Luego de subir al carruaje que la trasportaba diariamente, Priscilla le mostró el contenido de la carta al cochero para que la llevará a cumplir con su encargo. Por un segundo la duda se mostró en el rostro del cochero, ya que sus órdenes especificaban que esa era una zona que debía evitar.
Desgraciadamente, también era cierto el sello de la casa Lombardi estaba en la carta y no es extraño que un señor cambie las reglas del juego acorde a su necesidad. Luego de pensarlo por unos segundos, el cochero finalmente asintió al pedido y empezó a manejar el carruaje que transportaba a la hija del Duque.
Tras un recorrido que duró aproximadamente media hora, la carroza finalmente llegó a los barrios marginales. La disonancia social que había entre los barrios bajos y la ciudad golpeo a Priscilla como una bófeta en la cara.
Mientras observaba el oscuro paisaje tras la ventanilla del carruaje, solo podía pensar en la enorme brecha que existía entre la vida que ella conocía y la de esas desafortunadas personas. Lo cierto era que, en algún punto, ella olvidó completamente que esa diferenciación existía y simplemente dio por sentado que toda la ciudad era prospera.
Las viviendas que observaba por el camino estaban en mal estado, muchas tenían vigas de madera en estado de descomposición, telas en lugar de ventanas o puertas, simplemente era difícil para ella creer que alguien pudiese vivir en esas condiciones.
El carruaje se detuvo frente a un gigantesco molino de viento, en cuyo interior debería haber grandes cantidades de grano procesado que era distribuido periódicamente entre los pobladores de los barrios marginales.
Las aspas del molino seguían al pie de la letra las órdenes del viento, girando de manera constante, mientras las cuchillas en su interior procesaban el grano. Junto al molino había un considerable terreno desocupado que era custodiado por apenas cuatro soldados.
El cochero detuvo el carruaje, luego se bajó para abrir la puerta de su valiosa pasajera. En el momento que abrió la puerta, una flecha atravesó su región parietal, arrebatándole la vida instantáneamente.
Priscilla, quien estaba por tomar la mano del hombre quedó en un estado de shock momentáneo, cuando un pequeño rastro de sangre salpico sobre su ropa.
—"¡Nooo! ¡Señor Wail!" Gritó casi inmediatamente, mientras intentaba ayudar a la persona que yacía en sus brazos. "¡Responda, por favor!" Sin importar cuanto gritase la chica, el hombre en sus brazos no volvería a abrir los ojos; no con una flecha atravesando su cráneo.
Poco después otra flecha se dirigió directamente a Priscilla, afortunadamente para ella, no era una persona exactamente normal. Priscilla tenía ciertas ventajas que nadie conocía y entre esas ventajas estaban sus monstruosos reflejos.
Su visión sintética era excelente y con ayuda de esa bendición logró reaccionar a tiempo para esquivar la flecha que, de no ser por su rápida reacción, se hubiese clavado justo entre sus dos cejas.
Al presentir el peligro, se apresuró a entrar a la seguridad del carruaje para verificar la identidad del agresor desde la seguridad del carruaje. Luego de cerrar la puerta, observó el lugar con detenimiento, había varios agresores y entre ellos estaban los soldados que deberían resguardar el grano del molino.
Priscilla tenía un enorme problema entre manos, si salía para intentar mover el carruaje existía la posibilidad de que una flecha acabara con su vida y si se quedaba, solo era cuestión de tiempo para que esos hombres la atraparan y asesinaran a sangre fría.
Se quedaba sin opciones, todos los métodos de escape que podía pensar eran inciertos. No fue hasta que vio a uno de los atacantes prender fuego a una de sus flechas que decidió salir por una de las ventanillas de su carruaje.
Desesperadamente abrió una de las ventanillas, solo para descubrir que su tamaño no era adecuado para pasar por ese lugar.
—"¿Por qué no pueden hacer ventanillas más grandes? ¿Qué haré ahora?" Priscilla buscaba desesperadamente una salida de aquella desesperada situación.
Un joven encapuchado estaba a escasos metros de la escena presenciando lo ocurrido, parecía plantearse si participar o no en escándalo. Probablemente evaluaba la situación para ayudar a la joven en problemas.
