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El diario de un Tirano

Si aún después de perderlo todo, la vida te da otra oportunidad de recobrarlo ¿La tomarías? O ¿La dejarías pasar? Nacido en un tiempo olvidado, de padres desconocidos y abandonado a su suerte en un lugar a lo que él llama: El laberinto. Años, talvez siglos de intentos por escapar han dado como resultado a una mente templada por la soledad, un cuerpo desarrollado para el combate, una agilidad inigualable, pero con una personalidad perversa. Luego de lograr escapar de su pesadilla, juró a los cielos vengarse de aquellos que lo encerraron en ese infernal lugar, con la única ayuda que logró hacerse en el laberinto: sus habilidades que desafían el equilibrio universal.

JFL · สงคราม
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El señor de Tanyer (2)

Presionó hacia el frente, forzando a la sombra a retroceder, mientras tomaba una posición defensiva. El espectro encapuchado flotaba, dejando estelas negras debajo de su túnica hecha jirones, como cenizas de un material flamable. Las cadenas en sus muñecas tintineaban al chocar, creando un tétrico sonido.

Oscuridad, absoluta y cruel oscuridad era lo única que se dejaba ver en los alrededores y, ni con todo el esfuerzo de su parte Orion logró apreciar con detalle sus alrededores. El espectro se escondió en las tinieblas, apareciendo por momentos para despedazar al alto hombre, pero Orion no era menos rápido que la propia silueta oscura, logrando bloquear o evadir sus largas uñas negras.

Mujina sacó un poco de polvo de hierba finza molido, esparciéndolo en las feas heridas del moribundo hombre y, sin preguntar lo vendó con un par de telas blancas. El soldado jadeó, se mordió los labios, terminando por desmayarse al no aguantar el eterno sufrimiento. Ella estaba impaciente, quería prestar ayuda y, por momentos sus rápidos actos resultaron en malas consecuencias, atando erradamente uno de los trozos de tela, teniendo que repetir el proceso.

--Me pareces familiar... --Dijo, tratando de encontrar similitud con alguna criatura del laberinto, no encontrando parecido en su repertorio mental de entes. Se sintió aturdido, la energía que desprendía le parecía tan conocida, tan íntima, pero al final fue lo mismo, no logrando encontrar su semejante.

El espectro se lanzó nuevamente, con sus uñas como puntas de flecha, mientras que Orion despejó sus dudas, recuperando su habitual calma. Movió su espada al frente, ocupando la hoja como escudo y logrando bloquear los impactos próximos, desviando el ataque enemigo hacia un lado y consiguiendo golpear con el pomo de su empuñadura el pecho ilusorio de la criatura, sintiendo como su esfuerzo no había servido de nada.

--Mierda, ya me acordé.

Al instante retrocedió un par de pasos, sabía que conocía esa energía, pero la repuesta provenía en realidad de la peculiaridad de no poder asestar los golpes contundentes. Rápidamente abrió su interfaz, tocando la sección de sus habilidades y, desbloqueando con una mala cara la única que intuía podía darle el triunfo y, así mismo, gastando cincuenta puntos de prestigio.

[Grito de guerra]

Activó una de sus habilidades, lanzando un poderoso y devastador grito, aturdiendo al espectro, quién parecía no entender lo que estaba pasando.

[Corte solar]

Rápidamente activó su nueva adquisición, su postura fue hermosa, pero lo que ganó protagonismo fue la hoja anteriormente gris que resplandeció de un anaranjado-amarillento tan poderoso que le regresó por un momento la luz a los alrededores, balanceó solo una vez, liberando una estela luminosa y punzocortante que se acercó a una velocidad increíble al cuerpo desorientado de la criatura flotante. Pero el espectro no pertenecía a las leyendas por nada, creó un vórtice negro que apenas si se notó, donde se introdujo, desapareciendo con un grito siniestro y adolorido, pues una de sus extremidades había abandonado su cuerpo. Fue en ese momento en donde entendió el nombre de la criatura, su chillido agudo y tétrico congelarían a cualquiera, haciendo que hasta los más fuertes se mearan de miedo, "dak", era el sonido producido por su garganta al gritar, si es que tenía una.

--Hazlo. --Asintió al ver la mirada de su subordinada, entendiendo su petición.

Mujina sonrió agradecida, soltó su espada, dejando salir su lado animal con un bestial rugido-grito, transformándose en poco menos de diez segundos en un híbrido de humano y bestia, solo que ahora su pelaje no quedó al descubierto, pues, su armadura negra se amoldó a su cuerpo robusto y grande.

El brillo de su espada se estaba extinguiendo poco a poco, haciendo que las tinieblas recuperaran los alrededores. Observó cada punto del bosque, en busca de la más ínfima pista de la criatura, que no parecía querer dar señal de existencia. Mujina se camufló con la naturaleza, haciendo que su presencia fuera casi imposible de detectar, moviéndose en círculos con lentitud para cazar a su presa.

