Mi cultivación es algo más lenta. La energía que puedo absorber con sexo es comparativamente menor, ya que ahora necesito más. Estoy en la etapa dos y la mayoría de esclavas no ha llegado a la uno. La buena noticia es que mi sello de qi funciona. Nadie parece haber notado que he avanzado.
Ahora mismo Liang y Song duermen. Y Shi esta tumbada en la cama, penetrada por mí. Mantengo el sexo muy despacio. Lo justo para mantener la erección, pero para no excitar mucho a Shi. Debe mantenerse concentrada
Puedo controlar su qi. Darle más y ayudarla a abrir el meridiano. Le falta poco. Le doy un poco más. Me cuesta concentrarme mientras la penetro y veo su cuerpo desnudo. Sus senos, casi inmóviles apuntan al cielo. Sus labios parecen llamarme. Sus ojos están cerrados. Mejor cierro también los míos.
Pasamos unos minutos conectados, manipulando el qi, hasta que finalmente consigue abrirlo. Ahora el qi circula libremente por el meridiano. Lo hemos conseguido.
–Creo que esta forma de llegar a la etapa uno no es muy normal– se ríe, ligeramente sonrojada.
–Felicidades.
Me acerco a ella y la beso. Ella me sonríe.
–Ahora, ¿podemos hacer algo con lo de aquí abajo?– dice señalando nuestras partes conectadas.
–Por supuesto.
La vuelvo a besar. Llevo a mis manos a sus senos y los acaricio con suavidad. Los dedos alrededor de la aureola, dejando un rastro de qi. De vez en cuando a sus pezones. Mi lengua también la ataca. Y mis caderas han empezado a moverse.
–¡MMMMMMMHHH! Aaahh. Te gusta jugar con… aaaah… mi pecho– me acusa con voz seductora.
–Me gusta jugar con toda tú– le respondo.
Empujo hasta el fondo. Beso su cuello. Llevo una mano a acariciar el contorno de su figura. Ella arquea ligeramente la espalda, acentuando su figura. Sus ojos piden más. Sus labios están sellados para contener sus gemidos. Sus piernas se cruzan tras de mí, no dejándome escapar. Sus manos también me envuelven. Acarician mi espalda.
Ella se acomoda a mi movimiento y lo acompaña. Aceleramos. Nuestros corazones. Nuestra respiración. Nuestros movimientos. La temperatura de nuestros cuerpos. Yo también tengo que controlar mi voz. Su conducto se estrecha varias veces. Cada vez que su cuerpo se estremece.
Nuestros ojos se buscan. Nuestros labios solo se separan para buscar los del otro. Nuestras lenguas se entrelazan. Nuestros cuerpos sudan. Finalmente llegamos al límite. Empujo varias veces más para llenarla de mi esencia. Nuestros cuerpos se tensan al llegar al clímax.
Nos quedamos un buen rato mirándonos. Respirando el uno cerca del otro. Besándonos.
–Recuerda, no me llames hasta que rellene mi qi. Bueno…– creo que se va a desdecir. Pero se calla –. Te echaré de menos por unos días.
–Yo también a ti.
Me vuelve a besar.
–Va, date prisa, no lo hagas más difícil– me pide.
La vuelvo a besar antes de dejarla ir. No sé cuándo nuestra relación ha llegado a este punto. Ya no me imagino vivir sin ella. También está Song. Y hasta Liang. Pero Shi es especial. Aún más.
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Durante todo el día voy mirando de reojo a Shi. Duerme o medita. Es realmente dedicada. Hoy he encontrado a Sai, la esclava de rango dos. He recuperado bastante qi, aunque no todo. Si no, le hubiera quitado demasiado. Para compensar, le he ayudado a expandir su contenedor al principio. Esta vez ha querido ser ella quien tuviera la iniciativa. Yo apoyado contra el tronco mientras ella de pie, dándome la espalda y moviéndose. También de pie y doblada hacia delante.
Era una pena no poder acariciar sus pechos. Pero también es excitante que ella lo haga todo. O casi. El qi sigo añadiéndolo. Ella impone el ritmo. Descansa un poco después de cada orgasmo. Acelera cuando está cerca. Está algo cansada cuando acabamos.
