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El despertar de Sylvia

En un mundo donde la realidad y la fantasía colisionan, Carlos, un jugador de videojuegos, se encuentra atrapado en el cuerpo de su avatar elfico, Sylvia. Despertando en un reino desconocido, debe navegar por una vida que es tanto familiar como extraña, enfrentando desafíos que ponen a prueba su identidad y su supervivencia. Capturada y acusada de espionaje, Sylvia es llevada ante los templarios y sacerdotes del monasterio, quienes ven en ella tanto una amenaza como una posible clave para un antiguo misterio. A través de juicios y tribulaciones, Sylvia se ve obligada a adaptarse a su nuevo entorno, aprendiendo las enseñanzas de Olpao y descubriendo paralelismos sorprendentes con su vida pasada. Mientras se sumerge en las profundidades de la fe y la política del monasterio, Sylvia descubre una profecía sobre los "Viajeros de Mundos", seres con el poder de alterar el destino de su mundo. Con esta nueva comprensión, se encuentra en el centro de una lucha por el poder, donde las alianzas son tan volátiles como las verdades que busca. Enredada en una red de manipulación y engaño, Sylvia debe discernir amigos de enemigos, especialmente cuando Günter, un templario con oscuros motivos, la arrastra hacia una trama de intrigas. Con cada capítulo, la tensión se intensifica, y Sylvia se encuentra en una carrera contra el tiempo y las sombras que buscan usarla como peón en un juego peligroso. "El Despertar de Sylvia" es una historia de transformación, descubrimiento y la lucha por la autenticidad en un mundo donde las apariencias pueden ser tan engañosas como la magia que lo impregna.

Shandor_Moon · แฟนตาซี
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48 Chs

48. La última resurrección.

El gran día había llegado. Solo faltaba por resucitar a la pequeña niña, y el ambiente en el monasterio estaba cargado de una mezcla de tensión, emoción y esperanza. Las impresionantes instalaciones de la Isla de la Sangre se habían reconstruido completamente. Las tierras de cultivo, con sus fértiles surcos listos para recibir las semillas, esperaban pacientemente el momento de ser sembradas. Los jardines, ordenados y floridos, ofrecían un respiro de belleza y serenidad, mientras la pequeña parte boscosa de la isla se mantenía confinada a su lugar de origen, sus árboles susurrando antiguos secretos al viento. 

Los demás soldados invasores se pusieron a buen recaudo, encadenados y vigilados rigurosamente. Varias patrullas se aseguraban de que la muralla, el puerto y la puerta del puente estuvieran bien custodiados, en previsión de cualquier imprevisto si la isla volvía de golpe al plano normal. 

La última ceremonia se iba a llevar a cabo en el majestuoso templo de Nerthys. El edificio, una maravilla de arquitectura antigua, se alzaba imponente con sus altos techos abovedados y columnas de mármol intrincadamente talladas. Las paredes estaban adornadas con frescos que representaban escenas de muerte y renacimiento, y los vitrales coloreados filtraban la luz creando patrones místicos en el suelo de piedra pulida. El ambiente era solemne, sagrado, y lleno de una energía casi palpable que parecía vibrar en el aire. 

Morwen y Keira se encontraban junto al altar, sus rostros reflejando una mezcla de solemnidad y anticipación. El altar, hecho de ónix negro y decorado con runas antiguas, estaba iluminado por la suave luz de cientos de velas. Sus llamas titilantes proyectaban sombras danzantes que parecían cobrar vida y moverse al ritmo de la respiración colectiva de los presentes. 

Morwen tomó la palabra primero, su voz resonando en el vasto espacio del templo con una autoridad tranquila. —Hoy nos reunimos aquí para honrar a Nerthys, nuestra diosa de la muerte, y para expresar nuestro más profundo agradecimiento por su protección y guía. Todo el monasterio debe sentir gratitud hacia ella y mantenerla presente en nuestras oraciones, no solo hoy, sino todos los días de nuestras vidas. 

La congregación, compuesta por hermanas resucitadas, guerreros y viajeros, escuchaba en silencio, sus rostros mostrando una mezcla de reverencia y esperanza. El eco de las palabras de Morwen se desvaneció lentamente, dejando un silencio expectante. 

Keira tomó el relevo, su voz firme y cargada de emoción. —Hoy es un día trascendental. No solo recuperamos la vida de nuestra última hermana, sino que también cerramos un ciclo de muerte y resurrección. Con este acto final, esperamos que Nerthys nos devuelva a nuestro mundo, donde podremos continuar nuestra misión de restaurar y proteger nuestra tierra. 

Los presentes intercambiaron miradas llenas de emoción contenida. La expectativa de volver al plano de los vivos llenaba el aire, mezclándose con el aroma del incienso que quemaba en grandes braseros de bronce colocados a lo largo del templo. 

Sylvia, nerviosa pero decidida, se acercó al altar. El peso de la responsabilidad y la magnitud del momento pesaban sobre sus hombros. Su respiración era rápida y entrecortada, y su corazón latía con fuerza en su pecho. Las miradas de apoyo de Morwen y Keira le dieron fuerzas, pero no podían disipar completamente la ansiedad que sentía. 

