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Capitulo 2: El Angel Asistente

— ¡G…Gran Sacerdote!—alcanzó a balbucear Gea, e inmediatamente se postro ante la aparición de ambos seres.

—Gusto en saludarla. Siempre me es agradable visitar la belleza de este planeta—dijo sonriente el Gran Sacerdote.

Siuk vio con extrañeza la aparición de aquellas divinidades, e inmediatamente se postró para imitar el comportamiento de su maestra. No sin antes dar un pequeño vistazo a Daishinkan. Siuk jamás lo había visto, pero imaginaba que sería un ser de increíble imponencia, dado el increíble respeto y temor que su maestra Gea le profesaba. Por lo que ciertamente, nunca se había imaginado que el poderoso Gran Sacerdote tendría aquella apariencia. Daishinkan era un ser de estatura baja, media un metro cincuenta, de complexión sumamente delgada. Siuk estaba segura que, un golpe de ella, bastaría para aturdir a aquel sujeto. Pero aun así, sus instintos le decían que estaba en presencia del ser más poderoso de los dieciocho universos.

—Supongo que ya sabrá el motivo de mi visita ¿no es así, Kaio-Shin Gea?

La creadora del universo trece apretó fuertemente los puños en el suelo, preparándose para recibir su inminente muerte.

—Estamos listas, Gran Sacerdote— contestó Gea con lágrimas asomándose en sus ojos.

—Mi percepción debe estar jugándome una broma, porque tengo la sensación que usted cree que la vengo a destruir… ¿Qué dices tú, Brandy?

—Totalmente de acuerdo, Padre—contestó la figura que acompañaba al Gran Sacerdote.

Gea y Siuk levantaron la mirada en señal de incredulidad ante aquellas palabras.

— ¡¿No viene a destruirnos por nuestro bajo nivel?!—preguntó Gea sin poder ocultar el tono de sorpresa en su voz.

—Admito que ese era el plan original, pero el Gran Rey Zeno tiene en estima a este universo, y ha decidido darles una oportunidad.

Gea no encontró palabras que expresaran la sorpresa que aquellas palabras habían causado en ella. ¿El rey del todo los apreciaba? Eso debía ser el mayor logro que jamás hubiera conseguido alguien en toda su vida, puesto que el Rey Zeno, nunca había mostrado afección por nada o nadie en particular, o al menos eso parecía.

—N…no sé qué decir. Unas sinceras gracias no bastaran para expresar la gratitud y alivio que siente mi corazón— contesto Gea casi al borde del llanto. A lo que Siuk, se apresuró para tratar de calmar a la Kaio-Shin.

—Me temo que el peligro aún no ha desaparecido Gran Kaio-Shin…—Gea sintió como su voz se extinguía ante aquella frase—…existe una condición para que la destrucción de este universo no suceda, y es que debe de subir, por lo menos a la cuarta posición del ranking universal, para el sexto ciclo del calendario del Rey.

Gea y Siuk cayeron de rodillas de nuevo, ante la impresión de lo que acabaron de escuchar.

— ¿S…subir al cuarto n…nivel p…para el sexto ciclo?

— ¡Eso es imposible!— gritó Siuk con energía y con un dejo de terror en su voz.

—No, no lo es—contesto el Gran Sacerdote con suma tranquilidad—La clave para subir su nivel está en su deficiencia.

Gea y Siuk cruzaron miradas confusas. ¿La clave está en la deficiencia? ¿Qué quería decir el Gran Sacerdote con eso? Justo cuando las deidades iban a entrar en desesperación por aquellas palabras, Gea lo comprendió.

—Necesitamos un dios de la destrucción…

—Justo lo que esperaba de una Kaio-Shin de su nivel. Lo ha comprendido muy bien, en efecto, necesitan un dios de la destrucción para subir de nivel.

Gea sintió un golpe seco en su interior. Para salvar su universo de la destrucción total, tenía que destruir parte de él.

— ¿N…no hay otra forma de subir de nivel?

—La muerte es parte fundamental de la existencia Kaio-Shin Gea. No puede haber creación, si antes no hay destrucción.

—Si esa es la voluntad del Gran Rey…no me opondré—contestó Gea con gran resignación. Puesto que al fin y al cabo, su universo tenía otra oportunidad.

— ¡Maravilloso! El Rey Zeno estará muy contento.

