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Frustrada (I)

Hoy no tengo mucho tiempo. Tengo que ir después con quienes me han reservado. Tampoco puedo ser muy intenso. Tienen que estar listas, por si me tienen que ayudar. Así que me las follo una a una. Por detrás. De pie. Sus manos contra un árbol. Su culo ante mí. 

Ma Lang está excitada. Lo intenta ocultar. Contiene sus gemidos mientras la penetro. Mientras la agarro de sus pechos como a ella le gusta. Se desploma cuando la suelto. Jadeando.

Bai Wan está terriblemente avergonzada. Es su segunda vez. Y lo hacemos al aire libre.

–¡¡¡Aaaaaaahh!!! ¡Koong! ¡¡HAaaaaahh!! Esta posición… ¡¡AAAAAaahhHH!!

–¿No te gusta? No lo parece, estás muy mojada. ¡Aaaah! Y así puedo ver tu precioso culo. Cogerlo. Estrujarlo.

–¡¡HHHHAAAAAAaaahHHH!! ¡¡Pervertido!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAaaahhhh!!!!!

Rui está vigilando. Con el resto de las chicas le da demasiada vergüenza. Aunque creo que ya la han hecho confesar. No ha aguantado mucho. Estaba antes toda roja mientras hablaban con ella.

Me gusta como tiembla su enorme culo. Todo para mí. Como se abre cuando la penetro. Cuando entro y salgo de ella. Como su enormes tetas caen. Oscilan sin parar. Menos cuando las agarro.

–¡¡Aaaahhh!! ¡No puedo más…! ¡¡¡¡AaAAAAAAAAaahhh!!!! ¡¡Deja mis tetas!! ¡¡¡AAAAAaaaahh!!! ¡¡¡Viene!!! ¡¡¡¡Otra vez!!!! ¡¡¡¡¡¡HHHHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!!!

Se corre. Sus piernas no la sostienen. De su vagina gotea mi semen. La abrazo.

–Eres muy sexy. Lástima que no tengamos más tiempo– lamento.

–Tonto…

La beso y la devuelvo. La dejo en su cama. Aparece una sonrisa en su rostro. De oreja a oreja. Es adorable. Y más cuando se da cuenta y se tapa la cara con las manos. Toda roja. Se pone contra la cama.

–Te estás aprovechando con la excusa que no hay tiempo. ¡¡¡Hhhaaaaaaahh!!!– protesta Shi.

–Bésame… ¡¡Aaaaahhh!!– me pide Liang después del primer orgasmo.

–No tan fuerte… ¡¡Aaaah!! ¡Deja mis tetas…! ¡¡¡HHHAaaaaaaAAHhh!!!– se queja Song, aunque poco antes ha protestado cuando no les he hecho caso.

–¡Deja a Yi y fóllame a mí! ¡¡¡Hhhhaaaaahhh!!! ¡Así! ¡¡¡AaAAAAAAAAhhh!!!– pide Yu antes de que la vuelva a penetrar.

–¡Yu, envidiosa! ¡¡¡AAAAAAAAaahhh!!! ¡Kong! ¡Malo!– protesta Yi, a la que ahora penetro con los dedos.

Están las dos juntas, contra el árbol. Increíblemente eróticas.

Ning simplemente acepta que la use, que la penetre, incluso que le dé alguna palmada. La espalda pegada al tronco. Sus piernas sobre mis hombros. Sus manos en mi cuello. Su boca salivando. Su vagina goteando.

Rui ha estado vigilando. Ahora se encargan las gemelas mientras me la follo. Como a las chicas. Sin pasarme. Puedo necesitarla.

Bronceada y Rong han estado cortando troncos. Son sexys haciéndolo desnudas. Ya las follaré por la noche.

—————

Finalmente, recojo y llevo la madera. Me sobran unos minutos antes de ir a la cabaña asignada. Es de una estudiante llamada Hua. No sé su apellido. Muchos estudiantes no los dan. Supongo que para evitar problemas. Aunque hay otros que son todo lo contrario. Para presumir de su familia. Y, algunos, para oprimir o amenazar.