—Estoy lista —dijo Sylvia, su voz apenas un susurro, pero llena de resolución. 

Keira y Morwen asintieron, cada una con una expresión de apoyo y orgullo en sus rostros. Sylvia cerró los ojos por un momento, reuniendo su energía y concentrándose en la tarea que tenía delante. Sentía las miradas de todos los presentes, y aunque eso añadía presión, también le proporcionaba una fuente de fortaleza. 

La pequeña niña yacía en el centro del altar, rodeada por runas brillantes y flores de invierno, innecesarias, pero a la vez importantes para realzar la importancia del momento. Sylvia extendió sus manos sobre el cuerpo inerte, comenzando a murmurar las palabras sagradas del ritual. La energía empezó a fluir a través de ella, un torrente ardiente que hacía vibrar el aire a su alrededor. 

El ataque de nervios que Sylvia sintió al principio comenzó a desvanecerse conforme se sumergía en el ritual. Su concentración era absoluta, y sus manos se movían con una precisión y gracia perfeccionadas a través de incontables resurrecciones. El templo estaba sumido en un silencio expectante, roto solo por los murmullos de apoyo de las almas de las hermanas resucitadas que parecían flotar a su alrededor, sus voces etéreas mezclándose con el zumbido del poder místico que llenaba el aire. 

Mientras la energía de la vida fluía a través de ella, Sylvia podía sentir la presencia alentadora de las hermanas. Lentamente, la pequeña figura en el altar comenzó a recomponerse, sus fragmentos uniéndose en un todo armonioso bajo la dirección de las manos de Sylvia. 

En ese momento, Sylvia desvió la mirada hacia el soldado situado a la derecha del cadáver de la niña, bien sujeto por Sigfrid, quien, como comandante de las fuerzas de batalla de las hermanas, tenía el honor de evitar cualquier intento de ataque por parte del soldado hacia Sylvia. El soldado, con los ojos llenos de temor y confusión, observaba impotente. 

Sylvia lo miró con desprecio durante unos instantes, mientras todos en la sala contenían el aliento. Con una sonrisa en sus labios, levantó su mano izquierda hacia el soldado. 

—Esto no te va a gustar. Pagarás con dolor y con tu vida lo que le hiciste a esta niña para devolverla a la vida —dijo, su voz resonando con una frialdad que contrastaba con el calor de la energía vital que estaba a punto de extraer. No sabía si los soldados eran conscientes de todo antes de salir de la parálisis, pero en su mente, quería torturarlo si era posible. 

Sylvia comenzó las plegarias y un hilo de energía comenzó a salir del cuerpo del soldado. La esencia de la vida estaba siendo arrancada de su cuerpo. El soldado empezó a luchar al salir de la congelación, sus ojos desorbitados y llenos de horror al comprender su destino. Vio la sonrisa en los labios de Sylvia y su mente se llenó de preguntas y miedo. ¿Cómo una hermana de la orden estaba matándolo? Recordó con claridad haber estado jugando a pasarse la cabeza de la niña situada a su izquierda, la cual ahora volvía a tener su cabeza unida a su tronco. ¿Cómo había pasado esto? ¿Cómo había pasado de estar torturando a las hermanas a estar siendo su vida arrancada de su pecho con un dolor mayor que si le hubieran clavado una daga en el corazón? 

Con cada palabra de las plegarias de Sylvia, el soldado gritaba de dolor, su voz resonando en el templo. El horror y el sufrimiento se grababan en su rostro mientras la última gota de energía vital salía de su cuerpo. Sylvia, con una mueca de satisfacción cruel, dirigió esa energía hacia la niña. 

La esencia de la vida viajó desde su mano izquierda, cruzando su cuerpo, y salió por su mano derecha hacia el cuerpo de la niña. La muchacha comenzó a moverse, sus ojos parpadeando mientras la vida volvía a inundar su cuerpo. 

El rostro del soldado quedó congelado en una mueca de horror y dolor eterno, mientras el templo se llenaba de un silencio cargado de asombro y reverencia. Sylvia, al ver a la niña abrir los ojos, sintió una oleada de alivio y satisfacción. La última resurrección había sido un éxito. 

Morwen y Keira, observando desde cerca, intercambiaron miradas de alegría y alivio. La culminación de este arduo trayecto estaba finalmente a la vista, y la expectativa de un nuevo futuro se asentaba en sus corazones. 

Sylvia ayudó a la niña a sentarse, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad. —Bienvenida de nuevo —susurró, su voz quebrada por la emoción. 

El templo estalló en aplausos y vítores. La alegría y el alivio resonaban en las altas bóvedas, y las llamas de las velas parecían brillar con más intensidad, como si también celebraran el éxito del ritual. 

Keira levantó las manos, llamando a la calma. —¡Silencio, por favor! Aún no hemos terminado. 

El bullicio se apaciguó lentamente, y todos volvieron sus ojos hacia Keira. —Ahora es momento de nuestras últimas plegarias de agradecimiento a Nerthys. Pidamos juntos que nos guíe de vuelta a nuestro mundo, para que podamos continuar nuestra misión con renovada fe y determinación. 

