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Rebeca no es mi mujer.

- ¿Quieres irte? -Álvaro de repente no quería separarse de Eduardo. Era una sensación muy contradictoria. Aunque todavía no sabía el resultado, ya estaba seguro de que era su hijo.

Solo con este pensamiento podría quedarse tranquilo y sentiría menos culpa y arrepentimiento en su corazón.

Eduardo vio el abrigo en su mano y supo que también iba a salir, así que asintió levemente.

Adriano salió corriendo de la habitación y grito:

-Eduardo, ¡ven a verme mañana! -cuando levanto la cabeza, vio a Álvaro de pie allí también y se sintió avergonzado inmediatamente. -Padre. -Adriano contuvo su infantilidad con rapidez y se quedó allí obedientemente.

Al verlo así, Eduardo dijo en voz baja:

-Se amable con tu hijo. Ya que eres su padre, tienes que comportarte como un padre. -después de hablar se dio la vuelta y se fue.

Álvaro se quedó aturdido.

- ¡Ve a acostarte y descansa! Tu madre volverá pronto. Deja que ella cocine algo delicioso para ti… voy a Sali y no volveré a comer. -dijo Álvaro, se lo dijo a Adriano, pero ni siquiera lo miraba.

-Vale. -contesto Adriano. El miro a la espalda de Eduardo con pena y agito la mano.

Eduardo salió y Mayra lo estaba esperando en la puerta.

- ¿Te has divertido mucho? ¿Sabías que tu madre y yo estábamos preocupadas por ti? -dijo Mayra. Mientras hablaba, Álvaro también salió.

-Volvamos juntos al hospital. -dijo Álvaro, mientras hablaba, intento coger la mano de Eduardo, pero Mayra se lo impidió.

-Señor Álvaro, es casi mediodía. Mejor quédese en casa y coma. Catalina no le necesita.

Álvaro no logro agarrar la mano de Eduardo, se sentía disgustado, pero Mayra no le hizo caso y subió al coche con Eduardo directamente.

-Eduardo, eres demasiado inocente y no sabes la maldad de la gente. ¿Cómo es que te subes a su coche? ¿No tienes miedo de que te venda y no puedas encontrarte con tu madre? -las palabras de Mayra estaban llenas de ironía.

La ira de Álvaro se estaba acumulando, pero no dijo nada. Subió a su coche y se fue con rapidez.

Eduardo vio que Álvaro se rendía frente a Mayra y dijo sacudiendo la cabeza:

-Mayra, te aconsejo que seas amable con él. No olvides que tiene la ultima palabra en Ciudad H. si quiere acosarte, te hará perder el trabajo solo con una palabra, no llores cuando eso ocurra.

-Eduardo, ¿de que estas hablando? Te estoy ayudando, ¿sabes? Si de veras me hace perder el trabajo un día, ¿podrías mantenerme? -a Mayra le gustaba bromear con Eduardo. Ese mocoso todavía era un niño, pero siempre actuaba como un adulto.

Eduardo frunció el ceño con disgusto y dijo:

- ¿Quién quiere mantenerte? Comes demasiado, me vas a dejar pobre.

- ¡Eduardo!

- ¿Qué? Si sigues comiendo así, me preocupa que no seas capaz de encontrar novio. -Eduardo continúo burlándose de ella.

Mayra sonrió con malicia y dijo:

-Si no puedo encontrar un novio, confiare en ti. De todos modos, eres bastante guapo. Cuando crezcas, definitivamente será un hombre muy atractivo.

-No te quiero. Tengo que mantener a mi madre y a mi hermana. Date prisa y vámonos. Mi madre todavía no ha comido nada. -Eduardo se sentó y se puso el cinturón de seguridad.

Mayra vio que Eduardo ya no quería discutir con ella, así que subió al coche.

-¿Crees que Álvaro irá al hospital? -pregunto Mayra.

- ¿A quién le importa si va o no? Mama es mía. No me importa si él está allí o no cuando quiero visitar a mi madre. Mayra somos los anfitriones y el es el huésped. Si crees que es desagradable, puedes echarlo. -Eduardo empezó a tender trampas.

-Oye, acabas de decirme que no debería ofenderlo. ¿Y si pierdo mi trabajo? Eres un niño, ¡Tu deberías hacerlo! -dijo Mayra.

Eduardo y Mayra discutieron y volvieron al hospital con alegría. Tan pronto como entraron en la habitación, sintieron que la atmosfera allí era anormal.

El aliento de Álvaro era frio, haciendo que la temperatura de toda la habitación cayera.

-Oye… ¿Samara sigue viva? -Mayra se sorprendió mucho y casi no sabía que decir.

Eduardo entro corriendo. Cuando vio la huella de la palma y la hinchazón en la cara de Samara, sus ojos se llenaron de ira inmediatamente.

- ¡Hijo de puta! ¡Como te atreves a pegar a mi madre! -Eduardo se dio la vuelta y corrió hacia Álvaro furiosamente. Después, pego a Álvaro con sus manos y pies.

Álvaro se quedó inmóvil, soportando la ira de Eduardo. Mayra entro y también se puso furiosa al ver a Samara así.

-Álvaro, ¿eres una persona? ¿Cómo te atreves a maltratar a una mujer así? ¡Eres despreciable! -dijo Mayra.

Samara no sabía que decir al ver la reacción de los dos.

