Habían pasado cinco meses desde entonces. Tiempo suficiente para que nuestra historia tomara otro rumbo. De alguna manera, ya nada era igual. Desde que Hanata, malentendió los hechos de aquel día.
Yo Incendié la casa de yeo, pero fue para borrar toda evidencia de que existía, para que no tuvieran pistas sobre él. Pero ella, pensó que yo le obedecía, y que lo había matado.
Entonces, nos exoneró, como lo prometió. Yeo, siguió varias semanas estudiando, con mi caja de estudio, pero luego, se volvió un holgazán, sólo pensaba en pelear con los dãkaros, y en volverse más fuerte.
Matzuki, se unió a la legión marina, tal como soñaba; ese tiempo lo había pasado viajando en el océano, y hasta me mandó una foto.
Se veía tan feliz en ella, pero en una carta me dijo, que pronto tendría que regresar, porque debía reportar aquella última práctica.
Yume, pues, ella... se unió a la legión de ciencias. Tenía mucho trabajo, y debía realizar investigaciones, incluso, tenía que trabajar en otras ciudades. Así que, la veía muy poco.
Y yo, bueno, no hacía otra cosa más que pensar en Yeo, en ayudarlo. No hallaba la manera, a pesar de mis esfuerzos, parecía inútil; No se dejaba ayudar. No me uní a ninguna legión, me bastaba con defender mi país, por mi cuenta. Sin reglas, ni órdenes que seguir. La directora, tuvo que respetar mi decisión.
El día en que Matzuki debía regresar, nos pusimos de acuerdo para reunirnos en mi casa. Todos estábamos allí, la última en llegar, fue ella.
—¡Hola familia, ya llegué! —exclamó Matzuki.
—Matzuki, bienvenida —dijo Yume.
—Estábamos esperando por ti, amiga —le dije.
—Ay, ¡hola, chicas! ¿Cómo han estado? ¿Uh? Pero... ¿quién es ese sujeto?
—Es Yeo —le respondí.
—No es cierto... No mientas. No se parece al que yo recuerdo.
Él estaba, tirado en el sofá, y no hacía mucho caso a lo que allí ocurría... sólo dijo: "Hola, ¿cómo estás, Matsuki?", y eso fue todo.
En realidad, él no se parecía en lo absoluto. Había cambiado por completo. Tanto su actitud, como su físico, eran bastante diferentes. Le dije que se pusiera de pie un momento, porque tenía algo que confesarles a todos.
—Lo que tengo que decirles, es... Lo primero es... que Yeo y yo somos pareja.
—¿Qué?
—¿Qué son qué? —preguntó Yume, con voz entrecortada.
—Sí, amigas así es.
—No puedo creerlo. Pero... Pero... ¿desde cuándo?
—Llevamos unos tres meses, Yume.
Matzuki, me miraba fijo, y creo que lo notaba.
—Un momento... ¡¿Acaso tienes algo más que decirnos?! ¡Confiesa! —Me gritó Matzuki.
—Es cierto —dije, sorprendida—. Yo...
Es difícil de decir, pero... ¡Estoy embarazada!
—¿Qué cosa? —Preguntó Yume.
—¿Qué dijiste? —Pregutó Matzuki.
Yeo, guardó silencio, estaba boquiabierto, apenas respiraba, y temblaba. Entonces, procedí a contarles, lo demás.
—Desde hace unas semanas, no me he sentido bien. Por ello, me realicé una prueba, la cual salió positiva. Tuve que ir a solicitar el permiso de procrear, para que no me descubrieran. Hablé con la directora y ella me lo concedió. Me dijo que debía tomar "Bouv" —Aquello era una cápsula, inventada por la gran reina. Con ella, cada mujer del planeta, podía concebir, sin necesidad de algún hombre. La función de sus componentes, era, atravesar las paredes de nuestras células, y transmitirles información genética avanzada, con la que los ovarios, pudieran dividirse en si mismos y crear vida—. En fin, ella aceptó darme la píldora, fingí haberla tomado, frente a sus ojos, pero luego, fui a escupirla al baño. Ahora ella, ni siquiera imagina, que esta criatura, también es de Yeo. Piensa que es por la medicina que me dio.
—¿Qué? ¿Cómo que mío?
—Eres él único hombre aquí, guapo —dije, bromeando.
—¡Voy a matar a ese sujeto! —gritó Matzuki, y se le fue encima, y lo agitaba, enloquecidamente—. Pero, ¿cómo te atreves a hacer eso? Es muy joven todavía, eres un inútil...
—Chicos, ya basta... No se pongan así.
Yume se reía de ellos, pero luego, se puso seria, y me preguntó:
—¿Entonces qué piensas hacer?
—Debo seguir peleando, un embarazo normal, no podría...
—¿Vas a ir a...?
—Sí, al centro de bebés flotantes.
En el momento en que dije eso, Yeo y Matzuki se detuvieron.
Sabían que era algo serio. Ese era un lugar creado por la gran reina. Ya que en esa época, muchas mujeres debían luchar por la humanidad, y un embarazo, podía perderse de esa forma, era peligroso. Es por eso, que se creó aquel lugar. Miles de mujeres, iban y dejaban allí a sus fetos, dentro de úteros artificiales.
Era mi turno de hacerlo, no tenía otra opción. No podía poner nuestras vidas en peligro, mucho menos la de esa criatura. Estaba convencida, de que iba a estar segura, allí.
—Pero... ¡¿Qué ha sido todo esto?!
—exclamó la aun pequeña Mika, un tanto enojada, sin comprender mucho lo que estábamos hablando.
Acababa de llegar de la escuela, y es que ella, tampoco sabía nada. Y sí, vivía con nosotros. Conmigo y con Yeo. Él me apoyó, jamás dijo nada al respecto, sólo que era mi decisión y debía respetarla.
El procedimiento era algo complicado, ya que tenía que entrar a ese hospital, y quedarme ingresada por tres días. Lo peor, aquel lugar quedaba bastante lejos, unas dos semanas de viaje, aún partiendo, en la nave más veloz.
Les pedí que me acompañaran, y por supuesto, todos aceptaron. Preparamos nuestros equipajes, y muy pronto, nos pusimos en marcha.