—"¿Un ataque a un carruaje de provisiones?" Pensó en voz alta. "Parece haber una persona dentro... ¿Un secuestro quizá?" Esa fue su primera suposición hasta que observó a los atacantes prender fuego a las flechas que tenían. "Podría ayudarla, pero eso podría traer problemas en el futuro... Los humanos no suelen ser confiables e incluso si la ayudo ¿Qué haré una vez que la rescate?" El encapuchado no sabía qué hacer. Por un lado, salvar a la chica implicaba dejar al descubierto sus capacidades de combate y por otro, tampoco era el tipo de persona que abandona una persona en problemas.
Ciertamente el encapuchado era de naturaleza extremadamente cruel, pero eso solo aplicaba a quien lastimara a su pueblo. En general, el encapuchado era una persona de buen corazón.
—"Supongo que puedo ayudarla y ya de paso, averiguar la capacidad de combate de los humanos de esta ciudad." El encapuchado dio un rodeo para tomar a los agresores por la espalda.
Había un total de 10 hombres armados, seis de ellos portaban espadas o dagas, los otros cuatro arcos de madera.
—"Hay dos arqueros en la parte frontal y dos en la parte trasera... Supongo que, si elimino a esos dos, el resto podrá su foco de ataque en mí. Ahora, ¿qué pasa si son más fuertes que yo?" En encapuchado evaluaba sus opciones mientras se escondía a un lado del molino. "Mi mejor opción es convertir esto en un combate individual."
Con un plan en mente, el encapuchado tomó una piedra del suelo y se la arrojo a los arqueros de la parte frontal de la formación para que todo el grupo pudiera ver lo sucedido.
—"¡Ouch! ¿Qué haces?" La piedra golpeo a uno de los arqueros en la nuca y este volvió su mirada hacia sus compañeros con enojo.
—"No fuimos nosotros, alguien arrojo esa roca desde esa dirección." Uno de los hombres que portaba una daga respondía a la interrogante de su compañero mientras señalaba el molino.
—"Iremos a revisar, asegúrense de que el objetivo no escape." Dos de los asesinos se dirigieron en la dirección de la que provenía la roca.
Revisaron la parte del molino solo para descubrir que el lugar estaba vacío. Revisaron los alrededores, pero el lugar estaba completamente vacío.
—"No parece haber nada."
—"Probablemente la piedra simplemente cayó de lo alto del molino."
—"Esa es una posibilidad..." Uno de los asesinos simplemente respondió por reflejo hasta que pensó que el atacante muy bien podría estar escondido en algún lugar del molino. "¡Hey! Ustedes préndanle fuego a ese carruaje y cuando la mujer salga encárguense de ella. Nosotros revisaremos el molino."
Uno de los asesinos observó la parte alta del molino y cuando lo hizo, escucho el sonido de un hombre chasqueando su lengua con molestia. Estaba por advertir a su compañero, cuando el encapuchado saltó desde la parte alta del molino y clavó una barra de hierro que había recogido por el camino en la base del cuello de uno de los asesinos.
El ataque fue tan limpio que el asesino no tuvo tiempo ni de hablar, la mortal berra de hierro atravesó el musculo trapecio, deñando su corazón y pulmones a medida que se enterraba en su carne, esto le causó una muerte instantánea. El ruido atrajo la atención del otro encapuchado, quien solo pudo observar una mano que apareció repentinamente justo frente a su rostro.
El atacante lo rodeo con gran maestría y en un mortal abrazó, tomó la muñeca del asesino e infringiendo algo de dolor leve volteó el filo hacia su propietario. Le tomó unos segundos al asesino salir de la sorpresa. Sin embargo, para cuando reacciono ya era tarde, el atacante estaba por perforar su cuello con su propia arma.
Poco después, el atacante usó su mano para cubrir la boca del asesino y ahogar su grito, la mortal daga perforaba su carne sin piedad y el líquido vital emanaba si reserva. No importaba cuanto luchara, estaba en una mala posición y su fuerza solo disminuía a cada segundo.