Estoy nervioso. No sé por qué me ha reservado a mí precisamente. Qué está tramando. Hay muchas posibilidades nada agradables.

Podría ser una como Ning en su momento. O incluso una de sus amigas. O alguien que, por cualquier motivo, haya decidido que le caigo mal y no le importa gastar unos cuantos puntos. Podría querer hacer algún tipo de experimento con alguien de la etapa 1. O vete a saber qué.

Las chicas están preparadas. También parecen algo nerviosas. Si las cosas salen mal, intentaré huir a la cabaña de las gemelas sin que nadie me vea. Y esconderme allí hasta que suba de nivel. O ir al bosque. En las Cuevas del Tesoro quizás pueda esconderme. Pero no sería fácil.

Se toman muy en serio perseguir a esclavos fugitivos. Para dar ejemplo. Y más desde que desapareció Shi. La dan por muerta, pero les fastidia no saber dónde o cómo. Han interrogado a muchos esclavos por ello. Por suerte, no lo han hecho conmigo una segunda vez. Por suerte, conseguí escaparme la primera.

Llego hasta la puerta de la cabaña. Llamo. Se abre la barrera. Nadie sale a recibirme. Así que entro.

Frente a mí hay una estudiante que no conozco. Nuestros ojos se encuentran unos instantes. Sus pupilas son de un rosa intenso. Su pelo, de un rosa claro. Ondulado. No llega hasta sus hombros. Sus pechos parecen decentes. Más pequeños que Ma Lang. No sé por qué ha apartado la mirada.

De repente, me atacan por ambos lados. Por un momento me temo lo peor. Pero los ataques no son muy duros. Más bien blanditos. Acolchados. Suaves. Bei Liu y Bi Lang estaban escondidas. Me han cogido cada una de un brazo. Y apretado contra este.

–¿Qué… qué hacéis?– les pregunto, aún un tanto sobresaltado.

–¡Capturarte!– ríe Bei Liu.

–Te has portado mal, no has venido a vernos– me reprocha Bi Lang.

–Pensaba ir mañana. Hoy no tenía tiempo– intento defenderme.

–¡Ahora lo tienes!– exclama Bei Liu.

–¡Eres nuestro!– reafirma Bi Lang.

Me arrastran hasta la cama. Me tiran en ella. La otra estudiante no dice nada. Nos mira con una expresión extraña. No sé qué está pasando aquí. Qué están tramando. Pero no parece nada peligroso. Indico a las chicas en la Residencia que se relajen. Ríen cuando les dejo las piedras morada y verde. Representan a las dos pervertidas que me han atrapado.

–Ella es Fen Huan. Está un poco frustrada, así que pensamos en ti para animarla– explica Bei Liu, que ha debido ver que la miraba.

–Pero ahora está indecisa. Se está desdiciendo. Tenemos que darle un buen espectáculo– continúa Bi Lang, seductora, acariciándome con Bei Liu mis pectorales.

–No tenías por qué decirlo– se queja Fen Huan, visiblemente avergonzada, y apartando la mirada.

Pero ninguna de las dos le hace caso. Siguen hablando mientras me sacan la ropa. Gimen levemente cuando les toco el trasero. Los acaricio.

–Su novio no le hace mucho caso. Aah. Las pocas veces que lo han hecho ni ha llegado al orgasmo– sigue explicando Liu.

–Solo puede masturbarse. No sabe lo que es un buen polvo. ¡Aaaah!– añade Lang.

–¿¡Queréis parar!?– exige Huan.

Ellas ríen. Liu coge mi miembro y se lo mete en la boca. Lang me besa. Mis manos subes por sus muslos. Subiéndole también la ropa. Acariciándolos. Llegando hasta su culo. Gime cuando rozo su entrepierna.

–Ya está listo– anuncia Liu lascivamente.

Se acerca. Se sienta sobre mí. Mi miembro introduciéndose en ella.

