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Eres mía

Song ha dicho que probaría Bastón fantasma. Técnicamente, ella usa un bastón. Aunque tendré que conseguir la de lanza para ella. La mía no explica como lograr que sea una punta de lanza la que se alarga. Más afilada y menos contundente.

Shi y las gemelas también parecen interesadas. Aunque para momentos más puntuales. Alargar dagas o espadas en momentos concretos. También Rui quiere la de dagas. Les pediré que se la dejen ver cuando no la usen ellas.

De hecho, las gemelas también parecen interesadas en Golpe estremecedor. Bueno, más adelante. No podemos hacerlo todo a la vez. Liang ha preguntado si había para flechas. Ni idea. No lo había pensado.

Las gemelas la pedirán por sí mismas. Bueno, Yu lo hará. Yi cogerá la de espada para Shi. De esa forma, no resulta extraño.

En cuanto a Extensión de qi, todas han dicho que lo mirarán. Incluso Liang. Puede ser útil para defenderse. Y a Lang me temo que la forzarán a estudiar esta y la "fantasma".

Me confesó, abrazada a mí, que en el pasado no quería cultivar. Que se vio obligada. Que ahora tiene suficiente con que yo la abrace. Y que se esforzará para poder defenderme si hace falta. Pero que prefiere no pelear si no es necesario.

También me han hecho revisar la gema de memoria con ellas. Se han reído bastante. Por suerte, sobre todo de Ga Gui, mi adversario.

De hecho, han conseguido avergonzarme. Me han alabado bastante. Aunque han exagerado, entre risas. Quizás el "Bien hecho" de Shi ha sido lo que más me ha enorgullecido.

He compartido con ellas mis experiencias con el instructor. Me gustaría que ellas también pudieran tener a alguien que las guiara. Por ahora es imposible, excepto para las gemelas.

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Al salir de copiar manuales, me encuentro con Tai Feng y Yawen. ¿Me estaban esperando? Ella me sonríe y se encoge de hombros. Mirándolo. Él se acerca y me coge del brazo. Me arrastra a un lugar un poco apartado.

–Oye, ¿es verdad que le diste una paliza a ese presuntuoso de Ga Gui?– me pregunta.

–Bueno, yo no lo llamaría paliza– medio niego.

–Va, cuéntanos exactamente qué pasó– me pide.

Por su tono de voz, es evidente que no le cae bien. No me queda más remedio que explicarle lo que pasó con todo lujo de detalles. Le dejaría ver la gema de memoria. Pero no podría explicar con facilidad de dónde la he sacado.

–Así que su dominio de los fragmentos de qi es precario. Vamos, que ha forzado practicar las técnicas básicas para presumir. Y puede que solo una. Tendría que haberlo supuesto. Je, je– se ríe él.

–Es uno de los que más lo criticó por comprarme, diciendo que no se centraría en cultivar. Envidia. Le gusta presumir, dar lecciones sin tener ni idea, y molestar a los más débiles, como si así fuera mejor– me explica Yawen.

–Es un idiota presumido. Seguro que estaba por allí la estudiante esa que le gusta y quería hacerse el héroe. ¡Le está bien! Aunque ten cuidado, es rencoroso, aunque cobarde. No te hará nada por ahora, te tendrá miedo. Pero si tiene la oportunidad en el futuro, querrá vengarse– me avisa.

En fin, otro enemigo más… Al menos, este no es muy fuerte.

–Lo tendré en cuenta– le aseguro–. ¿De quién está enamorado?

–No lo recuerdo…– se rasca Feng la cabeza.

–Una tal Chun Hua. Es bastante insoportable también– interviene Yawen.

–Chun Hua… Sigh…– suspiro.

–¿La conoces?– me pregunta ella, sorprendida.

–Le tiene manía a Bei Liu y Bi Lang, las amigas de Ken. Incluso una vez quiso algo así como reclutarme, solo para apartarme de ellas– le confieso. No hay motivos para ocultárselo.

–Oh. Igual no fue casualidad que te provocara. Les ha debido sentar mal el resultado. Estará furioso. Ves con cuidado– reitera Yawen.

–Sí, sí. Si por casualidad oís algo, decídmelo– les pido.

–¡Claro, faltaría más! Aunque no te debiéramos tanto, lo haría solo por fastidiarle– se ríe Tang Feng.

–Lo odia desde que me insultó– susurra Yawen, avergonzada.

Estamos un rato más hablando. Ellos se van a seguir "cultivando". Cada vez se sonrojan menos cuando lo menciono.

Les agradezco que hayan venido a verme. Aunque pueda parecer que querían conocer los detalles de la historia, sé que también estaban preocupados por mí.

Tras despedirme, me paso por la librería. No me cuesta mucho encontrar lo que busco. Tiene un nombre similar. Flecha estremecedora. Imbuye qi en las flechas para que vibren en el impacto. Es recomendable ciertas características en las flechas. Se lo explicaré a Liang. Si lo quiere, lo cogeré cuando devuelva alguno de los otros. O quizás lo coja alguna de las gemelas.

