Poco después de volver de mi encuentro con el maestro de bastón, llamo a las chicas. Les he dicho que iría hoy, pero no cuándo. Así que me puedo permitir darles una pequeña sorpresa.
–Antes de ir a ver al maestro, me gustaría practicar un poco. ¿Alguien se apunta?– pido.
–Yo misma– se levanta Song, sacando una lanza del Almacén.
–Quiero ver si puedo dominarlo cuando pones mucho qi– la reto.
Parte de lo que el maestro me ha hecho probar, ya lo había practicado con ellas. Así que no creo que sospeche. Aunque es evidente la diferencia de control que tengo ahora.
–Prepárate entonces– me sonríe retadora, segura de su victoria.
Bueno, no es que estemos compitiendo. Pero Song se lo toma como una victoria cada vez que no lo consigo. Así que alza la lanza y me mira fijamente.
Yo ataco. Ella bloquea. Añadiendo más qi del necesario. Para que se acumule entre nuestras armas. Normalmente, me cuesta sacarlo cuando hay tanto.
Esta vez, sin embargo, sigo el método que me ha enseñado el maestro. Es similar, solo que más sutil. Más suave. Y le lanzo todo el qi hacia ella. Sorprendiéndola. Confundiéndola. Da un paso atrás. Me controlo para no sonreír. No es fácil.
–¿Qué ha pasado?– se extraña.
–No has debido poner mucho. Ha sido fácil desviarlo– miento descaradamente.
–¿Seguro? Habrá sido casualidad…– murmura ella– Probemos otra vez.
Se estimula su espíritu combativo. Me cuesta aguantarme. Volvemos a chocar nuestras armas. Y pasa lo mismo. Ella me mira entre extrañada y suspicaz. Aunque, antes de que pueda decir nada, se oyen risas. Shi y Liang.
–¿Qué pasa?– pregunta Yu, confundida.
–Ja, ja, ja. Kong es muy malo. Ja, ja, ja– se burla Shu.
–Ja, Ja, ja. Ha cavado su propia tumba– ríe Liang.
–¡Ah! ¡Tramposo! ¡Ya has ido a ver al maestro! ¡Algo te ha enseñado!– reacciona Song, acusadora.
–No sé qué quieres de…– intento defenderme, aunque sé que es inútil
–¡Ha sido eso! ¡Qué malo!– entiende Yu. Parece divertida.
–Un poco malo, aunque lo entiendo. La cara de Song ha sido…– se burla su hermana.
–¡Traidora!– protesta Song, mientras se acerca a mí amenazadoramente.
–Pobre Kong. De esta no escapa– ríe Shun.
Al final, Song solo me muerde. Aunque me amenaza con represalias más tarde. Ahora, está más interesada en lo que he aprendido. No tengo más remedio que explicárselo. No es que se lo fuera a ocultar por mucho tiempo.
Como parte del castigo, o eso dicen, me hacen practicar con ellas. Están muy interesadas en probar. En especial Song. Que me acaba lanzando el qi contra la cara. No es que haga nada más que confundir las sensaciones por un momento. Pero aún está un poco resentida. Aunque me besa cuando lo consigue.
–Tu castigo será más tarde– me susurra seductora.
–Sé fuerte– me anima Liang, burlándose.
–Es tu justo castigo– ríe Shi.
–Ha sido divertido– me besa Yu con suavidad.
–Bien hecho– me susurra Yi para que Song no la oiga.
Hong solo me besa y me guiña un ojo.
–Dong atigo– dice Wei.
Ya me llama por mi nombre. O casi. Y repite palabras. Sin duda, una niña con qi es más espabilada que una mortal. La Residencia es densa en qi. Y la leche de su madre o la de Hong lleva qi.
Las chicas se han reído. Y yo. Estaba monísima. Ha venido andando hasta mí para decírmelo. A instancias de su madre. No puedo evitar cogerla y besarla en ambas mejillas. Me coge del pelo mientras la tengo en brazos. Me lo restriega por la cara. Se ríe. Le hace gracia.
En cuanto vuelven, algunas se ponen a practicar. No creo que tarden en empezar con las técnicas. Me han amenazado con más represalias si no entreno.
Llamo a Rui, Bronceada, Hai, Ning y Rong. Les explico por encima lo que he aprendido. Las dos últimas no están muy interesadas. Las dos primeras mucho. Las cinco me servirán para recargar qi mientras practico. Deliciosa y sensualmente. Si me sigue faltando, llamaré a alguna de las chicas. Las que no estén practicando. Les está bien tener sexo antes. Aunque alguna ha dicho que mejor antes y después. Estoy de acuerdo. Pero nos tenemos que poner algún límite. Si no, no saldríamos de la cama. Mmm. No suena tan mal.
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El castigo es bastante dulce. Aunque me ata las manos en cruz al bastón. Y claro, ninguna me desata después. Ni siquiera las que me habían animado antes.
