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Sometida

Song ha avanzado despacio hacia una estudiante que también lleva una lanza. Con mirada de desdén. Con aires de superioridad. De arrogancia. Lo hace para disimular que no puede andar bien. Al ir despacio, no se nota. Con esa actitud, lo disimula más. Su oponente parece dudar. Song la llama con la mano.

–Vamos, ¿tienes miedo?– la provoca.

La otra está entre asustada, ofendida y enojada. Pero no se decide a atacar. A Song le está bien. Así gana tiempo.

Rui tiene una pelea difícil. Su adversario es similar a ella. Los dos tienen algunos cortes. Liang decide echarle una mano. Este simplemente esquiva hacia atrás, sin dejar de mirar a Rui. Parece hábil. Yo me acerco por detrás al adversario de Yi. O al de Yu.

Shi va hacia la de Song. Song entonces da un paso hacia delante, tocando con su lanza la de su enemiga. La otra la mira nerviosa. Ve demasiado tarde a Shi, quien ataca letalmente al cuello.

Yo golpeo con fuerza y qi el costado del estudiante. Este se vuelve, dolorido y enojado. Yu aprovecha para clavarle una daga en la rodilla. Se vuelve hacia ella, pero ya se ha alejado. Le golpeo en la misma rodilla. Cae. Ataco su cabeza, rompiéndole el cráneo.

Yi se ha movido al otro lado, haciendo que su rival nos de la espalda. Yu la ataca por detrás. Intenta evitarla, pero Yi ataca por el frente. Y una flecha se clava en el hombro, no muy profundamente. Cuando me acerco, ya han acabado con ella.

Todos nos dirigimos al rival de Rui. Intenta retroceder, asustado. Pero está rodeado. Nos mira, perdiendo de vista a Rui por un momento. Ella aprovecha para clavarle una daga. Se desmorona. Debe de ser un punto vital.

Miro a Rui. Tiene varios cortes, pero ninguno parece grave. Asiento y la envío de vuelta para que descanse y se cure, circulando qi. Rong y Ning se encargan de recoger las armas. Hay incluso un par de anillos de carga. Algunas plantas, animales, ropa…. Les dejaré que lo miren con calma.

Guardo los cadáveres, una vez les han quitado las ropas o joyas.

–¿Estás bien?– pregunto a Shi.

–Sí. Ha sido liberador. Era uno de los que más me había hecho la vida imposible– explica Shi.

Espero que de verdad esté bien. Me es imposible saber que piensa. Solo nos quedan las dos estudiantes inconscientes. Ninguna parece herida grave

–No tenemos mucho tiempo. Las violas y torturas rápido. Si se someten bien. Si no, las matamos– sugiere Song.

El resto están de acuerdo. Incluso las gemelas. Han empezado a desnudarlas y atarlas. A estacas. Con las manos y piernas abiertas. La líder tiene un cuerpo musculoso, tonificado. Su piel morena en las partes expuestas. Las que tapaba la ropa, más claras. Es sexy.

La otra tiene la piel más bien clara. Pechos bastante grandes. Solo ligeramente más pequeños que los de Song. No muy alta. Su pelo castaño. Con dos trenzas a los lados. Muy sensual.

Les tiramos agua. En la cara y el cuerpo. Despiertan. Intentan moverse. Se dan cuenta de que están atadas. De que están desnudas.

–¡Maldita sea! ¡Soltadme! ¿¡No sabéis quien soy!? ¿¡Qué vais a hacer!?– se revuelve la líder.

La otra solo mira asustada con sus ojos marrón claro.

–Nos da igual quien seas. Nos has atacado. Tus compañeros lo han pagado con la vida. Vosotras tenéis la opción de ser sus esclavas. Ahora os va a follar. Si os portáis bien y obedecéis, viviréis. Si no, moriréis– explica Shi secamente.

–¡Maldita zorra! ¡No voy a ser una esclava! ¡Capullos! ¡Os mataré a todos!

–Toda tuya– me mira Shi, después de darle una patada.

Me acerco a ella. Una mano en su coño. Lo froto sin suavidad. Con qi. La otra mano sube por su estómago. Acariciando sus pectorales. Agarro cada una de sus pechos. Con fuerza. Su tamaño algo más grande que Shi o las gemelas. Luego los sacudo.

–¡Cabrón! ¡No me toques! ¡¡Aaaaaah!! ¡Maldito…!