—"Bueno, eso salió bien." El encapuchado abrazaba con una fuerza monstruosa a su desesperada presa, hasta que luego de unos segundos perdió toda la fuerza de su cuerpo. "Ahora, es hora de hacer una distracción; repetir la misma estrategia no funcionara..." Mientras meditaba su curso de acción una oscura sonrisa apareció en sus labios. "Bueno, no hay mejor distractor que el terror." Sin piedad alguna, empezó a cortar la cabeza del asesino que tenía entre sus brazos. "Si esa mujer es inteligente, usará esta oportunidad para escapar. Por otro lado, si no lo es, simplemente está condenada a morir. No es como si fuera un héroe o algo así de todas formas."
Los asesinos estaban por prenderle fuego al carruaje de la joven, cuando un fuerte sonido proveniente del molino llamó su atención.
—"Parece que si había alguien en el molino después de todo." Luego de perder el interés el arquero se dispuso a disparar. "Diles a esos dos que se apresuren, no tenemos mucho tiempo."
—"¡Todos en guardia!" Uno de los asesinos gritó para prevenir a sus compañeros,
—"¿Qué sucede?"
En el instante que el arquero volteó la mirada, vio la cabeza de uno de sus compañeros rodar desde la parte trasera del molino. Era evidente que algo o alguien había acabado con sus compañeros de una manera extremadamente cruel.
Su rol de cazadores había cambiado al de presas, lo que fuera que se escondiera tras el molino era lo suficientemente peligroso como para que dos asesinos experimentados no pudieran contra él.
El temor empezó a apoderarse de sus corazones, ahora estaba siendo atacados y su objetivo no se había cumplido. En momentos así, deberían priorizar el cumplimiento de su objetivo; esa era la teoría. Sin embargo, con sus vidas en juego, concentrarse era difícil.
Priscilla estaba extremadamente asustada, sus opciones se agotaban y parecía que el carruaje ardería como las brasas de un horno en un futuro cercano. Luego un fuerte grito pudo escucharse en el exterior.
Con mucha precaución se asomó a la ventanilla del carruaje para encontrarse con dos personas tendidas en el piso, era difícil ver lo que estaba sucediendo desde donde estaba, por lo que se movió a otra ventanilla.
Ella no sabía lo que pasaba fuera, pero era su oportunidad de escapar. No se molestó en pensarlo dos veces, aprovechando la oportunidad, pateo la puerta del carruaje y corrió hacia una de las casas que estaba cerca de la zona.
—"Está escapando." Uno de los arqueros preparo una flecha. "Dispara." Exigió uno de los asesinos.
Del otro lado del molino, una vara de hierro fue arrojada, atravesando la parte posterior de la cabeza del arquero como si la barra de hierro fuese una afilada lanza. El cuerpo del arquero se desplomó y la flecha que había arrojado erro completamente su objetivo.
Priscilla solo escuchaba los macabros sonidos del combate. Su corazón se aceleraba más a cada segundo que pasaba y el oxígeno empezaba a faltarle.
— "¡Muéstrate!" Exigió uno de los asesinos "No creas que escaparas con vida después de lo que has hecho." Proclamó amenazante.
En respuesta a su pedido, una de las puertas del molino se abrió, pero lo que salió de ella no era una persona. En su lugar, él y su equipo fueron enterrados por una gigantesca montaña de grano procesado.
El peso del grano había derribado a los asesinos y los había dejado en una posición vulnerable, algunos estaban segados por el polvo que había llenado sus ojos y otros luchaban por liberar sus cuerpos para luchar. Sin embargo, de la parte superior del molino cayó un extraño encapuchado.
El hombre en cuestión parecía un vagabundo y ciertamente apestaba como uno, la enorme sonrisa que decoraba su rostro no podía ser vista, pero era fácil saber que estaba feliz por su risa ligera.
—"Bueno, planeaba usar esta distracción para retirarme, pero dado que he tenido tan buena suerte." Tomó una de las espadas enterradas entre el grano y apuñaló sin piedad a uno de los asesinos. "Van 4; quedan 6."
