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Cita semanal

Al día siguiente, Mao Xuo recibe los restos troceados de Jon Shuo. Desde entonces casi no se lo ha visto. Parece que se ha deshecho de ellos, pues tampoco lo ha reportado. Y ya han pasado unos días desde entonces. Estoy cerca de la etapa siete. Pero ahora mismo estoy teniendo un momento complicado. Estoy intentando que Ning abra los meridianos para llegar a la etapa cinco. Pero no es fácil que se concentre en ello. La violencia no funciona. A ver si amenazándola…

–Si no los abres, no hay más sexo.

–¡¡Eeehh!!– exclama, abriendo mucho los ojos.

Inmediatamente los cierra y se concentra, llevando la energía a los meridianos. ¡Será…! Quizás podría usar este método más a menudo. Le está poniendo empeño. No tardamos demasiado. Tengo experiencia en ello.

–Vaya, cuando quieres… Bien, te he prometido una recompensa…

Está acostada boca arriba. Con sus piernas sobre mis hombros. Me inclino hacia ella, forzando su flexibilidad. Llevo sus piernas al límite. He decidido experimentar. A ver si la hago más flexible. Empiezo a moverme dentro de ella, forzando a la vez sus músculos en cada embestida. Causándole dolor y placer. Ella gime. Excitada. Con sus pechos presionados por sus propias rodillas.

La muerdo en la pierna. Ella grita. Y gime. Luego en la otra. Le he dejado las marcas de los dientes. Sigo embistiendo. Cuando tiene un orgasmo, gime desesperadamente. Le provoco varios continuos. Su boca totalmente abierta. Su lengua fuera. Su vagina chorreando. Sus ojos abiertos de par en par. Su cabeza hacia atrás. Su espalda ligeramente arqueada. No tarda en colapsar. En perder el conocimiento. Yo también estoy al límite, así que me corro en su interior.

La envío de vuelta. Cuando se levanta más tarde, está dolorida. Pienso seguir forzando su flexibilidad.

—————

He llegado a la etapa siete. Solo quedan tres más. Todas las chicas están en seis. Incluso mi primera mascota. La segunda en cinco. Han pasado veinte días desde que nos encargamos de Jon Shuo. Siguen vigilando la cabaña de las gemelas. Ellas casi no aparecen. Se supone que están meditando.

Creemos que están convencidos de que las gemelas no son una amenaza para ellos. Con su nivel cuatro, es posible haber matado a los que han muerto. Es cierto que tienen coartada para uno de los casos. Pero, de una conversación que hemos recuperado en parte, parece que creen que tendieron algún tipo de trampa. O que tienen alguien que las ayuda, de nivel similar. Quizás amantes. Bueno, hay algo de cierto, pero no lo que se imaginan.

Han estado investigando a varios estudiantes, aunque no parece que tengan ninguna pista. Estoy tentado de crear pistas para unos pocos, a ver si se deshacen de ellos. O al menos les dan una buena lección. Pero me han disuadido de ello. No podemos poner en riesgo el plan principal.

Tenemos un plan para lidiar con Mao Xuo. Pero es arriesgado. Y tenemos que esperar a que se den las condiciones adecuadas. Si pudiéramos esperar a que subamos todos una etapa más, sería más seguro. Pero tendremos que actuar cuando se den las circunstancias

Por otra parte, Song está preocupada. No está convencida de que vaya a curarse al llegar al reino del Alma. Yo tampoco. Puede que no sea suficiente para arreglar su pierna. Pero, por ahora, no hay mucho que podamos hacer. Sea como sea, encontraremos una solución.

Ahora mismo, me estoy follando a Ken. Una de las esclavas a las que suelo visitar. Estoy sentado, apoyado en un árbol. Ella sentada encima de mí. De espaldas. Sus manos sobre mis piernas. Inclinada. Moviéndose violentamente. A punto de llegar a un nuevo orgasmo será el último.

Está cerca de la etapa uno. Debería poder alcanzarla en cualquier momento. La he convencido para que lo intente en unos días. Pero por ahora gime.

–¡¡¡Hhhhhhaaaaaaaaaaaaahhh!!! ¡¡Koooong!!

Ken se desploma sobre mis piernas. Yo sigo acariciándole su obsceno culo. De repente dos figuras aparecen. Sé desde hace rato que estaban allí. Pero ya era demasiado tarde para hacer nada. Han llegado cuando ya habíamos empezado.

–Oh, ha sido un espectáculo increíble– dice una de ellas.

–Muy sensual– añade la otra.

–¡Bei Liu! ¡Bi Lang! ¿¡Qué hacéis aquí!?– exclama Ken.

Me la quedo mirando. Les habla de forma muy familiar.

–Veo que las conoces. Supongo que les has hablado de mí– conjeturo.

–Lo… siento– responde en un murmullo, poniéndose más roja de lo que estaba después del "ejercicio".

Suspiro y le doy un cachete en el culo.

–La próxima vez hablaremos de tu castigo– la amenazo en tono sugerente.

Sonríe. Me da un beso. Casi pidiéndome perdón otra vez. Se aleja a buscar la ropa.