Llego hasta su cuello. Intenta morderme. Pongo la mano en su barbilla. Forzando su cabeza hacía atrás. Inmovilizándola. La miro a los ojos. Me escupe. Shi la abofetea sin mediar palabra. 

–¡Déjame en paz! ¡Ahh! ¡Sácalos!– exige.

Acabo de penetrarla con dos dedos, ya empieza a estar húmeda. Aunque no quiera, su cuerpo responde. Intenta resistirse, apretando su coño. Solo consigue causarse dolor.

–Como quieras.

Los saco como me ha pedido. Me coloco sobre ella.

–¡No! ¡Eso no! ¡Te mataré! ¡¡AAAAAAaaaaah!! ¡Sal de ahí!– grita con dolor y placer.

La penetro. Su resistencia es inútil. Noto que he roto algo al entrar. Debía de ser virgen. Está bastante apretada. Le hago caso. Salgo. Y vuelvo a entrar. Esta vez más profundo. A la tercera, llego hasta el fondo.

–¡Aaaaah! Maldito ¡Aaaah! ¡Te mataré! ¡Os mataré… ! ¡¡Aaaah!! ¡… a todos! ¡¡HHAaaaaAH!!

–¿Y cómo piensas hacerlo?– la provoca Yi, cogiéndola del su pelo verde.

–Yo… ¡¡Aaaahhh!! Os… ¡Aaah! ¡Aah! …mataré ¡Aaahh! ¡AAaaah! No… ¡Aaaaah! Para… ¡Aaaaah! Para… ¡Aaaah! ¡HAAAaaH! ¡Aaaaah! ¡Mmmmmm! ¡¡¡MMMMMMMMMmm!!!

Aprieta los dientes para ahogar los gemidos cuando se corre. Toda ella tiembla. Su rostro desencajado. Desesperado.

–Pues parece que lo está disfrutando– la provoca Shi.

No la dejo descansar. Ella gime y jadea. Ya no intenta apretar como al principio. Solo aprieta los dientes. Pero aparte de eso, no estoy consiguiendo nada más. Puede tener miedo, pero no es suficiente para someterla. Quizás con más tiempo lo conseguiríamos. Pero tiempo es algo que no nos sobra.

La vuelvo a llevar al orgasmo. Me corro en ella. Su pecho sube y baja. Intentando coger aire.

–Oh, ¿quizás quedes embarazada? Será un niño fuerte– se burla Yi.

–¡¡Zorra!! ¡Esto no quedará así!

Yu la abofetea. Con fuerza. La hace sangrar. Parece que solo podemos intentarlo de otra forma. Me acerco a ella.

–Te doy una oportunidad más de someterte. Si no, será peor.

–¡¡Muérete!!

Suspiro. La cojo de la pierna y aplico qi. Pero no para darle placer.

–¡¡¡¡AAAAAAAAAAAaaaaagggggh!!!!– grita de dolor.

Subo hasta el estomago. Pongo mi mano sobre este. Ella vuelve a gritar. Sigo subiendo. Causándole dolor. En la espalda. Brazos. Manos. Cuello. Boca. Finalmente en los oídos. Casi pierde el conocimiento. Tiene lágrimas en los ojos. Pero no soy capaz de sentir lástima. No por alguien que iba a matarme hace un rato.

–¿Aceptas ser mía?

Ella niega con la cabeza, sin fuerzas para hablar.

–Voy a ver a tu amiga. Después te volveré a follar y torturar. Hasta que me canse. Entonces, si no aceptas, te mataremos. Piénsatelo.

La dejo con las gemelas y Shi. Liang y Song están con la otra. Me sorprendo al ver que la han desatado. Cuando me acerco, baja la cabeza y se arrodilla ante mí.

–Soy tu esclava, Amo– se somete.

No sé si ha sido por los gritos de la otra, o por Song y Liang. Puedo notar su lealtad. Puedo llevármela. Es, sobre todo, miedo.

–Es su primera vez. Sé suave– me pide Liang.

–No es tan mala chica. Es obediente. Nos la dejas como sirviente, ¿vale?– añade Song.

–Cómo queráis– accedo.

Ellas sonríen y se van con el resto. Nos dejan solos.

–Mírame. ¿Cómo te llamas?

–Ma… Lang– responde, mirándome con ojos suplicantes.

–Túmbate– le ordeno, señalando la cama que acabo de invocar.