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Por la tarde, toca otra vez ir a vender leche y comprar carne. Ahora, vendo leche de etapas uno a cuatro. Las que he ido almacenando de Shun, y la de Hong. Lin Tao me mira como estudiándome. De hecho, también lo ha hecho con el que estaba antes.

Lo que me irrita no es ella. Es el "cliente" de Guo Xua. Se la ve bastante incómoda.

–Vamos, por los viejos tiempos– sugiere él.

–Xin, sabes que no es el mejor momento. Está todo muy complicado– intenta ella darle largas.

–Nadie lo sabrá– insiste él.

–Disculpa. Si no estás comprando, tengo algunas cosas que consultarle a la propietaria– intervengo.

–¡No te metas donde no te llaman! ¡Podrías hacerte daño!– me amenaza.

Al mismo tiempo, proyecta su aura. Es algo fácil de hacer. Simplemente, es mostrar tu cultivación. Exhibir tu qi. Está en la ocho de Génesis. Es alto para no estar en una secta.

–Me meto porque mi tiempo es valioso. No quiero tener que esperar a que acabes tu cháchara– ignoro su amenaza.

Al mismo tiempo, proyecto sobre él mi aura. Se tensa al notarla. Me mira asustado. Mi rostro está cubierto, así que no sabe quién soy.

–Da igual, de todas formas ya había acabado. Otro día hablamos– se despide de Guo Xua apresuradamente, intentando no temblar.

Lin Tao me mira con los ojos muy abiertos. Guo Xua se esfuerza por ocultar su rubor.

–Gracias por la ayuda, estimado cliente– me hace una leve reverencia.

Yo asiento con la cabeza y me vuelvo a Lin Tao.

–¿Ya está todo?– le pregunto.

–Ehh… Esto… Sí, sí. Tenga, estimado cliente– me da el oro.

–Hasta la próxima– me despido.

Me da la impresión de que quiere atravesar la ropa que tapa mi rostro con la mirada. Bueno, no sabe que la he follado un par de veces. Quizás hoy otra vez.

Salgo y doy una vuelta. Me meto por un callejón. Me escondo. Cuando el que me sigue pasa por delante, lo inmovilizo. Le tapo la boca. Es un sirviente. Está en la etapa dos. Resulta fácil.

–Dile a tu señor que, si vuelve a molestarme o hacerme seguir, le haré una visita en persona. ¿Entendido?– lo amenazo.

Él asiente con la cabeza, temblando. Lo suelto y lo empujo por donde ha venido. Sale corriendo sin mirar atrás. Quizás debería haberle preguntado quién era su señor. Sé que era el cliente de antes, pero no lo conozco. Lo he visto de lejos que lo enviaba tras de mí.

Ya da igual. Quizás Guo Xua lo sepa. Lo único que quiero es que no me dé más problemas. Estaría bien que tampoco la molestara. Pero amenazarle sobre eso explícitamente hubiera sido sospechoso.

Doy un par de vueltas. Me aseguro de que no me siga nadie más antes de llegar al lateral. No sé si Lin Tao se ha ido.

–Estás aquí. Pensaba… que no vendrías. Que quizás te habías enfadado– me abraza Guo Xua, sus ojos húmedos.

He tardado un poco más de lo normal. Pero no es para tanto.

–¿Por qué tendría que estar enfadado?– le pregunto extrañado.

Cierro la puerta. La abrazo. La miro. Ella baja la cabeza.

–Él… Era mi amante. Quería…– no acaba la frase.

Ya veo. ¿Cómo voy a juzgarla por su pasado? Además, ni siquiera es conmigo con quien está casada. Reconozco que no me haría gracia si tuviera ahora a otros. Es un poco egoísta por mi parte, lo sé. Sobre todo cuando yo tengo unas cuantas.

Le pongo un dedo en la barbilla. La hago mirarme, con suavidad. No le digo nada. La beso. Las palabras son innecesarias. La cojo en brazos para subirla a la habitación.

–Es… Espera– me pide.

–¿Qué sucede?– le pregunto, extrañado, sin soltarla.

–Lin Tao… Ella… Estuvo llorando al día siguiente. Cuando no la dejé quedarse. Dice que quiere estar contigo. Sé que es raro. Ni siquiera te ha visto la cara. Supongo que necesita a alguien después de lo que le pasó. Me ha pedido verte la cara– me pide sin acabar de pedirlo.

Me la quedo mirando. Supongo que no hay problema si Guo Xua confía en ella. Al fin y al cabo, es ella quien está engañando a su marido. Teniendo un hijo conmigo.

–Vale. ¿Está arriba?

–Sí…

–Pues vamos.

Doy otro paso hacia las escaleras. Aún no la he soltado. De hecho. Aprovecho para ir acariciándola.

–¡Espera!– vuelve a detenerme.

–¿Y ahora?