*Grrrr.

Gruñó, lanzándose al aire al sentir la fluctuación de energía maligna, sin embargo, sus poderosas extremidades fueron detenidas por un par de cadenas negras, cubiertas por un tipo de vapor grisáceo oscuro, forzándola a quedarse en el suelo.

Orion sufrió la misma táctica, solo que él reaccionó antes de la consecuencia, logrando evadir y cortando las ilusorias y no metálicas cadenas. El dak apareció a dos pasos de él, flotando con una actitud furiosa, lanzando gritos cada cinco segundos, unos chirridos bastante molestos, desprovistos de humanidad y todo lo que conllevaba serlo.

[Corte solar]

Activó su habilidad, enfocándose en no fallar de nuevo, lamentablemente parecía que el dak había intuido aquel movimiento, evadiendo con rapidez la cuchilla que se había dirigido a su cabeza. Mujina se liberó, llevando sus furiosas fauces al cuerpo del espectro, solo que este no se quedó quieto y, con su única palma restringió el cuerpo de la mujer bestia.

--Mal movimiento.

Apareció detrás del ente flotante, atravesando con la punta de su espada que resplandecía aún de anaranjado la cabeza del dak, o al menos intuía que ahí estaba. El espectro soltó un último chillido antes de convertirse en cenizas, algo que no fue causado por la espada del señor de Tanyer.

*Has completado la tarea oculta: Criaturas de la noche*

*Has ganado ochenta puntos de prestigio*

*Has vengado a tus siervos*

*Has obtenido el título de: Vengador*

*Has subido de nivel*

*Tu subordinado "Mujina" ha desbloqueado una clase oculta -Verificar en el panel de subordinados-*

*Has desbloqueado dos habilidades*

*Recordatorio: Tienes una mejora personal pendiente*

Leyó todas y cada una de las notificaciones frente a él, suspirando el cansancio que su cuerpo sentía. El dak había sido un digno oponente, el primero en el que tuvo esforzarse en serio para asesinarlo luego de salir del laberinto, teniendo que sacrificar algunos valiosos puntos de prestigio que guardaba para su ansiada habilidad. Devolvió su espada al inventario al notar que las tinieblas de los alrededores comenzaban a extinguirse. Bajó la mirada por instinto a dónde se encontraba la ceniza del espectro, frunciendo el ceño al vislumbrar algo que resplandecía tenuemente.

--Que extraña cosa. --Dijo al levantar la piedra amorfa de color negra, ligeramente traslúcida y con un brillo opaco.

Había algo peculiar en ella, podía sentirlo, pero no sabía que, no era un objeto común, de eso estaba seguro y, el origen del mismo recalcaba eso, solo no sabía de qué forma destacaba.

*Has encontrado una piedra de esencia*

De inmediato abrió la información recibida.

×~×~

-Objeto de un solo uso: Puedes encantar con la energía de la piedra de esencia herramientas, armas, armaduras o artefactos para darles atributos mágicos.

×~×~

Había mucha más información, aunque por el momento no lo entendió por el completo, nunca había encantado nada, ya que se podría decir que en el laberinto sus armas poseían sus atributos únicos desde el momento en que las recibió o creó, pero si lograba simplificarlo todo con lo poco que comprendió, podía decir que serían como hechizos otorgados a las cosas para hacerlas más fuertes, algo que por supuesto le agradaba.

Giró la cabeza, solo para encontrar a su subordinada arrodillada ya en forma humana, con las manos tocando la tierra y la cabeza gacha.

--¿Qué pasa? --Preguntó con una ligera curiosidad.

--Lo lamento Trela D'icaya, le he fallado. --Dijo con demasiada culpa, no atreviéndose a levantar la mirada.

Orion le miró por un momento más, no entendiendo sus disculpas, pero por la situación apremiante que estaba viviendo no le dio mucha consideración a los sentimientos de su subordinada.

--Levántate y, habla correctamente. --Ordenó.

Mujina obedeció, mordió sus labios y rápidamente bajó la cabeza.

--Trela D'icaya, no he cumplido con mi deber --Dijo con pesar--. Mi incompetencia insulta su presencia, por favor castígueme.

Orion se preparó para preguntarle de qué hablaba cuando repentinamente se percató de su propio estado, la pelea había sido tan rápida que no notó sus heridas, sintiendo la frialdad en una de sus mejillas, que, después de llevar su mano a tocarla, apreció la sangre en sus dedos y, no fue el único lugar, pues, en varias partes de sus brazos se encontraban largos rasguños y cortes poco profundos, para él no eran verdaderas heridas, no lo consideraba algo de importancia, pero parecía que para su capitana de la guardia real sí.

--¿Un castigo? --Meditó la propuesta-- Por el momento levanta a ese soldado y volvamos, ya pensaré en un castigo apropiado.

--Sí, Trela D'icaya. --Dijo con su compostura habitual, ya se sentía miserable por haber fallado en su protección, no podía fallar ahora con la orden.