–Ahhh. Incluso así, contigo es diferente. Aah. Song y Liang tienen suerte. Aaah. Hasta la próxima.
Me ha besado tras acabar y recuperarse. No dice nada de venirse a mi habitación o de que yo vaya a la suya. Respeta mi independencia. Vuelve a cortar árboles. Lo hace desnuda. Creo que se mueve más de lo normal, provocándome.
Yo también me vuelvo. En la etapa dos tengo más energía para cortar madera. Por desgracia, debo ir con cuidado. El hacha que tengo es para alguien de la etapa uno. Shi sigue meditando.
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Cuando vuelvo a la habitación no está ninguna de las dos. No es lo habitual, pero tampoco extraño. Las espero mientras medito y observo a Shi. De golpe entra Liang. Sin aliento. Con la cara desencajada. Tiene lágrimas en los ojos.
–Es Song. Está en la enfermería. Está muy mal– solloza.
Vamos a la enfermería corriendo. Nos dejan pasar.
–Va a morir. No vale la pena tratarla, quedaría lisiada. Podéis quedaros con ella. Llevaros el cuerpo si muere– explica el médico, sin mucho interés.
No me sorprende. Sé lo que somos. No gastarán recursos valiosos en una esclava.
Entramos en la habitación. Song está tumbada en la cama. Su pierna está rota en mala posición. Tiene contusiones en todo el cuerpo. Su preciosa cara está destrozada. Tiene los labios partidos e hinchados. La nariz rota y desviada. La parte izquierda de la cara también hinchada. No puede abrir ese ojo. Ha perdido varios dientes.
Le cojo la mano. Liang llora junto a mí.
–Kong… Lo siento…– susurra con dolor.
–Tranquila. Descansa.
Le aplico qi, pero lo más que puedo hacer es acelerar la curación de las heridas superficiales. Y aliviar un poco el dolor. Compruebo su estado con los puntos de presión. No está bien. Hay daños internos. Aunque creo que no mortales. Me es difícil ver más allá. Lo que está claro es que necesita descanso y cuidados. Demasiados para un esclavo. Incluso darle de comer no será fácil.
La Residencia nutre a sus habitantes. Si está allí, quizás tenga una oportunidad. Aquí no tiene ninguna.
–Liang, vuelve y descansa. Yo me quedaré.
–Pero…– protesta.
–Por favor– le pido.
Me hace caso y se va, a regañadientes. Cuando me aseguro que estoy solo, me vuelvo hacia Song.
–Song. Me gustaría que confiaras en mí. Te puedo llevar a un lugar seguro. Pero tienes que someterte a mí. Aceptar ser solo mía.
–¿Ser tuya? Eres… lo mejor que me ha pasado. Ojalá pudiera estar un poco más– responde con dolor –. Pero los he oído. Estoy lisiada. Me dejarán morir.
–Solo acepta. Yo me ocuparé del resto.
–Claro. Toda tuya– susurra tras dudar unos momentos.
No acaba de comprenderlo ni creerlo del todo. Pero parece que es suficiente. Siento el vínculo. La hago dormir. No necesita sentir dolor y debe parecer que ha muerto. La cojo en brazos con cuidado y me la llevo fuera.
–Voy a enterrarla.
Asienten. No me hacen preguntas. Para ellos es un problema menos. Cuando salgo de su vista invoco un momento a Shi. Estaba durmiendo, pero se despierta de golpe. Me mira confundida desde el suelo. No acaba de ver que tengo en mis brazos.
–Cuídala. Te lo explicaré luego. La he dejado durmiendo. Tardará en despertar
Inmediatamente las envió a las dos de vuelta. Veo como Shi se levanta confundida y descubre a Song. Creo que tarda un poco darse cuenta. Se pone las manos en la boca y se arrodilla delante de ella. Pero enseguida reacciona y va a buscar agua para limpiar las heridas.
Vuelvo a la habitación a consolar a Liang. Le tengo que decir que ha muerto, aunque no sea verdad. Llora bastante. Se duerme en mis brazos sin dejar de llorar. Me gustaría contarle la verdad, pero no puedo. Invoco a Shi, que está sentada junto a la cama. tarda unos instantes es darse cuenta de dónde está.
–¿Cómo está Song?– le pregunto.
–No lo sé. ¿Qué le ha pasado?.