La miro. No puedo evitar que se me escape una risita. Resulta cómico.

–Yo… Estoy embarazada– confiesa, ruborizada.

Me la quedo mirando. Oh, cierto. Ella no lo sabía aún. Estos días lo debe de haber sentido. Dicen que ellas pueden saberlo por el cambio del flujo de qi. Le sonrío. La beso.

–Felicidades. ¿Subimos a "celebrarlo" o hay algo más?– le pregunto.

–Subimos– responde sensualmente, abrazándose a mí.

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Follamos despacio. Íntimos. Con muchos abrazos. Muchos besos. Muchas caricias. Disfruta del sexo, pero da la sensación de que se conformaría con que la abrazara.

Puedo sentirlo dentro de ella. Un pequeño brillo de qi. Un punto que absorbe qi para no devolverlo. No mucho. Sin una voluntad. Simplemente converge el qi. Llevará tiempo. Supongo que será más evidente a medida que crezca.

Mientras follamos, Lin Tao está en una silla junto a la cama. Atada. Amordazada. Desnuda. Sus ojos tapados. Goteando. La he saludado cuando he llegado estrujando sus pechos. Poniendo los dedos en su boca. Los ha lamido sensualmente.

Puede oírla gemir. Oír nuestros cuerpos chocar. Nuestras respiraciones aceleradas. Nuestros besos. Como entro y salgo de ella. Como se corre.

Aunque no puede ver como la acaricio con suavidad. Como nos miramos. Como disfruto de la esponjosidad de sus pechos. Como mis dedos se mueven con qi por encima de su piel. Como su cabello se mete entre ellos.

Me levanto y le quito a Lin Tao la mordaza. Pongo mi miembro frente a su boca. Ella la abre y lo mete dentro. Lo chupa obediente. Lo lame. Me quedo un rato disfrutando de su boca. De su lengua sobre mi parte más sensible.

Lo saco. La vuelvo a amordazar. La hago levantarse. La empujo sobre la cama. Bocabajo. Sus pies en el suelo. La penetro con un dedo. Lo saco. La empalo hasta el fondo con mi miembro. Inmediatamente, salgo y vuelvo a entrar.

La disfruto sin desatarla. Sin quitarle la venda. Estrujando sus nalgas. Guo Xua nos mira. Parece excitada. Quizás se lo haga luego. Si quiere.

Su ayudante gime ahogadamente. No puede hacer más ruido con su boca tapada.

–¿Más fuerte?– le pregunto, susurrándole en la oreja.

No debería reconocer mi voz. La fuerzo cuando voy de cliente. Ella asiente. Así que la empujo con más fuerza en cada embestida, contra la cama. Aumento el qi. Noto como sus paredes se estrechan cada vez que la penetro. A punto del orgasmo. Aunque la hago esperar unos segundos más. La verdad es que tengo que contenerme para no correrme en ella también.

–Te quitaré la venda si prometes ser mía– le vuelvo a susurrar cuando se ha recuperado un poco.

No se lo piensa. Asiente. De verdad lo estaba deseando. La desato. La hago sentarse sobre mí. Cara a mí. Le quito la mordaza.

–Quítatela tu misma.

Ella se lleva las manos a la venda. Nerviosa. Se la quita despacio. Me mira. Abre mucho los ojos. Supongo que me ha reconocido a pesar de que suelo ir tapado.

–¿Decepcionada?– le pregunto.

Ella niega con la cabeza. Un poco demasiado fuerte. Sin dejar de mirarme.

–Si tienes algo que decir, dilo. Tienes prohibido callártelo– le ordeno, mientras veo a Guo Xua sonreír.

–Yo… Antes…– empieza, aunque se calla a medias –¡Ay!

La he pellizcado. Aunque no muy fuerte. Supongo que la he sorprendido.

–Dilo.

–Antes… Has estado guay cuando has defendido a la señora. Tú…

Parece indecisa. La miro esperando que acabe. Si no, la volveré a pellizcar.

–Tú… ¿También lo harías por mí?– pregunta finalmente.

Está avergonzada. Y teme mi respuesta. Quizás por eso dudaba. Me hace sonreír.

–Claro. Ahora eres mía– le aseguro.

Quizás estoy actuando un poco posesivo. Aunque no parece importarle. Se le asoma una sonrisa. La beso. Se deja hacer. Totalmente rendida.

–Aún no hemos acabado. Ahora te toca moverte a ti– declaro.

Ella se siente desconcertada un momento. Aunque no tarda en entenderlo. Mi miembro está rozando su entrada. Se sonroja un poco más. ¿Ahora le da vergüenza? Voy a provocarla más.

–Quiero besos y abrazos. Puedes ser lo suave o intensa que quieras. ¿Entendido?

Ella asiente. Se muerde el labio. Se levanta ligeramente. Me lo coge nerviosa con la mano. Para colocarlo frente a su vagina. Luego baja de golpe.

–¡¡Aaaaah!!– gime, sorprendida de su propia acción.