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QUIERO A ESTA MUJER

Aunque Carlos se veía un poco deprimido cuando entro, la mujer se dio cuenta de que su traje era hecho a medida.

-Señor, ¿es su primera vez aquí? ¿Quiere una habitación privada con vino? ¡Estoy a su disposición!

El olor acre del perfume de la mujer hizo que Carlos recordara a Samara otra vez. Ella no usaba perfume, pero parecía tener una fragancia única en su cuerpo que era muy encantador.

-Vete. -Carlos la empujo y se fue solo al bar.

Al ver que la mujer había sido empujada, la jefa se adelantó rápidamente para atender a Carlos.

-Señor, ¿es su primera vez aquí? Es muy ruidoso fuera. ¿Por qué no le preparo una habitación privada? Puede beber y divertirse. Supongo que usted es una persona respetable, estaría mal provocar un escándalo, ¿no? -la mujer era muy astuta.

Carlos tampoco estaba familiarizado con aquel lugar. Cuando escucho lo que dijo la mujer, lo pensó por un momento y dijo:

-Quiero una habitación aislada, no quiero que me molesten. Te daré suficiente dinero si la habitación es tranquila.

- ¡Bien! Sígame, señor. Tenemos una habitación aislada en el primer piso, que esta cerca del sótano. Normalmente, nadie va allí. Puede quedarse en ella.

-Vamos.

Carlos solo quería un lugar para quedarse, fuera bebiendo o recuperándose de los daños el solo ya que no quería que nadie viera lo frágil que estaba. Todo su orgullo había sido aplastado frente a Samara y no quería que otros vieran su estado lamentable.

La jefa había visto a numerosas personas como Carlos, que iban allí para beber sin querer ser molestados porque sus relaciones no habían salido bien. Por eso lo llevo rápidamente a la habitación.

-Señor, ¿necesita una mujer? -pregunto la mujer rápidamente.

- ¡No, fuera! ¡Nadie puede entrar sin mi permiso! -Carlos arrojo el dinero que llevaba en la cartera.

La jefa vio que Carlos era generoso, tomo el dinero y salió rápidamente.

Carlos vio que la decoración era bastante buena, aunque era lujosa, le hacia sentir feliz. Gastar dinero para emborracharse era lo más ridículo que había hecho en su vida, pero ¿y qué? ¿a quién le importaba?

En este momento, Samara estaría probablemente viviendo una vida feliz con su hijo en Ciudad H. Cuanto mas lo pensaba, mas triste se sentía. El camarero trajo vino.

-Señor, es el vino que quiere. Si lo termina, toque el timbre y le traeremos más.

-Vale.

El camarero se fue. Carlos abrió la botella de vino y ya no necesitaba una copa, no había nadie allí y no tenia que fingir ser elegante. Levanto la cabeza y se bebió toda la botella. La sensación picante estimulo sus papilas gustativas, haciendo que se sintiera insoportable y a la vez refrescante.

Bebió botella tras botella, pero en su trance escucho los gritos de una mujer. Esa voz le sonaba familiar, tanto que se parecía a la voz de Samara. Al principio creyó que se había vuelto loco y volvió a pensar que Samara estaba acompañando a Eduardo en Ciudad H y era imposible que estuviera allí.

Cogió otra botella de vino y se la vertió en la boca, pero el ruido exterior se hizo aún más intenso. Carlos estaba ligeramente aturdido y se preguntó porque esa voz le sonaba tan familiar.

Se levantó y abrió la puerta de la habitación, la voz venía desde el sótano y pudo oír la voz más claramente. Era la voz de Samara. En los últimos 5 años, Carlos ya estaba demasiado familiarizado con esa voz y sospecho que Samara estaba allí.

Carlos arrojó la botella de vino y rápidamente camino hacia el sótano. Había alguien vigilando la entrada y cuando vieron a Carlos, que estaba tan borracho, pensaron que se había equivocado de dirección. Entonces, rápidamente le detuvieron y le dijeron:

-Señor, lo siento, está en el lugar equivocado. Este es nuestro sótano su habitación privada está allí.

Ahora estaba muy despierto y los gritos desde dentro sonaban de nuevo, parecía que una persona estaba siendo castigada. Carlos estaba muy ansioso, pero pregunto con indiferencia:

- ¿Qué es eso? ¿Aquí hay ese tipo de servicios? -el servicio al que se refirió era el abuso sexual.

Al escuchar las palabras, el que guardaba la puerta sonrió rápidamente y dijo:

-No tenemos ese servicio. Todos estos son novatos que compramos últimamente, que no obedecen, entonces los encerramos aquí para darles una lección. Solo cuando son obedientes pueden servir para los clientes y ganar dinero, ¿no?

Carlos entrecerró los ojos.

- ¿Lección? ¿Qué lección? ¿Podría ser que vosotros les obligáis a serviros primero?