Se muestra sorprendida, pero obedece. Su cuerpo rígido. Sus manos sobre sus pechos desnudos.

–Abre un poco las piernas. Aparta los brazos. Quiero verte.

Despacio y reticente, obedece. Se estremece cuando pongo mis manos sobre sus pies.

–Eres bonita. Tienes un cuerpo muy sensual.

Ella me mira. Un poco avergonzada. Muy asustada. Mis manos suben por sus tobillos. Sus muslos. Sus rodillas. Subo acariciando por sus rodillas. Tiembla cuando llego a sus nalgas, a su entrepierna. Cierra sus piernas de golpe. La miro. Las vuelve abrir, asustada.

Acaricio con suavidad su entrepierna. Se estremece cuando añado algo de qi. Subo por su abdomen. Su ombligo. Llego hasta sus pechos. Son suaves. Ella se muerde el labio. Gime cuando pellizco suavemente sus pezones con qi.

Jugueteo un poco con ellos antes de ir a sus manos. Son suaves. Mucho más que las de las esclavas. Aunque las de Shi y Song se han suavizado desde que están conmigo. Subo por sus brazos. Masajeo un poco sus hombros. Acaricio sus mejillas. Su pelo castaño.

–Realmente eres preciosa. Empecemos con un beso.

–Yo… Nunca…

–Aprenderás.

Nuestros labios se juntan. Ella no sabe muy bien que hacer. Me separo ligeramente de ella.

–Abre un poco la boca. Deja que entre.

Ella me mira confusa, pero obedece. Vuelvo a unir los labios. Poco a poco, mi lengua invade su boca. Primero juguetea con sus labios. Luego entra. Buscando la suya. La encuentro. Rígida. La acaricio con la mía. Hasta que empieza a moverse. Con mucha timidez.

Mientras, mi mano acaricia su pecho. Disfrutando de su elasticidad. Añado suavemente qi en pecho y lengua. Me vuelvo a separar de ella. Le sonrió.

–No tengas miedo. Sé más atrevida con la lengua. ¿De acuerdo?

Ella asiente. Respirando fuerte. La vuelvo a besar. Ella sigue mostrándose tímida. Pero intenta moverla un poco. Algo torpe. Miedosa.

Suelto su pecho. Bajo la mano, acariciando su estómago por el camino. Su vello púbico. Se estremece cuando llego a su entrepierna. Hace una amago de cerrar las piernas, pero se detiene.

Beso sus labios superiores y acaricio los inferiores. Su clítoris por encima, sin llegar a tocarlo. Pero estimulándolo suavemente con qi. Abro los labios de su vagina, pero no entro más allá.

Su cuerpo se estremece en un pequeño orgasmo. En otro. Y otro. Suelto su boca, que intenta coger aire. Que gime. Su cuerpo se arquea.

–¡Aaah! ¡¡AAAAaaaaAAHH!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhhhHH!!!!– llega entonces al clímax.

La dejo recuperarse, mientras la miro. Sus ojos algo llorosos. Su respiración entrecortada.

–¿Estás bien?–

–Sí… Ha sido…– susurra ella.

–¿Cómo ha sido? Quiero oírlo– insisto que acabe la frase.

Ella aparta la mirada avergonzada.

–Increíble… Tanto placer… Amo…– confiesa.

–Ya estás suficientemente mojada. Pasamos al siguiente paso. ¿Preparada?

Ella me vuelve a mirar. Parece algo asustada. Pero asiente. Demasiado tímida para hablar. Me acerco y la vuelvo a besar. Responde un poco más apasionadamente.

–Buena chica. Intentaré ser suave. Dime si te hago daño– le sonrío.

–Va… Vale… Amo…

Puedo notar como su miedo ha ido retrocediendo. Como su sometimiento es más sincero. Más devoto. Hablarle con suavidad, con consideración, funciona con ella. No sé que le habrán contado Song y Liang. Pongo mi miembro en su entrada. La miro. Le sonrió. Ella se muerde el labio.

Introduzco la punta. Ella se estremece ligeramente. Mis manos cogen las suyas. Entrecruzando los dedos. Avanzo un poco más. Hasta notar una fina membrana. Voy añadiendo qi. No debería dolerle mucho. Está bien lubricada. Empujo un poco más, rompiendo la resistencia. Ella gime ahogadamente. No sé si de dolor o placer. Quizás de ambos. Sus manos aprietan las mías.

