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Hermanas

Me despierto antes de la campanada. Mi miembro está entre las enorme tetas de Ai. La punta en la boca de Shu, donde me corro. Me miran las dos con rostro travieso justo cuando suena la campanada. Se levantan y se van corriendo, riéndose. Sonrío. No saldrán impunes.

Antes de desayunar se me acerca Sai.

–¿Tienes tiempo está noche? Necesitaría que me hicieras un favor.

–Sí, claro.

Se despide con una sonrisa. ¿Cómo voy a negarme? Si quisiera podría ordenarlo. 

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Shi y Song han decidido ayudarme a cortar leña. Aún tengo acumulada, pero "por si acaso". Shi corta ramas y árboles, desnuda. Mientras, Song la mira, sostenida por mí y penetrada por detrás. Shi se queja de que no la dejamos concentrarse. Aunque también dice que Song desnuda, llena de mi semen y totalmente rendida al placer, es muy erótica.

Luego es Song la que se queja, cortando a trozos más pequeños la leña, sentada, desnuda. Shi la "vigila" desde el suelo, a cuatro patas. Yo semiagachado. Con una pierna que pasa sobre ella. La otra con la rodilla en el suelo, entre sus piernas. Ella apoyada en sus codos. Mi mano acariciando su espalda, su cuello. Cuando llega al clímax, Song también se burla de ella. 

Cuando llamo a Bang Rui, se la ve algo nerviosa.

–Lo… he limpiado. El …ano– anuncia.

Me hace una felación, masturbándose usando ano y vagina. Luego la pongo a cuatro patas, de pie. Sus codos tocando el suelo. Su culo expuesto. Penetro su vagina, empujando con energía. Con mis dedos voy recogiendo los fluidos que salen de ella y llevándolos hasta su ano, metiéndolos en su interior. Lo lubrico y juego con él, mientras ella gime de placer.

Finalmente saco mi miembro y toco su ano con él. Ella se tensa, y yo vuelvo a penetrar por sorpresa su vagina hasta el fondo. Se corre. Cuando aún se está recuperando, lo vuelvo a sacar y penetro un poco su ano. Voy empujando poco a poco. Añadiendo qi, tanto para excitarla aún más como para no dañarla. Tal y como estaba descrito en el cuaderno,

Cuando toda la longitud de mi miembro está en su interior, ella se permite respirar. Luego lo saco poco a poco. Es estrecho. La sensación es diferente. No hay un final. La vuelvo a penetrar despacio. No sé hasta cuánto puedo forzar. Ella gime. En algún momento se adivina un poco de dolor. Pero, sobre todo, placer. 

Voy acelerando, hasta que me parece que no debería ir más allá. Que podría desgarrar su conducto. Le estoy un rato dando por el culo. Penetro también su vagina con los dedos. Hasta que los dos llegamos al clímax.

Después de correrme en su interior, y de que recuperemos el aliento, la hago besarme. Su culo gotea mi semen. 

–¿Cómo ha sido?– le pregunto.

–Ha dolido un poco. Pero valía la pena. ¿Lo volveremos a hacer?– me pregunta. Casi suplicando.

–Cuando quiera volverlo a hacer, te lo daré. Te limpias de inmediato para mí.

Ella asiente, totalmente sumisa. Luego la hago limpiarme el miembro con la boca. Cada vez lo hace mejor. A punto estoy de volverla a follar. Pero no hay bastante tiempo. La envío de vuelta y recojo la leña que han reunido Shi y Song. Recordarlas cortando leñas desnudas me obliga a concentrarme en bajar la erección.

Era una prueba para ella. Y también para mí. Pero el recuerdo del pasado no me ha afectado. Eso significa que el sufrimiento de haber sido sodomizado cuando era niño sigue escondido dentro de mí. De alguna forma, no lo asocio a hacerlo yo. También es cierto que ella no gritaba de dolor, sino de placer.

Hoy he visto algo extraño. Dos estudiantes, gemelas, han pasado cerca. Las he detectado con qi. Su etapa no es muy alta. Igual que la mía. Al cabo de un rato ha aparecido un estudiante. Etapa cuatro. Creo que las seguía. Como sea, no es asunto mío. No me han visto. Mejor me aseguro de estar lejos.

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Por la noche, llamo a la habitación de Sai. Cuando entro, están ella y sus dos hermanas. Es de las pocas esclavas que tiene familia real. Son de la etapa uno, mientras que Sai de la dos. Tienen bastante parecido. Se sabe que las ha estado protegiendo cuanto ha podido. Aunque no puede evitar que, de vez en cuando, los estudiantes abusen de ellas.

