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Destinos Entrelazados: El Alfa y la Omega

Él es un alfa líder de la manada Zahk y ella una simple omega, a pesar de ser de dos mundos diferentes el destino buscara unirlos de la manera más extraña moviendo sus cartas a su merced. Que pasara cuando estos dos finalmente se encuentren y una serie de diversos acontecimientos buscara provocar su paciencia e incluso su existencia hasta el punto tal de estar envueltos en una guerra en la cual no pidieron estar. Te invito a que lo descubras...

Sayiori · สมัยใหม่
เรตติ้งไม่พอ
88 Chs

Lyall ¿Qué haces aquí?

Por un rato Emma y yo nos quedamos sumergidos en medio del dolor y la desesperación, que aquello nos ocasiono, la sensación que aquello anido era reverendamente incomoda, literalmente sentía el alma vacía, hueca y desconectada del mundo.

Allí perdidos sumergidos entre aquella recamara, una vez guie nuestros cuerpos hasta la pared que se encontraba a nuestras espaldas ya que ella se encontraba dispuesta en medio de mis piernas la deje fluir con el viento ya que yo no podía hacerlo, en tanto así yacía aquella cómodamente usándome a mí como su almohada personal una vez me deshice de nuestras mochilas, en tanto continuaba sumergida en tal agonía mientras yo la sujetaba constantemente abrazándola.

Los gritos de aquella chica cada vez que tomaban fuerzas y reanudaban su llanto, me hacía sentir incómodamente impotente una vez aquel se adentraba en mi alma seca e irónicamente sin sentimientos que no podía liberar más allá de algunas simples lagrimas que recorrían con una pesadez atroz mi rostro que indudablemente y que era algo que me hacía sentir horrible e inhumano.

Desde donde me encuentro intento guiar mi vista hacia todos lados observando con detenimiento los detalles que dentro de aquellas cuatro paredes se esconden y así perplejo intento recorrer cada espacio de aquella habitación perdiéndome en cada sutil elemento que logro identificar, antes de finalmente dirigir una vez de nuevo mi atención a Emma tras esta eventualmente quedarse en silencio en medio de un sollozo.

— ¡Emma, Emma! Despierta — grito, insisto, pero ella no emite ni el más mínimo movimiento, ante ello me preocupo sacudo su cuerpo inerte y vuelvo a replicar su nombre, insisto e insisto y nada.

Con desesperación la acomodé sobre mi antebrazo izquierdo haciéndole a ella un poco de lado pues necesitaba ver con antelación su rostro para así yo descubrir que le pasaba cosa que rápidamente hice y ante aquel incierto movimiento, la divisé y ante la delicadeza de sus facciones la contemplé en silencio.

Emma yacía en mis brazos inconsciente, totalmente despreocupada y serena, la tranquilidad en ella siempre que no se encuentra peleando suele ser muy abrumadora para mí, pues por algo se dice que los humanos nos acostumbramos a lo cotidiano y aunque no tenemos ambos tanto tiempo conociéndonos sin dudas su actitud rebelde es algo que sin dudas me gusta de ella y ante la sensación que aquella infunde en mí no pude evitar dirigir mi mano hasta ella en tanto busque deleitarme con la suavidad de su piel.

Estaba completamente anonadado frotando mis dedos por sus mejillas un tanto pálidas, mientras que de vez en cuando guiaba mi dedo índice a lo largo de su nariz y terminaba sin ninguna malicia acariciando siguiendo aquel mismo semblante sus labios carnosos, estaba tan pendiente de aquello que cuando de sorpresa a un lado de mi escuche una voz masculina pronunciarse no pude evitar saltar de la impresión y alejar aquella mano que tenía sobre ella en el acto.

— ¿Qué haces?

Aquella voz se escuchó e increpo con exigencia tales palabras, pues aparentemente no le había gustado verme llevar a cabo tales acciones, entre tanto aquel permanecía posicionado oculto detrás de la pared de modo que solo se podía observar una vez dirigías tu vista hacia arriba en dirección al marco de la puerta de donde se podía observar como aquella cabeza se asomaba y miraba inexpresivamente en mi dirección.

— ¡Lyall! — sorprendido replique aquel nombre mientras tal sujeto se acercaba despreocupadamente — ¿Qué haces aquí, como entraste?

— Pues mi trabajo Dominieck, cuidar de ustedes dos.

Lyall se acercó y una vez en frente de mi se agacho, en su rostro se enmarco la indescriptible mirada de un padre enojado ante el mal comportamiento de sus hijos al vernos allí inertes, expresión que se suavizo en este tras eventualmente observar a Emma allí inconsciente.

En tanto finalmente tras retirar de su cara un mechón de cabello que se había posado a lo lado de su rostro a causa de la sorpresa que aquel produjo en mí tras haber retirado mi mano en aquel momento, que tal hombre indico.

— Es un alivio, solo se ha desmayado, temo que la impresión ha sido demasiado fuerte para ella.

Mis ojos empapados yacían observando a aquel sujeto lleno de incógnitas a las que no le encontraba sentido alguno, constantemente la cuestión acerca de cómo aquel se hizo para cruzar aquella niebla con la rudeza que aquella se hacía sentir, se escuchaba repetir junto a la misma incógnita respecto a donde se encontraban los demás.

— ¿Qué haces aquí? — cuestione nuevamente ante él.

— Ya te lo dije, mi trabajo Dominieck, le prometí a tus padres cuidar de ustedes dos y eso hare hasta que en esta vida soplé mi último aliento.

— Pero ¿Cómo entraste?

— Sëlwer y yo nos llevamos bastante bien así que es bastante fácil para mi entrar aquí.

— ¿Quien?

