—Sí, vámonos —asintió Nix, y salieron caminando.
Subieron al coche y se dirigieron hacia la casa familiar.
Tan pronto como llegaron, aparcaron el coche y bajaron, listos para entrar en la mansión, pero justo entonces, otro coche, que pertenecía a Vicente, entró y se estacionó.
Vicente bajó y cerró el coche con llave.
Levantó los ojos y al verlos, una suave sonrisa apareció en su rostro.
Se acercó a ellos, y Valerio, que en realidad estaba sorprendido de que llegara temprano, levantó las cejas.
—Para alguien que siempre llega tarde como tú, me sorprende —comentó.
—Pfft, esto es importante. No puedo permitirme llegar tarde —respondió Vicente, y juntos, los tres entraron en la mansión.
Subieron las escaleras hacia la amplia sala de reuniones dentro del edificio.
Valerio abrió la puerta y entraron para encontrarse con Lucius, el señor Lefron, Sarah y el niño pequeño sentados al otro lado de la mesa.
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