–Tengo que llevar la leña. Os dejo. No seáis malas con él. También tiene que trabajar– se va, riendo, un tanto forzada. Creo que se siente culpable.

–¿Nos has estado evitando? No te hemos podido encontrar estos últimos días– me acusa entonces Bei Liu.

La verdad es que sí. No quería problemas con estudiantes. Pero no puedo reconocerlo así como así.

–Bueno, intentaba alejarme si oía a alguien. Ya he tenido bastantes problemas. No podía saber que erais vosotras.

–Vas a tener que compensarnos– amenaza Bi Lang.

Lleva un hacha. Se pone a cortar un árbol. Su técnica no es muy buena. Pero lo hace con la fuerza de alguien en la etapa cuatro.

–Mientras ella corta tú te encargas de satisfacerme. Luego cambiamos– sonríe lascivamente Liu, quitándose la ropa.

Está claro que no tengo escapatoria. Pero eso no significa que tenga que ser pasivo. Aprovechando que está indefensa mientras se la quita, la ataco a traición. La alzo en mis brazos y la aprieto contra un árbol. Sé como son. Puedo ser un poco agresivo.

–¡Aaaah! Eso no vale. ¡¡HHHAaaaaaaa!!.

Le aparto el sujetador y le muerdo un pezón. Y lo lamo. Y le doy qi. La cojo totalmente por sorpresa. Tengo la iniciativa. Ella está en ropa interior. Amarilla. Con parte descolocada. Le bajo las bragas. Luego la bajo a ella, su entrepierna a la altura de la mía. De repente, sus piernas me rodean. Sus labios llegan a mi oído.

–Sabes, hemos oído rumores de que otras tienen varios orgasmos contigo. Así que ya puedes darme una explicación. No pienso dejarte escapar. Y Lang también los ha oído– me susurra Liu.

Su voz es dulce. Seductora. Y siniestra. Creo que me he metido en un buen problema. La verdad es que quería ser menos intenso con ellas. Que quizás me librara un poco de ellas. No es que me molesten. Pero que sean estudiantes solo puede ocasionarme problemas. En estos momentos, solo se me ocurre una pobre excusa. No creo que sirva. Pero pruebo.

–Las otras se dejan besar.

Ella me mira con los ojos abiertos. ¿En serio se lo ha creído? Sé que aparte de pervertidas son inocentes. ¿Pero tanto? Se sonroja. Parece que le avergüenzan los besos pero no el sexo. Son un tanto peculiares. De repente me besa. Es torpe. Debe ser su primera vez. Se separa y me mira con timidez. Es la primera vez que la veo tan tímida. Es linda.

Acerco entonces yo mis labios a los suyos. Ella parece un poco asustada. Pero no se aparta. Con mi lengua recorro sus labios. Luego sus dientes. Y penetro en su boca. Buscando la lengua. Cuando la encuentro, se sobresalta. Pero no la dejo. Acaricio su lengua con la mía. Añadiendo un poco de qi. Provocándola. Hasta que ella empieza a moverla también. Indecisa al principio. Apasionada después.

Cuando separamos nuestros labios me mira. Con la boca entreabierta. Jadeando.

–¡HHHaaaaaahhh! ¡Traidor!

La acabo de penetrar mientras me miraba. Sí, a traición. La beso antes de que reaccione. Empujo dentro de ella. Ataco también con la lengua. Al principio está abrumada. Pero pronto su lengua vuelve a moverse. Sus manos se aprietan en mi espalda. Sus caderas contra el árbol. Las mías suben y bajan.

–¡MMMMMMMmmmmmmmmmmm!

Se corre mientras la beso. Pero no paro. Su pelo morado se ha desprendido de la cola. Cae sobre sus hombros. Se pega en su piel sudorosa. La misma que se aprieta contra mí. No suelto sus labios. Ni sus nalgas. Las estrujo. La follo más y más rápido. Embestida tras embestida. Orgasmo tras orgasmo. Hasta que la lleno de mí. Solo entonces la dejo caer al suelo. Poco a poco.

–¡¡HAaaaaah!! ¡¡Aaahhh!! ¡¡Haaah!! ¡Haah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Hah!

–Dios. Ha sido tan intenso– dice una voz excitada.

Parece que Lang se ha olvidado de cortar leña y nos estaba mirando. Sus bragas están en el suelo. Sus manos tocando su pecho y su entrepierna. 

–Se supone… ¡Hah! Que tenías que cortar leña. Aaah– protesta Liu, con dos dedos en los labios, tocándolos.

–Sí… Bueno…– balbucea Lang, jadeando ligeramente.

–Merece una lección– me susurra Liu, sugerente.

La beso y la dejo descansando. Me acerco a Lang. La hago acostarse sobre la hierba. Está mojada. La penetro sin más.

–¡Hhhhaaaaaaaaahah!

Sus ojos me miran suplicantes. Sus labios me llaman. Me acerco poco a poco. No me rechaza. Incluso se acerca. También es torpe. Parece que también es su primer beso. Realmente son un tanto extrañas. Mucho sexo y ningún beso.