–¡¡Aaaaah!!

–Pervertida. No llevas bragas– la acuso.

–Es culpa tuya… ¡Aaah! Siempre las tengo que lavar… ¡¡Aaaaah!!

–Lang tampoco lleva– añado, mientras sobo su culo.

Con la otra mano deshago el cinturón de Liu. Abro su túnica, mostrando sus pechos. Tampoco lleva sostén. Ya lo sabía. Podía ver como se movía su ropa. Ahora lo hacen frente a mí. Libres. Modestos. Sensuales.

Lang se aparta. Para dejar que toda mi atención está en Liu. Y después toda en ella.

Cojo a Liu de la cintura. La atraigo hacia mí. Exijo sus labios. Su lengua. Se tensa cuando acaricio la entrada de su culo. Paso de largo. Quizás en otra ocasión. Por ahora disfrutaré de sus nalgas. De sus muslos.

Nuestros labios se separan. Sus ojos me miran con pasión. Su pelo morado cae sobre mí, acariciándome. Mueve sus caderas sin dejar de mirarme. Su boca entreabierta. Jadeando. Se muerde el labio inferior.

–¡MMMMMmmmmmmm! ¡¡¡¡MMMMMMMMMMMMMMmmmmm!!!! ¡¡¡¡¡HHHHHHAHAAAAAAAAAAAAAAAHHHh!!!!! ¡¡¡AAAAAAaaaaahhh!!!

Finalmente no puede contenerse. Tiene un fuerte orgasmo. Se desploma sobre mí. Su pecho se mueve al respirar. Su cuerpo sudado contra el mío.

La abrazo con suavidad. Está indefensa. No puede resistirse cuando la hago volverse. Cuando la pongo sobre la cama. Bocarriba. Cuando me pongo sobre ella. Agarro sus piernas. Abriéndolas de nuevo. Penetrándola.

–¡¡¡Aaaaaaaaaahh!!! ¡No! ¡¡Espera!! ¡¡¡HHHHHHHAAAAAaAaaaaahhhH!!!

Aún se está recuperando del orgasmo. Pero no tengo piedad de ella. Me acerco. Sello sus labios mientras agarro su pecho izquierdo. Mientras mi otra mano sube por su costado. Acariciándolo. Dejando un rastro de qi. Llegando a su axila. Recorriendo su brazo. Sus manos. Sus dedos, que se aprietan a los míos.

Sigo entrando y saliendo de ella. Es delicioso escuchar sus gemidos cuando dejo sus labios. Su respiración entrecortada llegando de nuevo al clímax. Su vagina apretándome. Pidiéndome que le dé más. Que la llene. Sus ojos suplicando piedad y que no me detenga al mismo tiempo.

La vuelvo a besar. Me hago con sus labios. Su boca. Su lengua. La lleno de saliva. De qi. En su lengua. En su pecho. En su mano. Dentro de ella. Noto como su cavidad se contrae. Como su espalda se tensa bajo mi peso. Como su pezón se endurece. Como todo su cuerpo convulsiona. Como me pide que la llene. Como está hambrienta de mí. Como no puedo resistirla más y le doy lo que pide. En su tercer orgasmo seguido.

–¡Ah! No me has dejado ni respirar… ¡Ah! ¡Ah! Ah. Ah– se queja mientras jadea.

Pero, cuando le doy un beso, me lo devuelve con pasión. Me separo de ella. La dejo descansar. Miro hacia Bi Lang. Como casi siempre, con sus dos trenzas verdes. Le dan un toque adorable. Una bestia sexual adorable.

Su respiración está entrecortada. Sus ojos llenos de deseo. Una mano en su pecho, acariciándolo. La otra en su entrepierna, mojada. Supongo que no nos ha quitado ojo. Está medio desnuda.

Me acerco a ella. Pongo mi mano entre la suya y su pecho. Me la aprieta. La otra en su mejilla. Atraigo su rostro. Sus labios. Ella viene, obediente. Mi cuerpo empuja al suyo. Contra la cama. Se deja caer. Con las piernas abiertas. Dejándome ponerme entre ellas. Mi miembro acariciando su entrada. Endureciéndose.

