—¡Zen! ¡Levántate! —Zander subió a su cama y sacudió el cuerpo de su hermano para que se despertara—. ¡Deja de dormir, despierta!
—Vete… —Zenith empujó a Zander, pero su gemelo era persistente.
Mientras tanto, Cosa Pequeña aguzó su oído y vio esta conmoción habitual, pero eligió volver a dormirse. No había nada nuevo. Esta era la rutina por la mañana.
Zander y Zenith todavía dormían en la misma habitación, en camas separadas, pero el próximo año se les daría su propia habitación.
Iris quería mantenerlos cerca de ella un poco más de tiempo, pero los chicos estaban muy emocionados de tener su propia habitación para decorar. En el caso de Zander, era porque le gustaba la idea de poder tener un gran espacio para él solo, pero para Zenith significaba que podía dormir sin que su hermano saltara sobre él todas las mañanas.
—¡Despierta! ¡Despierta! —Zander le mordió el brazo levemente para que su hermano despertara—. ¡Hoy es nuestro cumpleaños!
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