Entro y salgo de ella. Me separo de su boca. Dejo sus labios anhelantes. Me mira con deseo. Llevo mis manos hasta su cintura. Me apresuro a levantar su ropa. A quitársela sobre su cabeza. Luego sigo con su sujetador. Ya he aprendido a desabrocharlo. Lo tiro a un lado y me abalanzo sobre ella. Sin dejar de penetrarla, busco sus labios de nuevo.

Una de mis manos está sobre su pierna doblada. La otra juega con su pecho. Mi lengua juguetea con la suya. La aparto un momento cuando se corre. Por si acaso. Ya me la han mordido varias veces. Y ella casi lo hace.

Acelero sin piedad. Ahogando sus gemidos. Sus jadeos. Sintiendo su cuerpo temblar bajo el mío. Sus pechos amortiguando mi cuerpo. Su pelo verdoso fusionándose con la hierba. Separo un momento mis labios. Me incorporo ligeramente para mirarla sin dejar de moverme. Observando su orgasmo mientras se pone roja.

–¡¡¡¡¡¡HHHHHAAAaaaaaaaaaAAAHH!!!!!! ¡¡No me mires!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAaaaaah!!!

Vuelvo a besarla. A apagar sus gemidos. Disfruto de la sensación de su piel. De la estrechez de su lubricada vagina. De como aprieta cada vez que se corre. De mi eyaculación dentro de ella.

Me levanto para contemplarla jadeante. Liu se acerca, mirando también a su amiga.

–¿Yo tenía una cara tan pervertida como ella cuando me corría? Ha sido increíble.

Me besa en la mejilla. Ya se ha vestido. Pero aun así le cojo del culo y lo aprieto.

–Puede que incluso más– la provoco.

Ella se ríe.

–Tenemos que repetirlo. Ah. Ah– dice Lang desde el suelo.

–¿No os da miedo que pueda venir alguien y vernos?– les pregunto.

Vamos, como ellas han hecho. Yo puedo detectar presencias. Pero ellas no lo saben.

–Bueno… Eso sería un problema– reconoce Liu reluctantemente.

–Pero es culpa tuya. Te escondes y no podemos encontrarte en un lugar bueno– se queja Lang, inflando los mofletes.

Suspiro. Yo soy un esclavo y ellas estudiantes. Y aun así… Son como niñas pervertidas. Supongo que es la mejor opción. Si no, me buscarán más problemas.

–Podría pasarme de vez en cuando por vuestra cabaña. Pero tengo que reunir leña primero. Y no siempre puedo elegir el trabajo. ¿Quizás cada dos semanas?– sugiero.

–¡Cada semana!– exige Lang.

–¿Diez días?– intento regatear.

–¡Siete!– ríe Liu.

Suspiro.

–Está bien. Lo intentaré. Pero no siempre podré. A veces no puedo elegir el trabajo. Comprobar si tengo reservado cortar leña y esperadme. ¿En cuál de las dos?

––¡En la mía!–– dicen a la vez.

Luego se miran, retándose. Vuelvo a suspirar.

–Yo voy cortando leña. Poneros de acuerdo– las dejo discutiendo.

Les ha costado un rato. Al final acuerdan un día en cada una. En realidad están muy cerca la una de la otra. Cuando han acabado, se ponen a cortar leña también. A hacer lo que no han hecho antes. En realidad me iría mejor que me dejaran solo. Tengo mucha acumulada. Pero eso no pueden saberlo. Aunque agradezco sus buenas intenciones. A pesar de todo, no me tratan como a un esclavo. Solo como un objeto sexual.

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Las chicas se ríen cuando se lo cuento. Y que debería ayudarlas a subir a cinco, pero con cuidado. Tengo que asegurarme que haya pasado un año desde que llegaron a cuatro. Para no levantar sospechas. También discuten sobre posibles castigos y torturas a Ken. Si las oyera, tendría la piel de gallina. Algunas son un tanto… perversas. Saben que no soy capaz de eso. No ante alguien que me cae bien. Y que es muy sexy. A pesar de que ha sido un poco bocazas.

Lo peor es que deciden probar algunos de los castigos conmigo. "Solo para experimentar", aseguran. Casi me muero de la risa. He tenido suerte de que su coalición de cosquillas se haya roto. Yi ha atacado a Yu por sorpresa. Y Song a Shi. Y yo a todas en un momento u otro.

Contra las que me he rendido me han violado. Las que se han rendido han ofrecido sus cuerpos. Estoy agotado. Me duelen los músculos de reírme. Decido que necesito practicar para la próxima vez. Con Ning y Rui. Las he "torturado" mientras las follaba. Ha sido una experiencia curiosa. Incluso Ning ha pedido piedad. La he amenazado con seguir otro día. Si no empieza a aprender un arte marcial de protección que le he dado. Veremos si sirve la amenaza.

Rui se ha quejado también. Pero diría que, de alguna forma, le ha gustado. Supongo que no suelo jugar con ella de esa forma. Quizás tenga que conseguir una pelota y lanzársela. Bueno, igual sería algo cruel. Aunque, la verdad, no estoy del todo seguro.