Morwen, con la niña aún sentada a su lado, comenzó a entonar una oración, seguida por todos los presentes. La voz unificada de la congregación llenó el templo, una melodía de gratitud y esperanza que resonaba en cada rincón del sagrado recinto. 

Mientras la última nota de la oración se desvanecía, un suave resplandor verde comenzó a envolver el templo. La figura etérea de Nerthys apareció una vez más, su presencia majestuosa y tranquilizadora. Con una sonrisa benevolente, levantó una mano en señal de bendición. 

—Habéis cumplido con vuestra tarea de manera admirable. Ahora, como prometí, os devolveré a vuestro mundo. Que la paz y la fuerza os acompañen siempre. 

Con un gesto de su mano, el resplandor verde se intensificó, envolviendo a todos los presentes en una cálida y reconfortante luz. Un suave viento comenzó a soplar, trayendo consigo el aroma de flores y tierra húmeda, señales del regreso al plano de los vivos. 

Cuando la luz finalmente se desvaneció, encontraron que el templo estaba en silencio y calma. Morwen y Keira intercambiaron una mirada de comprensión y alivio antes de que todos se dirigieran lentamente hacia la salida del templo. A medida que se acercaban a la puerta, una sensación de anticipación y nerviosismo se extendía entre ellos. 

Al abrir las pesadas puertas del templo, una brillante luz azul inundó el interior. El cielo, despejado y resplandeciente, contrastaba fuertemente con la mortecina luz verde que había envuelto la isla durante tanto tiempo. El aire fresco y limpio llenó sus pulmones, y un sentimiento de euforia comenzó a crecer dentro de ellos. El azul del cielo parecía más intenso, más vivo, como una promesa de un nuevo comienzo. 

Sylvia, con la pequeña niña a su lado, salió al exterior y levantó la vista al cielo, su corazón lleno de alegría y temor al mismo tiempo. A su alrededor, los demás seguían su ejemplo, mirando el cielo con asombro y gratitud. Las lágrimas de alivio y felicidad rodaban por sus mejillas mientras se abrazaban, compartiendo el momento con risas y abrazos. 

—Estamos de vuelta —murmuró Morwen, su voz llena de emoción—. Estamos de vuelta en nuestro mundo. 

Keira, aún manteniendo su compostura, no pudo evitar que una sonrisa se extendiera por su rostro. El alivio y la esperanza brillaban en sus ojos. El futuro les esperaba, lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades. 

En las catacumbas, los soldados apresados comenzaron a despertar de su congelación. Los gritos de terror y confusión llenaron el aire mientras se encontraban encadenados y atrapados. Las antorchas parpadeaban, iluminando sus rostros llenos de pánico. Los guardias, alerta y preparados, mantenían sus posiciones, asegurándose de que los prisioneros no representaran una amenaza. 

Una de las guardias, con el corazón latiendo con fuerza, salió corriendo de las catacumbas. Sus pasos resonaban en los pasillos de piedra mientras se dirigía rápidamente hacia el templo de Nerthys. Al llegar a la puerta, se detuvo un momento para recuperar el aliento antes de encontrarse con Keira, que estaba a punto de bajar las escaleras. 

—¡Keira! —exclamó la guardia, su voz entrecortada por la emoción—. ¡Los prisioneros! Han dejado de estar congelados. Ahora están despiertos, aterrorizados, pero siguen encadenados. 

Keira asintió, procesando rápidamente la información. —Gracias por avisarme. Mantén a los guardias en sus posiciones y asegúrate de que todo esté bajo control. Voy para allá. 

La guardia asintió y se dio la vuelta, regresando rápidamente a las catacumbas. Keira, con una nueva determinación en sus ojos, se dirigió a Morwen y Sylvia, que aún estaban afuera del templo. 

—Tenemos trabajo que hacer. Los prisioneros han despertado. Debemos asegurarnos de que todo esté bajo control y empezar a planificar nuestro próximo paso —dijo Keira, su voz firme pero llena de resolución. 

Sylvia, aún sosteniendo la mano de la pequeña niña, asintió. —Estamos listas, Keira. Haremos lo que sea necesario. 

La pequeña niña, con ojos curiosos y llenos de vida, miró a Sylvia y sonrió. Sylvia le devolvió la sonrisa, sabiendo que, aunque el camino había sido arduo, el futuro ahora les pertenecía, lleno de esperanza y posibilidades. 

Con el cielo azul sobre ellos y el camino despejado, el grupo avanzó con una mezcla de alegría y expectación, preparados para enfrentar los desafíos que los próximos días, meses e incluso años pudieran traerles. La protección y guía de Nerthys seguirían siendo su faro mientras navegaban por el nuevo capítulo de sus vidas. 

Siento la demora con este capítulo. Llevar a delante dos webnovels, mi trabajo, mi familia y en general el resto de mi vida hace algo difícil poder ser fiel a un capítulo diario. Intentaré no seguir fallando con "El despertar de Sylvia" y "Venida al destino", la que se quedará parada un tiempo es "Oscura Devoción" que es imposible uno a la semana si no llego al uno al día con las otras dos.

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