Capítulo 18 : Confusión en San Urtha
El punto de vista de Raquel
La luz del sol, cálida y onírica, golpeó mi maltrecho cuerpo y volví en mí de golpe. La oscuridad que me invadía, el cuerpo del Rey crucificado en la pared, el demonio que llevaba la piel de su hermano, Mal...
"¡Mal!" Intenté levantarme de la cama en la que estaba tumbado, pero unas manos suaves con extraños callos me volvieron a sujetar. No fue hasta que dejé de agitarme y de luchar cuando me pusieron un trapo frío en la cabeza. "¿Quién, Marina?" pregunté febrilmente. "¿Estás ahí?"
"Me temo que no hay nadie por aquí con ese nombre, chica". La voz de un hombre, ligera por la edad pero con esa madera de joven adulto, flotó hasta mis oídos con acento de tierras bajas. Los tonos de los labradores y la apacible monotonía. Sólo había oído un acento así de mi madre. ¿Significaba eso que el círculo había funcionado? ¿Estaba... en algún lugar cerca de su lugar de nacimiento? "Hola, señora, ¿puede oírme?"
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