  Entro y salgo de ella con suavidad. Cada vez un poco más profundo. Estimulándola. Incrementando su placer. Si siente dolor, debería quedar eclipsado. La oigo gemir. Su boca abierta. Sus manos apretadas a las mías.

–¿Estás bien?

–S… Sí… ¡Ah! ¡Aahh! ¡Aah! ¡Aaaah!

–¿Cómo es? Descríbelo.

Ella enrojece un poco más.

–¡Aah! Está… dentro ¡¡Aaah!! Dentro de mí. ¡¡Aaaaah!! Se… mueve… ¡¡¡Aaaaaahhh!!! ¡Aah! ¡¡Aaah!! Se siente… bien ¡¡Aaah!! Casi no… duele… ¡¡Aaaah!! Da mucho… placer… ¡¡Aaaah!! ¡Aaaah! Amo es… increíble… ¡¡¡¡¡Aaaaahhh!!!!!

–También se siente bien dentro de ti– le respondo.

Sin previo aviso, la beso. Me gusta. Es dulce y obediente. Y es mía. No dejo de moverme en ella. Con suavidad. Volviendo a estimularla poco a poco. Dejando que el orgasmo sea cada vez más fuerte. Esta vez no se la oye gritar. Su boca está ocupada con la mía.

La dejo ir. Su lengua entrelazada con la mía aún fuera de su boca. Un hilo de saliva nos une cuando nos separamos. La miro y sonrió hasta que recupera el aliento.

–¿Quieres continuar?

Ella asiente. Totalmente roja. No sé si del "ejercicio" o de la vergüenza.

–¿Igual o más rápido?.

–¿Puede ser un poco más rápido? ¿Amo?– me pide.

–Por supuesto. Dime hasta donde.

–¡Aaaah!

Vuelvo a moverme por sorpresa. Inmediatamente acelero un poco más

–¿Más?

Ella asiente mientras se estremece. Con la boca abierta. Sigo acelerando, embistiendo en su coño antes virgen.

–Así… Amo… Un poco menos.

Cumplo sus deseos. Suelto sus manos. Con una, acaricio su pecho. Con otra, su mejilla.

–Puedes tocarme, si quieres– le sugiero.

Cuando la he soltado, parecía no saber que hacer con ellas. Tímidamente las lleva hacia mi pecho. Lo acaricia. Como fascinada. Cuando me acerco y la beso, las lleva a mi espalda. Puedo notar como se entrega a mí. Cada vez con menos miedo. A diferencia de Rong, se somete totalmente. A diferencia de Ning, no parece ser tan pervertida. A diferencia de Rui, es más dulce. Un poco como las chicas. Pero aún lejos.

La mantengo un rato al borde del orgasmo. Disfrutando de la estrechez de su vagina. De la suavidad de su piel. De mi nueva conquista. Hasta que no puedo resistir más. Bueno, quizás pueda, pero no quiero. La lleno y la dejo correrse. Más fuerte que los anteriores. Su cuerpo tiembla. Convulsiona. Sigo embistiendo y eyaculando en ella. En cada embestida, se estremece. Mi lengua saboreando su boca vorazmente. Mi miembro saboreando su vagina. Mis manos saboreando su piel. Sus suaves pechos.

La sigo besando mientras la lleno. Mientras se corre. No la suelto hasta un rato después. Nuestra saliva unida. Sus ojos húmedos. Su respiración entrecortada. La miro. No aparta la mirada.

–¿Estás bien?

–Ah. Ah. Sí. Ah. Creo que sí. Ah. Ah. Amo.

Me separo de ella. Apenas puede moverse. Saliva cae por su boca. Por su vagina, hay algo de sangre. Y semen. Toda ella sudando. Su pelo pegado sensualmente a su cara.

–Volveremos a hacerlo pronto. Por ahora descansa.

–Ah. Sí, amo. Ah.

–Te dije que fueras suave– me regaña de pronto Liang.

–¿Qué esperabas de él? Mándanos de vuelta. Vamos a tomar un baño– me mira Song.

Sus miradas me dicen que más tarde me van a exigir al menos lo mismo. Sus sonrisas, que no lo he hecho tan mal como dicen. Las dejo al lado de un pequeño estanque. Luego miro hacia la otra. Hay que darse prisa. Tenemos un largo camino de vuelta.