Yuri y Nikolai se cruzaron una mirada, un destello de esperanza parpadeando en sus ojos. Tal vez, como ella había dicho, ella podría ser capaz de ganar.
El señor Sergey y cada miembro de la manada comenzaron a inquietarse, preguntándose cómo los roles se habían cambiado de repente. ¿Cómo era posible que Ania, que estaba en posición de ganar, luchara de repente por su maldita vida?
Ella era una maldita omega, ¡y una fuerte además! ¿Cómo había permitido que un simple humano la pusiera en una posición tan difícil? ¡En este punto, podría morir realmente!
—¡Ania! ¡Sal de ahí ahora mismo! ¡Rompe esa maldita cosa! —Se levantó de su silla y gritó a la chica, su voz resonando a través de todo el salón.
Yuri frunció el ceño en su dirección y sus ojos se estrecharon en una mirada severa. —¡Adeline! ¡Tú. Puedes. Ganar! —Gritó con todas sus fuerzas, atrayendo la atención de toda la multitud.
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