún más y, al no poder aguantar su poderío, la cabeza del alto individuo de la armadura flaqueó, rompiéndose en mil pedazos.

  --Demasiado débil. --Observó a las decenas de esqueletos no-muertos, mirándolos como un cazador observa a sus presas.

Todos los presentes miraron con furia al sujeto del centro de la sala, precipitándose hacía él con sus armas, siendo los arqueros y magos los únicos que se quedaron en la lejanía.

Solo le bastó de dos minutos para deshacerse de todos los desgraciados que se precipitaron hacia él con la valentía de un ignorante. Emprendió la marcha, deshaciéndose de los arqueros, pero tan pronto en como llegó a los magos se detuvo, sonriendo fríamente.

  --¡Mátenme con sus luces! --Les gritó y, no necesitó otro grito similar para hacer que los individuos atacaran. 

Todos fueron hechizos compuestos por energía oscura, siendo diversos en la forma en como eran lanzados, algunos conjuraron lanzas, otros espadas, bolas, relámpagos, en fin, pero todos ellos impactaron en su cuerpo, provocando demasiadas heridas mortales. Sonrió, dejando salir de sus comisuras dos líneas rojas. Cayó de rodillas, tosiendo con fuerza y decorando la superficie con su sangre.

  --Vol...veré...

Su cuerpo no aguantó, falleciendo al caer al suelo.

∆∆∆

Apareció en una llanura oscura, rápidamente activó la habilidad de su maza, desapareciendo del lugar.

Su silueta apareció en la sala circular que había estado repleta de esqueletos, pero que ahora estaba compuesta por huesos decorando gran parte de la superficie, observó su maza y la recogió, sabía que no podía hacer uso de esa habilidad al menos por unos cuantos días. Sacó de su inventario un par de cuerdas negras, colocándolas en su hombro como si fueran lazos y, antes de cerrar la pantalla frente a él, sacó un martillo de color rojo, que brillaba tenuemente con la oscuridad.

  --¡He vuelto! --Gritó.

Al igual que la anterior vez, solo tardaron unos pocos segundos para que los esqueletos sobrevivientes salieran a la tenue luz azulada, sus cuerpos temblaron al observar la sonrisa del individuo del martillo, entendiendo que nada bueno les esperaba. Se lanzó como un rayo, impactando con su arma la cabeza de la primera víctima, quién no había entendido la situación.

Los esqueletos inmediatamente comenzaron a conjurar sus hechizos, pero distinto a la primera vez, ahora los esquivó, contratacando con su martillo y deshaciéndose del 80% de los no-muertos, quedando solo dos aterradas criaturas cadavéricas. Sujetó las cuerdas y los amarró, impidiendo que pudieran hacer un solo movimiento, agarró sus mandíbulas y se las dislocó, una manera para evitar que lanzarán hechizos.

--Son mi única esperanza.

Al terminar su frase comenzó a experimentar en sus cuerpos, quería saber de sus puntos débiles, aun si debía quedarse unos años más dentro del terrible laberinto lo haría, pero primero quería saber cómo exterminar a ese maldito mago de la sala de investigación. Después de cinco días, los esqueletos guerreros y arqueros, así como el alto esqueleto de la armadura se levantaron una vez más, completamente intactos, como si nunca hubieran sido mutilados. El individuo del martillo, quién ya conocía de aquella habilidad se levantó, destruyendo con rapidez a los que recientemente se habían levantado y, al acabar con su masacre volvió a su investigación.

Justo cuando su maza recuperó su habilidad única esperó a que los magos volvieran a revivir, dejándose matar por sus hechizos. Después de cinco meses, recibió la inesperada y anhelada habilidad [Resistencia: energía oscura] y, con otros dos meses, su investigación llegó a su fin.

  --Ahora sí, maldito esqueleto --Sonrió con frialdad--. Tu muerte ha llegado.