-El no me hizo nada. ¡Eduardo, para! -Samara grito, pero Eduardo no paro. En cambio, dio un paso adelante. Agarro la mano de Álvaro y lo mordió.

El sintió un dolor en la mano, pero no se atrevió a moverse para no hacer daño a Eduardo. Al ver esto, Samara frunció el ceño ligeramente y le dijo a Mayra:

-Ve y separa a esos dos, el no me ha hecho nada.

- ¿De verdad? -obviamente, Mayra no le creía. Cuando se fue, Samara todavía estaba bien. Pero cuando volvió, Samara había sido golpeada y Álvaro llego antes que ellos.

Samara ya sabía cuál era la suposición de Mayra y le dijo en voz baja:

-No fue el, fue Rebeca. Mira, las cosas que me trajo siguen aquí.

Solo entonces Mayra se dio cuenta de la comida en la mesa. Algunas de ellas no habían sido cocinadas y fueron traídas aquí directamente.

- ¿Rebeca? También es una persona de confianza de Álvaro. Eduardo, muérdele fuerte, ¡haz que le duela! -dijo Mayra con rabia.

Cuando Eduardo oyó a Samara decir que no era Álvaro, decidió dejarlo libre. Pero al oír a Mayra se sintió como un perro.

Soltó a Álvaro y vio y vio un circulo de dientes en la parte posterior de su mano. Incluso había rastros de sangre allí. Aparto la cabeza hacia un lado y dijo:

-No pienses que me disculpare. Tu mujer es igual que tú.

- ¡Rebeca no es mi mujer! -dijo Álvaro fríamente, pero su voz era fuerte.

Samara y Mayra se quedaron atónitas. Esta explicación no tenia nada que ver con lo que se estaba discutiendo en ese momento. Además, dado a que Rebeca y Álvaro ya tenían un hijo, ¿Cómo era posible que Rebeca no fuera su mujer?

Samara hizo una señal a Eduardo.

-Madre, ¿Cómo estás? ¿te duele? iré a pedir hielo para enfriar tu cara, ¿vale? -cuando Eduardo estaba con Samara era amable. Al ver su expresión suave, Mayra incluso deseaba poder abrazar a Eduardo y consolarle.

Samara acaricio la cabeza de su hijo y dijo:

-Estoy bien. La hinchazón bajara muy pronto. Ve y compra comida con Mayra… tengo hambre.

-Pero mama, si me voy, ¿Qué harás si alguien te molesta? -Eduardo miro fríamente a Álvaro.

-Te prometo que no dejare que le pase algo a tu madre nunca más. -Álvaro dijo apresuradamente, pero Eduardo no le creyó.

-Basta, cuando Carlos estaba con mi madre el siempre la cuidaba con mucha atención. No podía soportar verla herida. Pero después de llegar a Ciudad H, mi madre tuvo un accidente y tu mujer la golpeo, ¿Quién podría creerte ahora? -lo que Eduardo dijo, dejo a Álvaro sin palabras.

Esta fue la primera vez que sintió que la elocuencia del niño era tan buena.

-Yo manejare este asunto, no te preocupes, definitivamente te daré una explicación. -Álvaro miro a Samara.

Cuando oyó a Eduardo hablar lo bien que Carlos trataba a Samara, no pudo evitar sentirse celoso.

Sin embargo, Samara dijo con indiferencia:

-Gracias por su amabilidad señor Álvaro. Tal vez no me conviene Ciudad H, o tal vez su novia, la señora Rebeca, malinterpreto algo por mi género. Pero Señor, no tengo la obligación de soportar las sospechas de su novia, así que esta es la ultima vez. De lo contrario, no seré tan cortes. Justamente mi pierna esta herida y no puedo ir a trabajar. He llamado a Carlos y espero que pueda comprarme un pasaje de avión, quiero volver a Estados Unidos para recuperarme. -Al oír que Samara quería irse, Álvaro entrecerró los ojos al instante.

- ¿Quieres irte?

-Si, para evitar malentendidos de la señora Rebeca. Además, tampoco puedo descansar bien… así que es lo mejor que se puede hacer. -contesto Samara.

- ¡No tienes que irte! ¡Ella es la que tiene que irse! -Álvaro dijo directamente.

Sin embargo, Samara sonrió y dijo:

-No necesitas hacer esto por una persona ajena como yo causando problemas entre la señora Rebeca y usted. No soy de Ciudad H, así que me conviene volver a Estados Unidos. Cuando mi pierna este curada, si todavía estas interesado en cooperar con nosotros, podre volver.

- ¡Que bien! ¿Vamos a volver con Carlos? Mama, echo de menos a Carlos. ¿Cuándo nos vamos? -Eduardo se sentía muy feliz, pero Álvaro se sentía muy celoso al ver su expresión alegre.

- ¡No te lo permito! -grito Álvaro.

- ¿No se lo permites? Álvaro, ¿Quién te crees que eres? ¿Por qué no se lo permites? -Mayra no podía aguantar más.

Sin embargo, Álvaro dijo en tono dominante:

- ¡Manejare el asunto de Rebeca, pero no puedes irte! También llamare a Carlos para aclarar las cosas.

-Señor Álvaro, creo que… -Antes de que Samara pudiera terminar la frase, Álvaro dio un paso adelante rápidamente.

- ¿Qué crees? Samara, creo que tenemos que hablar a solas sobre un asunto. -su mirada era muy fría e incluso llevaba un rastro de violencia y amenaza.

Samara rara vez lo veía así y se quedó atónita.