Su Heng estaba familiarizado con esa mirada de sarcasmo últimamente.
Se esforzó por bajar la voz, ya que obviamente no tenía intención de dejar que otros escucharan.
Pero Shen Qianrou y Jiang Rongrong escucharon todo.
Shen Qianrou se dio la vuelta y se apresuró hacia Su Heng.
—Hermano Heng, yo lo diré. Subiré al escenario y diré que toda la culpa es mía. No puedo controlar mi corazón…
La atmósfera entre ellos era diferente y atrajo la atención de muchas personas. En particular los reporteros, que ya habían detectado que algo estaba mal.
—¡Qué tonterías! —gruñó Jiang Rongrong, haciendo que Shen Fanxing soltara una risa desdeñosa.
—Abuela... No puedo dejar que Hermano Heng asuma toda la responsabilidad…
—Ya basta, ¡deja de causar problemas! ¿Quieres manchar tu reputación? —reprendió duramente otra vez Jiang Rongrong mientras su mirada se posaba en Shen Fanxing—. ¿No vas a subir?
Las pestañas de Shen Fanxing temblaron y su agarre en la bolsa dejó sus manos blancas.
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