No es la primera vez que las veo, pero hoy están diferentes. Como muchas esclavas, normalmente llevan una especie de maquillaje para hacerlas parecer más feas y sucias. Ahora no lo llevan. Son bastante atractivas. Me miran fijamente, con curiosidad. Sai se acerca y me besa. Pretendía un beso corto. Pero no la dejo ir. Tampoco se resiste. Cuando la suelto, me mira, pasándose la lengua por los labios.

–¿Nos lo harás a las tres? ¿O al menos a ellas dos? ¿Con suavidad? Nunca han tenido sexo que no fuera doloroso. Quieren experimentarlo, pero les da un poco de miedo– me susurra.

–Entonces, ¿no sería mejor que lo vieran primero?

No le dejo responder. La cojo en brazos y la llevo a la cama. Tienen una cama de verdad. Beneficios que tiene Sai por estar en la etapa dos. La tumbo boca arriba. Nos besamos durante bastante rato. Sus hermanas nos miran. Va abriendo sus piernas. Me acomodo entre ellas, sin dejar de besarla. De acariciarla. De sentir sus caricias. De quitarle la ropa poco a poco.

La penetro. Despacio. Con Suavidad. Con qi. Ella cruza sus piernas en mi espalda. Salgo y entro despacio, con mimo. Ella gime entre beso y beso. Sus generosos pechos se aprietan contra mí. Su estómago contra el mío. La hago correrse unas cinco veces.Al final, la dejo acostada, jadeando y exhausta. Sus ojos brillan cuando me miran. Luego mira hacia sus hermanas.

Me incorporo y llamo a una de ellas. Es más morena que su hermana mayor. Ligeramente más alta. Está algo nerviosa. La hago sentarse sobre mí. La beso. La excitación del beso la sorprende. Es su primer beso con qi. Le sacó la túnica por su cabeza. Sus pechos quedan a la vista. Son ligeramente más pequeños que los de Sai. Le chupo uno de ellos y lanza un gritito.

La acuesto junto a su hermana. La mira por un momento, pero enseguida reclamo su atención. La beso. Estoy sobre ella, como con su hermana. Soy también dulce. Lento. Poco a poco va abriendo las piernas. Poco a poco se va humedeciendo. Poco a poco pasa de aceptar mis besos a pedirlos. A darlos ella. La penetro despacio, cuando me lo suplica. Se corre en ese mismo momento.

–¿Estás bien?– le pregunto.

–Sí. Ahh. No duele. Se siente bien. Aaaaah.

Me muevo dentro de ella despacio. Con qi. Con besos. Al cabo de un rato cruza las piernas en mi espalda. Como su hermana. Ella la mira y le acaricia la cabeza. La otra nos mira desde la distancia, excitada.

Gime una y otra vez, cada vez más rápido. Hasta que no puede más y la hago correrse una última vez. Luego miro a su otra hermana. Ella se quita la ropa y se acerca. A diferencia de sus hermanas, su pelo, entre rubio y castaño, está cogido en una coleta. Su pecho es el más abundante de las tres, un poco más que Sai.

Se acuesta junto a su hermana sin que yo le diga nada. Me mira con deseo, apremiándome. Me acerco y la beso como a sus hermanas. Como con ellas, jugueteo un rato con su boca. Luego la penetro. Se deja llevar. Tiene orgasmo tras orgasmo. Hasta que acaba exhausta, jadeando.

Cuando acabo, la hermana morena se acerca y me besa en la mejilla.

–Ha sido fantástico.

–Haaaaah sido aaaaah increíble. Sai no mentía aaaah– dice la otra.

–No hemos acabado– las interrumpo, amenazante.

Voy junto a Sai y la hago ponerse a cuatro patas. No se resiste. Aprieta su rostro sobre la almohada. Aún está mojada. La penetro por detrás. Esta vez con intensidad. Cada vez que se corre es evidente. Por sus espasmos y sus gemidos ahogados. Esta vez me corro dentro de ella. Se desploma, pero no pierde el conocimiento. Por algo está en la etapa dos. Me giro hacia sus hermanas.

–¿Alguna quiere probar?

Se miran. La morena es más rápida. Se ofrece a mí, a cuatro patas. Me acerco por detrás. Palmeo sus nalgas con ambas manos. Emite un gemido seductor de protesta. La penetro. Empiezo despacio. Sai sé que no tiene ningún problema, pero no sé mucho de sus hermanas. Voy acelerando poco a poco. Ahora es bastante intenso. Está disfrutando. Sus gemidos, aunque ahogados por la almohada, no dejan de escucharse. También me corro dentro de ella. Pierde el conocimiento, abrumada por el placer.