- ¡No! No nos atrevemos a hacer nada con ellas. Todavía tenemos que contar con ellos para ganar dinero. Mira, hay una muy bonita entre ellas. Se dice que es infiel y ha sido vendida aquí por su suegra. Al principio, pensábamos que era muda y no podía hablar. No esperaba que su voz se perdiera por el momento, pero después de estos latigazos, su voz ya es suficiente para hacer que el corazón de uno se acelere. Sí está interesado, venga aquí mañana. Tenemos una subasta y el mejor postor la ganara. -el hombre habló interminablemente con Carlos.

Carlos estaba muy ansioso y dijo:

-Déjeme entrar y echar un vistazo. Sí es hermosa, vale la pena venir mañana. Pero si es fea, no quiero perder mi tiempo.

-Señor, es absolutamente hermosa. ¡No te preocupes!

-Es posible que nuestros gustos no se coincidan. Déjeme echar un vistazo. No voy a interferir solo quiero echar un vistazo. Sí es realmente buena, te garantizo beneficios. -Carlos sacó una pila de dólares de su bolsillo y se la entregó.

El portero nunca había visto tanto dinero y estaba muy emocionado.

-Vale, señor. Solo echa un vistazo, no interfiera. No se preocupe, hemos estado en este negocio durante tantos años que no les hacemos daño. No dañamos su cara, es la esencia del negocio. No se preocupe, no se mueren después de una paliza. Por lo más, no pueden moverse por el dolor por una noche. -cuanto más hablaba el portero, más ansioso se volvía Carlos.

-Date prisa, déjame ver con claridad para que pueda volver y preparar el dinero.

-Por aquí, señor. -el portero miró a su alrededor y se aseguró de que nadie estaba cerca. Solo entonces abrió la puerta del sótano y dejó entrar a Carlos.

Después de abrir la puerta, el olor a sangre y lleno su nariz. No veía claramente, había varios pilares en el sótano y mujeres atadas a ellos. Frente a ellas, había un hombre grueso sosteniendo un látigo y azotándolas. La sangre empapaba su ropa y la escena era muy horrible. Los gritos sonaban interminablemente.

Aquellos hombres rieron en voz alta y dijeron:

-Mañana aprovecharéis la oportunidad de mostraros. Si alguno de los jóvenes ricos se ha encaprichado por vosotras y os compra será un buen resultado. Sí no, tendréis que trabajar satisfaciendo las ganas de los clientes. De lo contrario, Bush castigaré fuertemente. ¡Una vez que entréis en este lugar, aceptad este destino! No me importa quiénes sois, solo tenéis una identidad, sois el producto. Sois productos que he comprado con mucho dinero. ¡Si no ganáis suficiente dinero para mí, efectivamente no viviréis con tanta facilidad!

Justo cuando el hombre terminó de hablar, una mujer le escupió en la cara.

- ¡Mátame! ¡nunca os obedeceré! -la voz de la mujer estaba ronca y todo su cuerpo cubierto de heridas. Gotas de sangre goteaban por su cuerpo hasta llegar a sus pies, ya reuniendo un gran charco de sangre.

Carlos, se tenso de repente y supo que era Samara. Pero ¿Por qué estaba ella allí? Justo cuando quiso dar un paso adelante, el hombre le dio una fuerte bofetada a Samara y maldijo:

-Puta, ¿crees que no te follaria ahora?

- ¡Para! -Carlos grito de repente, sorprendiendo a todos.

Samara de repente levanto la cabeza y vio a Carlos en la entrada de la mazmorra mirándola fijamente. Nunca espero encontrarse con el en este lugar y pensó que dios estaba con ella. Samara estaba un poco feliz y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Justo cuando quería decir algo, escucho a Carlos.

-Si la rompéis no podrá ganar dinero para vosotros mañana. Yo quiero a esta mujer. No importa cuanto cueste, me la llevare mañana. Desde ahora, no puedes golpearla. ¡Si veo nuevas heridas mañana, destruiré vuestro negocio!

- ¿Quién eres? ¿Cómo has entrado? ¡Jorge, has dejado a alguien entrar otra vez! -el hombre del látigo le grito al portero.

Jorge se rasco la cabeza y dijo:

-jefe, es un gran cliente. Quiero conseguirlo por adelantado.

- ¡Cabron! No es necesario con estas chicas. ¿Eres estúpido?

A Carlos no le importaba lo que dijeran. Miro a Samara con preocupación y ansiedad, pero dijo severamente:

-Repito, no le pegues. ¿Me oyes?

- ¿Quién eres y como te atreves a darme ordenes? Soy muy famoso en esta área.

- ¡Soy Carlos! Si quieres permanecer en Estados Unidos, se obediente. Si veo mas heridas en su cuerpo mañana, ten por seguro que te castigare.

Al escuchar el nombre de Carlos, el hombre se calló inmediatamente.

-Señor Carlos.

- ¿Has oído lo que te he dicho?

- ¡Si, señor! Prometo que no le pegare más, le espero para que la recoja mañana. -dijo el hombre rápidamente. Después de todo, en todo el país, nadie se atrevía a ofender a la familia López.

Carlos miro a Samara y dijo con dolor en su corazón:

-Espérame, vendré a buscarte mañana.

Samara asintió. Cada vez que estaba en una situación miserable, era Carlos quien aparecía. Como podría ella pagarle este favor.