Los hombres estaban a merced del encapuchado, quien no se molestó en regodearse en absoluto. Simplemente avanzó acabando can las vidas de los asesinos para no dejar cabos sueltos. De esa forma, solo sabrían que alguien sin nombre acabo con un grupo entero de asesinos.
O ese era su pensamiento, hasta que se dio cuenta de algo. Cuando el último asesino dio su último suspiro, el encapuchado reflexionó sobre lo sucedido.
—"Ciertamente no hay testigos, pero... ¿Qué pasa si alguien en el interior de las casas me vio? ¿Debería matarlos también? Bueno, la próxima vez sencillamente cambiaré de ropa. No hace falta lastimar gente que no me ha hecho nada de todas formas."
El encapuchado estaba por dejar la terrible y sangrienta escena que había creado, cuando una inesperada voz detuvo sus pasos.
—"¡Alto ahí!" Era la mujer que debió haber escapado. La mujer levantaba una espada amenazando con atacar al encapuchado.
—"¿Por qué desaprovechas tu suerte? Si te hubieras ido sin decir nada, no habría tenido que deshacerme de ti." El encapuchado, suspiró con pesadez ante las acciones de la mujer frente a sus ojos.
—"¿Quién te envió a matarme? ¿Fue uno de mis hermanos?" Priscilla no era tan tonta como para no darse cuenta de que sus hermanos la querían muerta desde hace tiempo. Aun así, ella no quería creerlo, no quiera creer que las personas que llama familia harían algo tan cruel.
—"Incluso si lo supiera no te lo diría. Sobre todo, cuando lo exiges con manos temblorosas como esas."
Solo entonces, Priscilla notó que sus manos estaban temblando, ella estaba extremadamente nerviosa. Para empezar, estaba en una situación peligrosa y sumado a que nunca había matado a nadie, su nerviosismo simplemente era inconmensurable.
—"Fingiré que no te he visto y seguiré mi camino, te sugiero que hagas lo mismo." El encapuchado ignoró a la temblorosa joven y se volteó para avanzar en una dirección diferente.
Priscilla solo podía observarlo mientras su frustración crecía, la escena le recordaba su trágico pasados.
—"¿Cómo puedo vengarme de él si ni siquiera puedo encarar a este tipo? ¿Y pensar que toda esa gente llamaba heroína a alguien como yo? Al final no pude salvar a nadie..." Los pensamientos de Priscilla eran cada vez más caóticos. "Lain es mucho más aterrador de que este tipo ¿Cómo pude pensar siquiera en vengarme de él, si no puedo ni enfrentar a este hombre?" Priscilla no podía aguantar más.
Junto toda su resolución y apretó los puños que sostenían la espada. Luego de dar una profunda bocanada de aire, finalmente gritó sin reserva.
—"¡Detente!"
El encapuchado pensó en ignorar a la mujer cuando sintió la ominosa aura que provenía de ella. El encapuchado había sentido eso en el pasado, ese tipo de aura les pertenecía a aquellas personas que eran llamadas héroes antes de que sus tierras fueran destruidas.
Sus pasos se detuvieron y sus ojos se ensancharon. En una situación como esa, sencillamente le era imposible ocultar su hostilidad, su sed de sangre ya no podía ser reprimida. No con uno de los héroes tan cerca de él.
—"Parece que he sido algo grosero." El encapuchado parecía cordial cuando se volteó, pero una persona que tuviera buenas capacidades de percepción se hubiese percatado inmediatamente del peligro. "¿Podría ser que tú eres...?" Su pregunta fue interrumpida por un grito que resonó a la distancia.
—"¡Defiendan a nuestra señora!"
La guardia personal de la familia Lombardi había aparecido en el horizonte y avanzaban a gran velocidad para proteger a la hija del señor del territorio. Con la llegada de los soldados, Priscilla se permitió relajar su cuerpo y la conciencia abandonó su cuerpo cuando se sintió fuera de peligro.
—"¡Señorita!" El encargado de la seguridad de la familia Lombardi gritó el nombre de su Maestra.
La desmayada Priscilla estaba a merced del atacante, la presencia de los soldados no cambiaba nada. El encapuchado, simplemente se planteaba si matar a la joven valía o no la pena.