— Pues Sëlwer — ante mi rostro aquel frunció el ceño, me miro a la cara perdido en los confines de sus pensamientos y volvió a replicar — ¡Oh! Cierto, había olvidado por completo que no le conoces, es solo el guardián de la entrada.

— ¡Eh!...

— Por favor no me hagas repetirlo, por ahora te deberé la duda, bueno una de tantas, por lo pronto mejor ayúdame a levantar Emma, tú y yo ya tendremos tiempo para conversar.

— ¿Para qué quieres que te ayude?

— No crees que estás haciendo demasiadas preguntas, vamos, solo la llevare a la otra recamara para que este cómoda hasta que finalmente vuelva en sí.

Por tanto, una vez obedeciendo su orden me puse de pie, lo ayudé a levantarla y lo vi marcharse llevándose a aquella en brazos como si realmente aquel fuera un noble caballero y yo la más cruel bestia.

Así que, allí quieto me quede con los brazos cruzados conteniendo mi llanto me quede contemplando el inusual semblante en el cual aquellos dos dulces durmientes permanecían, a quienes la muerte despojo de aliento sin tregua, ni piedad.

Así los admire, con detenimiento los contemple mientras la noche empezó a caer a medida que todo alrededor dentro de aquellas paredes iba siendo consumido por la oscuridad misma, oscuridad que sin dudas alegra el alma aventurera de cualquier lobo.

A los pocos segundos Lyall de nuevo apareció primero se mantuvo por algunos segundos observándome desde la entrada hasta que relativamente ingreso completamente serio, con su figura firme y la barbilla en alto, mientras mantenía como de costumbre aquella actitud fría hacia mí.

De modo que una vez le vi tan próximo a mí ya que me miraba con tanta atención repliqué ante aquel — ¿Qué quieres Lyall? — repuse con algo de evidente rabia.

— Quiero que des un paseo conmigo, tú y yo tenemos bastante de que hablar.

— ¿De qué o qué? — indique aun sabiendo en base a que iban enfocado sus pensamientos y por ende sus palabras queriendo ante todo evadir aquella situación.

— No te hagas, sabes perfectamente de que.

— Tengo alguna opción.

Y manteniendo aquella misma expresión fría, indico aquel extendiéndome el brazo hacia la salida — no, así que sígueme.

Sin tener otra alternativa lo miré con disgusto, dispuse mis manos a cada lado de los bolsillos de mi pantalón y empecé a abandonar a aquel lugar con dirección hacia la puerta principal, ya cuando menos lo esperaba Lyall y yo nos encontrábamos a las afueras de la residencia, caminando paso entre paso sin llevar ni la más mínima prisa.

En el exterior fue algo de poco decidir solo dejamos que nuestros pies fluyeran y terminamos justo a horillas del lago que se encuentra en la parte posterior de la casa, un pequeño manantial que circunda de forma armonioso con aquella casa en donde una vez próximos a su orilla mirando unas rocas cercanas nos acomodamos para iniciar aquella agonía.

Durante todo el trayecto yo guarde silencio pues sentía que lo que yo pudiera sentir por las emociones tan chocantes que sentía podían solo llegar a molestar o incluso a lastimar el orgullo de tal sujeto, pero Lyall no iba a dejar que aquel momento pasara sin sacar a colación nada.

— O no tienes nada para decir o no te interesa preguntar nada al respecto.

— Ambas cosas.

— No puedes simplemente huir y lo sabes.

— Si puedo, como mismo lo hicieron ellos y no les importo siquiera buscarme, en tanto jugaron a mama y a papa con alguien que ni siquiera lleva su sangre.

— Dominieck la situación es muy delicada, tú no tienes idea de lo que está ocurriendo y menos de lo que pueda ocurrir, sabes bien que lo que hicieron fue para darte a ti una oportunidad.

Lyall continúo hablando intentando convencerme de que lo que él decía era una absoluta verdad, pero la realidad era otra la pena y la aflicción que quedo en mi tras su partida me había hecho grandes estragos en mí y no precisamente de la manera más agradable si no que en silencio conservaba algo de rencor y resentimiento pues desconocía por completo cuales habían sido las razones que lo condujeron a aquello.

— Hay por favor Lyall eso ni tú mismo te lo crees, sabes incluso me atrevo a decir que lo único que ellos quisieron fue deshacerse de mí, solo les estorbaba nada más.

Ante mis palabras aquel se enojó, con fuerza lo vi apretar los dientes y de un solo salto se puso de pie sin ton ni son de modo que como si nada ante mí se posiciono.

Sus ojos estaban completamente inchandos de sangre mis palabras le habían pegado donde más le dolían en su orgullo y ni siquiera él era afectado en todo aquel asunto, así que tomándome por la parte central de la camisa en la cual hizo un nudo apretó con fuerza, me miro a los ojos y recalco luego de a ver zampado contra mi mejilla un reverendo puñetazo.

— Yo te puedo permitir que estes enojado con ellos, que te sientas abandonado, aunque en realidad ellos siempre estuvieron contigo, aunque tu no lo notabas y siempre te lo recalque, pero nunca en tu vida vuelvas a decir que ellos quisieron deshacerse de ti, tú eras y serás siempre lo que más amaron en la vida lo entiendes.

— Deja de ser estúpido tú te has vuelto loco, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, ellos me abandonaron y no les removió la conciencia hacerlo.

Lo repetí ante el sin dudas, pues el enojo que estaba experimentado a causa de su evidente conducta de reproche me provocaba ira y disgusto, a causa de aquello una pelea entre Lyall y yo se formó, si, los golpes volaron de aquí para allá sin paz y tregua, entre golpe y golpe un par de veces nos revolcamos en el césped en tanto aquel buscaba retarme con evidente complacencia.

— Vamos, hazlo... déjate ser... golpéame, que no quede en ti ni el más mínimo rastro de odio.