–¡Aah! ¡Aah! No me hagas esperar más… ¡Ah!– me suplica, totalmente sumisa.

Nadie diría que ella es la estudiante y yo el esclavo. Está totalmente dominada por mí. De hecho, podría llevármelas a las dos. Si no fuera porque atraería demasiada atención, lo haría.

La penetro despacio. Excitándola. Incitándola. Provocando que ella cierre sus piernas tras de mí y me empuje hacía ella.

–Ja, ja, ja– no puedo evitar reír

–¡Aaah! ¡No seas malo! ¡Aah! ¡Llevas mucho tiempo sin llenarme! ¡¡Aaaahh!!– me reclama.

Pongo mis manos sobre sus muslos y caderas. Me incorporo un poco. Para poder darle lo que quiere. Penetrarla con fuerza. Bombear en ella sin parar. Llevarla hasta el límite. Hacerla gemir sin parar. Hacerla chillar. Hacerle vaciar sus pulmones. Estimulo todo su cuerpo. La hago casi enloquecer de placer.

Me acerco a ella. La beso en la mejilla mientras jadea.

–¡Aah! Dame la vuelta… ¡¡Aaaah!! Házmelo contra la cama…– me susurra.

–Le doy un profundo beso en los labios. Disfruto de ellos casi un minuto. Intenta recuperar el aliento cuando los separamos. Mirándome.

Salgo de ella y la hago rodar sobre sí misma. La dejo bocabajo. Le abro las piernas y la penetro. Oigo su gemido ahogado contra la cama. Me recuesto sobre ella. Mis dientes en su lóbulo. Mi lengua recorre su oreja. Mis caderas suben y bajan. Empujando mi miembro en su lubricada vagina. Una y otra vez.

–Pervertida– le susurró.

–¡¡Aah!! Es… ¡¡Hhhhaaaahhh!! …culpa tuya ¡¡¡HHHAAAAAAAAaaaahhh!!!.

No le doy tregua. Empotrada contra la cama. Hundiéndola contra el colchón en cada embestida. Su boca apretada contra las sábanas. Mordiéndolas. Sus manos estiradas hacia arriba. Atrapadas por las mías. Su culo aplastado una y otra vez por mis embestidas, Su pelo verde despeinado. Mojado. Pegado a su cuerpo. A la cama.

Me gusta el tacto de su espalda contra mi pecho. De su culo aplastándose contra mí. El sabor de las gotas de sudor. El sonido de sus gemidos ahogados. Su interior apretándome. Frotándose contra mí. Ayudándome a disfrutarla. A excitarme. A sentir de nuevo el placer creciendo dentro de mí. Sin que quiera pararlo. A punto de explotar. De llenarla.

Tiene un orgasmo. Otro. Noto como las olas de placer se trasmiten a mí. Me aprietan y rozan contra mi miembro. Que finalmente descarga en su interior, llenándola de mí.

Nos quedamos un rato así. Ella bajo mi peso. No se queja. Tampoco es que no pueda aguantarlo. Bei Liu se acerca.

–Feng Huan requiere tu atención– me dice en voz baja, pero no suficiente para que no la oigamos todos.

–Pero no quería…– respondo.

–Ha cambiado de idea– me interrumpe, señalándola con la mirada y una sonrisa burlona.

Miro hacia donde me indica. Su amiga pelorrosa nos está mirando. Su mirada vidriosa. Su respiración entrecortada. Sus ropas revuelta. Sus piernas apretadas, no dejando avanzar a su mano. La otra en su pecho, sobre sus ropas. Supongo que no puede evitarse.

No voy a decir que no quiera follarla. Que no me sienta atraído por penetrar a esa estudiante. Pero preferiría evitar problemas. Sin embargo, no puedo escaparme. Me han alquilado. Estoy a su servicio. Así que me separo de las dos y me acerco a ella.