—¿Estás segura de que estás bien? —Caña entrecerró los ojos. Su mirada era intensa sobre su compañera, porque ella había estado actuando de manera extraña últimamente. Sus emociones eran erráticas y sucedía a menudo.
—Estoy bien —sonrió Iris—. Me pongo de puntillas y tiro de tu ropa para doblar mi cuerpo, para poder besar tu mejilla. Estoy siendo más afectuosa en público, algo que solía sonrojar me mucho.
Caña la miró, pensativo, mientras pasaba su brazo alrededor de su cintura, apenas rozó su vientre.
—Volvamos a la casa de la manada. No anden por ahí.
—Pero, no estoy sola —protestó Iris.
—Aún así.
Por otro lado, Celia estaba charlando con Eron y Dyne, les dijo que compró algo dulce para Joel. La chica se había encariñado con el joven guerrero, viéndolo como su hermano mayor, ya que lo echaba de menos a menudo.
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