–¡¡Aaaah!! No hay que desper… ¡¡Aaaahhh!! …desperdiciar la oportunidad ¡¡HHHAAAaaahhhHH!!– declara Yi sin avergonzarse.
Su hermana no dice nada. Como disculpa, me besa con dulzura. Pero no por ello me desata. Ni deja de ser apasionada.
–¡Mmmmm! Es tu justo castigo. ¡¡Aaaahh!!– repite Shi, que sin duda disfruta de la situación.
Aunque, más que abusar de mí, me mima bastante.
–¡¡Aaaah!! No me dejan soltarte… ¡¡Aaaaahhhh!!– se disculpa Ma Lang, mientras mueve sus caderas en círculos, muy sensual.
–Wei te envía… ¡¡Aaaahhh!! …saludos– se restriega Shun sobre mí.
Incluso me acaba poniendo sus pechos en la boca. Para dejarme chuparlos. Beber un poco de su leche. Le excita. A mí también.
–Sé fuerte… Un poco más… ¡¡Mmmmm!!– se burla Liang, mientras se mueve con suavidad.
–¡¡Aaaahh!! ¡¡Kong!! ¡Aaaaah! ¡¡¡HHHAAAaaaaaHH!!!– simplemente me cabalga Wan, un tanto salvaje.
Hong y Bronceada también me cabalgan. Esta última parece muy excitada. Por poder dominar por una vez. Aunque luego me vengo pellizcándole los pezones. A las dos.
Le tocaba a Hong hoy. Y ha pedido traerse a Bronceada. No han puesto pegas. Yo tampoco. Así que duermen las dos conmigo.
A la mañana siguiente, Bronceada es debidamente castigada. Sodomizada. Con su rostro aplastado contra el colchón. Y sus nalgas un poco rojas de algunos pequeños azotes. Aunque más bien suaves.
Aunque vaginalmente, a Hong se lo hago igual. Por solidaridad con su ahijada. O quizás le ha excitado.
También me vengo del resto de las chicas. Si se puede llamar venganza a abrumarlas con placer. Y a robarles un poco más de yin de lo habitual.
He empezado a cultivar los riñones. No he tenido ningún problema con páncreas o bazo. Aunque me sigue siendo difícil comprobar las diferencias. Solo sé que son más resistentes. En teoría, incluso pueden ayudar mejor con sustancias tóxicas.
Bueno, espero no tener que comprobarlo. Por ahora, toca ir a copiar algunos cuadernos.
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Unos días más tardes, voy a buscar los vestidos. La dependienta me mira bastante. Aunque se comporta con mucha amabilidad. ¿Quizás le parece extraño que compre tantos vestidos para mujeres? Bueno, solo voy a buscarlos. ¿Quizás me vio elegirlos?
Es bajita. De cabello marrón claro con dos trenzas. Lleva unas gafas cuadradas. Son especialmente prominentes sus pechos. Más pequeños que los de Ma Lang. Pero su baja estatura hace que resalten más. Parecen blanditos.
Su culo es respingón. Puedo contemplarlo mientras se inclina para coger una caja. Realmente cautivador. ¿No lo está moviendo mucho? Se le ven las bragas. De encaje negro.
Me ha llevado a un pequeño almacén. Para coger el encargo. ¿No está tardando mucho? Me acerco. Ella mantiene la postura. Moviendo el culo. Pero gira su rostro. Me mira. Se pasa la lengua por los labios. Sugerente. Tentándome. Bien, si es lo que quiere…
–¡Mmmm!– gime mordiéndose el labio inferior.
Una de mis manos llega a su nalga. La otra, a sus bragas. Las bajo despacio. Las dejo a la altura de sus rodillas. Y vuelve la mano arriba. La meto entre sus labios inferiores Pasando por encima de su entrada. Tentando su clítoris. Mientras la otra sigue acariciando su suave y esponjosa nalga.
–¡Aaaah! Date prisa. No tenemos mucho tiempo ¡¡Aaaahh!!– me apremia, con su respiración acelerándose.
Saco la mano de la nalga. La llevo a su clítoris. Por encima de su protección. La otra acaricia su agujero. Ambas acelerando a medida que ella reacciona al contacto y el qi.
Cuando empieza a estar mojada, le meto un dedo en la vagina. Luego dos. Tres. Entro y salgo de ella cada vez más deprisa. Y cada vez está más mojada. Hasta que noto como su vagina aprieta mis dedos. Como se estremece. Su cuerpo se arquea. Se tensa.
–¡Ooohhh! ¡Siiiií! ¡¡¡AaaaaaahhhH!!! ¡Por el qiiii! ¡¡¡HHHHHAAAaaaahhhHHHH!!!– gime cuando llega al orgasmo.