—Creo tener a una candidata para ocupar el puesto de Hakai-Shin…—replicó Gea con un tono ausente en su voz, al recordar a Icell, la Emperatriz de los Demonios del Frio. La Gran Kaio-Shin preferiría morir a manos del Gran Sacerdote, antes de nominar a Icell como la Hakai-Shin de su universo, pero era innegable que la perversa emperatriz era dueña de un poder abominablemente inmenso.

—No será necesario. Mi aprendiz Brandy, se encargará de encontrar y entrenar al Hakai-Shin de este universo—contestó Daishinkan mientras señalaba a la esbelta figura encapuchada que lo acompañaba.

En ese instante, Gea se percató de la presencia de Brandy. Las revelaciones del Gran Sacerdote la habían acongojado tanto, hasta el punto de ignorar la presencia del elegante ser que acompañaba al poderoso ayudante del Rey Zeno.

—Daré mi mejor esfuerzo para ayudar a este universo—contestó la figura encapuchada, mientras se despojaba de la enorme gabardina que cubría su esbelto cuerpo.

Gea y Siuk se sorprendieron al contemplar con mayor detalle al ángel. Como Gran Kaio-Shin, Gea había creado muchas cosas hermosas a lo largo de su universo, pero estaba segura que, ni la más bella de sus creaciones, podía competir con la belleza de Brandy.

El hermoso ángel tenía una frondosa cabellera blanca y ondulada, que caía como una cascada de nieve por debajo de su cintura. Su cuerpo, esbelto y de atributos voluptuosos, se resaltaba aún más, gracias a su traje de color blanco. Pero, la armonía de su figura, se veía completamente nublada ante la inconmensurable belleza de su rostro; el cual enmarcaba de manera sublime, la intensidad de sus ojos escarlatas. Y su tez de color celeste, brillaba con fulgor bajo los tres soles del planeta sagrado.

—Gran Kaio-Shin Gea y aprendiz Siuk, es para mí un honor presentarles a mi discípula más prominente, mi hija Brandy—dijo el Gran Sacerdote con un dejo de orgullo en su voz.

—Es un placer conocerte—contestaron al unísono las deidades del treceavo universo, mientras hacían una profunda reverencia de respeto.

—El placer es todo mío—contestó Brandy con una sonrisa que acentuó aún más su hermosura.

Un aura de color azul profundo se materializo en la mano derecha del Gran Sacerdote, y de aquí, comenzó a emerger un báculo de dos metros de altura. Este artefacto tenía la particularidad de que, en la parte superior, había una esfera negra levitando en medio de un aro celeste, el cual también levitaba.

—Brandy, tu entrenamiento ha terminado. Desde ahora te nombro oficialmente como la asistente y maestra del dios destructor del universo trece—sentenció Daishinkan con un tono solemne, mientras señalaba a Brandy con el báculo.

El voluptuoso cuerpo del ángel comenzó a brillar de manera fulgurosa, y mientras esto sucedía, sus vestiduras blancas estaban dando paso a las ornamentas tradicionales de los ángeles asistentes, las cuales consistían en un traje "base" alargado y acampanado de color gris oscuro; con hombreras infladas y de mangas largas. Encima de este traje, había una especie de delantal negro con bordes dorados y con una serie de símbolos naranjas en medio, los cuales consistían en tres triángulos inversos alineados verticalmente y dos círculos blancos pequeños, uno a cada lado del triángulo inverso de en medio. Sus pies habían sido calzados con un par de elegantes tacones blancos.

Sobre el cuello de Brandy, se materializó un halo de medio metro de diámetro que levitaba al igual que la esfera del báculo, el cual, levitó hacia la delicada mano derecha del ángel.

Gea y Siuk quedaron anonadadas ante la transformación de la hermosa hija de Daishinkan.

—Espero grandes cosas de ti, Brandy. Por favor no decepciones al Rey Zeno—replicó el diminuto Sacerdote con un tono serio.

—Le aseguro que no decepcionare al Rey…ni a usted—contestó Brandy con una ligera reverencia.

Daishinkan sonrió y luego comenzó a levitar en medio de un aura azul profunda, luego añadió:

–Nos veremos hasta el sexto ciclo, Gran Kaio-Shin Gea…Buena suerte—y justo al finalizar su frase, desapareció ante la mirada de las tres divinidades.