Le explico lo que sé. Lo que me ha contado Liang entre sollozos. Al parecer la "princesita" ha pillado a su prometido otra vez, esta vez con Song. Y la ha tomado con ella. Shi está furiosa. Antes no se hubiera podido permitir estarlo, pero ahora puede expresar sus sentimientos. Yo también lo estoy. Pero no puedo hacer nada.
–Cuidaré de ella. Su pierna no curará del todo. Y no sé como quedará su cara. Pero me ocuparé de ella– asegura decidida.
–Quede como quede, estará segura allí. Si sube al reino del Génesis podrá ir curándose. Al llegar al del Alma, debería poder regenerar su cuerpo.
Shi me mira por un momento. Sonríe como nunca lo ha hecho. Unas lágrimas se le escapan. Los esclavos no estamos acostumbrados a mirar al futuro. A tener esperanzas.
–La salvaremos– le aseguro.
Ambos sabemos que no tenemos la seguridad de conseguirlo. La abrazo durante un buen rato. Luego se va con Song. He puesto otra cama y se duerme a su lado.
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Los días siguientes son extraños. Me paso el tiempo mirando a Song. A Shi que mira a Song. También tengo sexo con Shi cuando recupera su qi. No estamos de humor, pero es necesario. También para Song. Lo hacemos despacio, con mucha dulzura. Con melancolía.
Y casi lo mismo con Liang. Me ha preguntado si quiero traer a alguien más. Creo que más por obligación. Ella también está triste. Se había encariñado con Song.
Por suerte, Song se va recuperando poco a poco. Cada vez tiene menos dolor. Hoy estamos los tres cerca del río. Después llevaré la leña.
–Lo único bueno es que Shi está viva– dice Song con una medio sonrisa amable. Su cara aún está algo inflamada –. Pero mírame. Soy horrible. Ni siquiera puedo caminar.
–Song…– suplica Shi.
–Sí, ya sé. Quizás podría curarme subiendo la cultivación. Pero mírame. No puedes pedirle a Kong que tenga sexo con una… lisiada horrible.
Sus ojos dejan salir algunas lágrimas. Sé que, diga lo que diga, no me va a hacer caso. Pero no puede negar los hechos. Así que me acerco a ella y le pongo la mano en la pierna. Subo por ella, dejando un rastro de qi. Ella emite un suave gemido. No lo esperaba.
–No eres una lisiada horrible. Eres MI lisiada horrible. Una lisiada horrible muy sensual.
No la beso en la boca. Sé que aún le duele. Pero con la otra mano acaricio su abundante pecho. Tiene más cicatrices, pero no me importa. Shi me ayuda. Desnuda a Song. La ayuda a estirarse para que esté cómoda.
–Los dos contra mí no vale– se queja.
–Te aguantas. Por quejica– le espeta Shi. Pero hay bastante dulzura en su voz. Está preocupada.
–Al menos sé suave– se resigna Song.
Soy muy suave. No le provoco más que algunos pequeños orgasmos. Le duele si grita. O si su cuerpo se estremece demasiado. La lleno de qi. No lo hacemos durante mucho rato. Su cuerpo aún está débil. Pero sonríe cuando acabamos.
–Bueno, quizás no está tan mal no tener que trabajar. Y tener mi esclavo sexual personal.
–No te confíes. En cuanto te recuperes, verás lo que es bueno– la amenazo
–Exacto. No me lo dejes solo a mí– protesta Shi.
–¡No me hagáis reír! ¡Duele!– se queja Song.
Nos reímos todos. Y se vuelve a quejar. Cuando las envío al otro lado me siento extraño. Por una parte algo triste y enfadado. Por la otra feliz. Se está recuperando. Y, quizás, podamos conseguirlo del todo. Me quedo mirándolas un rato. Están charlando sentadas en la cama. Me gustaría saber que dicen.
Más tarde Shi la ayuda a acostarse. Se queda meditando frente a Song.
Por la noche llamo a Song de nuevo y tengo sexo suave otra vez con ella. Se queja de no poder cambiar de posición y de que no pueda ser más intenso. Está más animada. También se interesa por Liang. Y me insiste en que podría traer a otra. Quizás más adelante. Aunque si no tienen cultivación, ya no es tan beneficioso. Por ahora, no hay prisa.