Miro a la última. Se pone a cuatro patas sin necesidad de decir nada. Mueve el culo, insinuándose.

–Sé duro desde el principio– pide con pasión.

Le hago caso. Ha estado mirando a su hermana. Incluso ha jugado con su pecho. Sai se venga de parte de la hermana inconsciente. No me canso del placer de penetrarlas. De acariciar sus cuerpos. Desde sus piernas hasta sus mejillas. De jugar con sus pechos. Con sus nalgas. Del contacto y calidez de su piel. Sé que en parte es culpa de la técnica. Y en parte de mí. Si no, nunca la hubiera "heredado".

Se desploma como su hermana tras el último orgasmo, rellena de mi esencia. Sai me atrae hacia ella.

–Gracias. Quédate a dormir esta noche.

No puedo negarme. Tampoco quiero. Me quedo un rato en su abrazo, hasta que se duerme. Luego me aseguro de mantenerlas dormidas antes de llamar a Shi y Song. Me obligan a relatar los detalles. Luego se miran y sonríen traviesas. Acabo trayendo sus propias camas y haciéndoselo como a las hermanas. Las cinco durmiendo son adorables.

Devuelvo a Shi, Song y sus camas. Me traigo a Rui. Me la follo con su cuerpo sobre la parte baja de la cama. Sus piernas por fuera, abiertas. Es una posición de absoluta sumisión a mí.

Me dejo llevar, penetrándola sin parar, sin pausa. Me ha dicho que tiene el ano un poco dolorido, así que lo dejo estar. Pero no mi siguiente experimento. Le pego en sus nalgas una y otra vez, a la vez que la penetro. Están rojas. Aplico qi en cada golpe, dándole placer y dolor al mismo tiempo. Cuando me corro en ella se desmaya. He sido un poco salvaje.

Espero un poco y le aplico qi para que despierte. Para que me dé un beso. Le aprieto sus doloridas nalgas con mis manos. Le aplico también qi para unir dolor y placer.

–¿Qué se siente ahí detrás?– le pregunto.

–Aaaah. Duele. Y se siente bien. Aaaah.

–Te has desmayado. Mereces un castigo– le digo, poniéndola sobre mis rodillas y golpeándola de nuevo

–Si, amo. Castígame. Aaaah.

Le hago morder un trapo. Luego la sacudo durante un rato. Tiene un orgasmo. De alguna forma he tenido una erección. Así que la tiro sobre la cama y la vuelvo a penetrar. Estirada boca abajo. Con mucha intensidad. Me corro en su interior en apenas un minuto. Luego la envío de vuelta sin decir nada más. Curiosamente, el vínculo se ha reforzado. Responde demasiado bien a los estímulos Estoy empezando a pensar que ya de por sí era un tanto pervertida.

Ella duerme hoy boca abajo. Debe estar bastante dolorida. Aunque no hay nada grave. Circulando el qi se aliviará pronto.

Vuelvo a abrazar a Sai y me duermo, después de practicar un rato más una nueva técnica. Se llama "el Sonido de la Sombra". Se trata de crear una capa de qi alrededor para ahogar el sonido. Con el suficiente control, incluso el de las hojas que pisas. No puede escapar de la detección de qi. Nada puede escapar de ella. Aunque sí se la puede engañar. O camuflarse en otro qi. Eso lo enseña esta técnica. Pero esa parte precisa un reino más alto.

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Cuando despierto aún no ha sonado la campana. La hermana rubia está sobre mí, cabalgándome.

–Lo siento, no pude evitarlo– ríe y miente Sai.

–¿Cuánto tiempo tenemos?– pregunto mientras llevo mis manos a sus caderas.

–Una media hora.

–Eso son menos diez minutos cada una– amenazo.

Sai y su hermana morena se acercan y me besan. Muevo mis manos a las caderas de la rubia. El espectáculo de sus pechos moviéndose es excitante. Lo acaba siendo el de las tres. Cuando suena la campana y salen de la habitación, aún tienen mi semen en su interior. Es el "castigo" por su travesura.

La rubia ha dicho que hablaría con Liang para "invitarnos" alguna otra vez. Ya veo. Así que esto también ha sido en parte culpa de Liang. Cuando vuelva la "castigaré" debidamente. La echo un poco de menos. Solo han sido dos días.