Me bajo los pantalones. Pongo mi pene erecto delante de su entrada. La penetro cuando todavía está recuperándose. Despacio, llego hasta el fondo. Ella se queda con la boca abierta. Como sin respiración. Aunque chupa mis dedos con su líquido que he llevado a su boca.
Me sorprende notar su cultivación. La estaba ocultando. Es unas cuantas etapas por encima de la mía. De haberlo sabido, quizás hubiera sido mejor no empezar… Puede ser peligroso relacionarse con quien tiene mucho más poder. Sobre todo, tan íntimamente. Bueno, demasiado tarde.
Aunque también reconozco que es excitante. Estar dominando a alguien de mucho mayor cultivación. La última vez fue en la expedición. Y fue un accidente. No tuve más remedio que follarla mientras su novio estaba inconsciente. Para que no se diera cuenta. Fue realmente peligroso y excitante.
Mueve sus nalgas ansiosa. Así que acelero. Mientras llevo mis manos a su blusa. La subo por encima de sus pechos. Descubriendo su sostén también negro de encaje. Lo desabrocho por detrás. Dejándolo suelto. Y liberando sus pechos. No podía permitir que siguieran atrapados.
–¡¡Aaahhh!! ¡Así! ¡¡¡HAAAaaaaAAHHH!!! ¡Por fin un buen polvo! ¡¡AAAAAAaaaahhhhhHHH!!– gime con lujuria.
Ha puesto sus manos sobre un estante. Apoyado su cabeza a ellas. A la altura de una mesa. Mientras yo embisto por detrás. Agarro sus pechos. Aprieto ligeramente sus pezones Añadiendo qi. Sin dejar de salir y entrar de su vagina.
–¡¡Más!! ¡¡Aaaaaaah!!– gime, antes de ser interrumpida.
–Toc, toc. Sé lo que estás haciendo, como siempre. Date prisa. Tenemos clientes– apremia una voz.
Supongo que es su compañera. Realmente, no tenemos mucho tiempo.
–¡¡Aaaahhhh! Siempre igual… ¡¡¡HAaaahhhhhHH!!! Una nunca puede disfrutar… Un poco más… ¡¡¡HAAaaaahhhHHh!!!– gime.
No tengo más remedio que forzar un poco. Que añadir más qi. Mientras estrujo sus mullidos pechos. Tiene las aureolas bastante grandes. Muy rosadas.
También son mullidas sus nalgas. Muy agradables al tacto. También a la vista. Me gusta estrujarlas. Ver como vibran a cada embestida. Lástima que tenga que darme prisa. No puedo recrearme mucho.
Dejo que el placer me inunde. La llevo al orgasmo mientras la lleno. Para que los dos estemos medianamente satisfechos. Hubiera preferido que durara más.
Ella se queda en la misma posición, hasta que recupera el aliento. Mi semen goteando de su vagina. Se sube entonces las bragas. Sin importarle que estén manchadas. Sonríe. Es mona. Sus ojos son entre marrón y amarillo. Son peculiares.
–Ha estado más que bien. Vuelve cuando quieras. Mejor si es a última hora. Me llamo Fan Genji– se ofrece sugerente, mientras se pone bien las gafas y se limpia la saliva de la boca.
Me da el paquete con la compra. Me besa en la mejilla. Se pone bien la ropa. ¿Ni una arruga? Ha usado qi. Parece que tiene práctica.
Salimos del almacén. Me despide luego con un guiño. Mientras su compañera nos mira entre exasperación y resignación. Por suerte, no sabe quién soy. Sigo llevando una máscara. No puedo decir que no haya sido un encuentro estimulante.
Lo cierto es que mis pervertidas ya me habían advertido. La conocen de hace tiempo. Es una estudiante que trabaja en la tienda de ropa para ganar un extra. Además de que parece que le gusta el trabajo
–Es buena en su trabajo, pero le encanta follar con los clientes. Le gusta cambiar. Si quieres follártela algún día, es fácil. Pero no esperes nada serio– me había advertido Bei Liu.
–Es un encanto, pero no le importa follar con gente comprometida. De hecho, le pone más. Le ha dado más de un problema. Quizás debería contenerse si tienen pareja, aunque la culpa es de ellos. Son los que engañan. Ella no ha prometido nada– había añadido Bi Lang.
De hecho, yo no engaño. No tengo ninguna pareja exclusiva. Incluso me han animado. Aunque ellas sí son mías. No puedo negar que resulta un tanto injusto. También es cierto que nadie las ha obligado. Han aceptado por propia voluntad. Lo que no hace que no me sienta culpable. Las compensaré siempre que pueda.
En cuando a Fan Genji, supongo que puedo ir a visitarla de vez en cuando. Me podría ser muy útil cuando suba unos cuantos niveles. Para absorber su qi. Por ahora, solo puedo disfrutar de ella.