webnovel

Capítulo 18

—¡Esto será pan comido! Llegamos, dejamos lo que nos encargaron y nos vamos a la siguiente aldea, Ash —dijo Kai, observando el paisaje.

—Sí, despiértame cuando lleguemos —respondió Ash, acostado.

—Mira, mira qué enormes aves —mencionó Kai, asombrado.

—Déjame descansar —dijo Ash.

Durante todo el camino, Kai solo podía admirar la belleza de los lugares por los que pasaban. Mientras tanto, Ash, después de despertar, comenzaba a meditar y a enfocarse en los elementos internos. Pasaron dos días antes de que finalmente llegaran a la primera aldea. Al entrar, vieron casas antiguas de madera, pero notaron que las maderas estaban rotas y podridas. El ambiente cambió y se volvió un poco más sombrío. Las personas que vivían allí parecían cansadas; al ver el carruaje, parecía que no les importaba mucho. Los hermanos se dieron cuenta de que algo extraño sucedía en la aldea.

Entraron en una tienda para preguntar sobre los encargos y confirmaron que estaban en el lugar correcto. El hombre que los atendió dijo que él había hecho los pedidos. Explicó que los líquidos de las botellas eran para hacer pociones de curación y que los pergaminos eran necesarios para su fabricación. El hombre vendía pociones de todo tipo y mencionó que ahora las necesitaba más que nunca, desde que unos ladrones habían tomado la aldea como su refugio. Las cartas no llegaban porque esta zona, aunque no lo pareciera, estaba protegida por los ladrones. Suplicó a los hermanos que por favor ayudaran a la aldea.

Luego, un hombre entró y preguntó por ciertas pociones. El vendedor agradeció a los hermanos por traer los objetos necesarios para crear más pociones y les indicó que eso era todo. Los hermanos notaron que lo dijo para no levantar sospechas. El vendedor guardó las cosas y comenzó a atender al cliente que acababa de llegar. Los hermanos se despidieron y salieron de la tienda. Afuera, Ash y Kai subieron al carruaje y buscaron un lugar donde quedarse, diciendo en voz alta que estaban cansados y que ya era tarde para partir.

Encontraron un lugar donde hospedarse que también ofrecía comida. Al pagar por una noche, se sentaron a cenar y notaron que la comida era escasa: un poco de arroz con pequeños trozos de carne y algunas verduras. Ash, por educación, se comió su ración, mientras que Kai apenas tocó la comida, diciendo que no tenía hambre. Agradecieron por la comida y la bebida, y luego fueron a descansar en su habitación.

Dentro de la habitación, Kai sacó la lengua y mencionó:

—La comida olía asquerosa.

—Si muero, cuida de mis hijos... —dijo Ash.

—No te preocupes, para eso están los hermanos, ¡yo los cuidaré! Espera un momento, tú no tienes hijos —respondió Kai con enojo y burla.

—Entonces, Kai, ¿traer esas cosas era solo un pretexto para pedir ayuda? —preguntó Ash.

—¿Y qué haremos, hermano? ¿Buscar al líder de los malhechores y eliminarlo? —dijo Kai.

—Sería la mejor opción, aunque primero debemos investigar. No sabemos qué clase de personas estamos enfrentando ni cuántos son. Si es alguien fuerte y nos tomara desprevenidos, podríamos estar en peligro y sería el fin para esta aldea —dijo Ash.

—Tienes razón... ¿entonces qué propones? —preguntó Kai.

—Primero, exploraremos el lugar. Preguntaremos dónde están alojados los ladrones y cuántos podrían ser, así podremos planear nuestra acción —respondió Ash.

—No te preocupes, hermano, yo averiguaré si están vigilando dentro y fuera de la aldea —dijo Kai, dirigiéndose hacia la ventana para salir.

—Yo me quedaré aquí, por si sucede algo, para no levantar sospechas —dijo Ash.

Kai salió por la ventana para investigar. Ash apagó las velas y creó un bulto en la cama, simulando que alguien dormía allí. Luego se sentó junto a la puerta, preparado para actuar si era necesario.

Kai activó sus habilidades de electro y viento, desplazándose velozmente por el aire para evitar ser detectado, recorriendo toda la aldea.

Ash comenzó a escuchar pasos que se dirigían hacia su habitación. Aunque estaba tranquilo, vio cómo la puerta se abría y entraba un hombre encapuchado con un cuchillo, acercándose sigilosamente a la cama. Empezó a apuñalarla, creyendo que había alguien allí. En ese momento, Ash apareció detrás de él y con un rápido movimiento de manos lo golpeó en la nuca, haciéndolo desmayar.

—¿Qué... qué ha pasado? —dijo el hombre, moviendo la cabeza por el dolor—. ¿Por qué estoy atado? —Miró fijamente a Ash—. Demonios... ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —preguntó, intentando liberarse de la silla donde estaba atado con una cuerda.

—¿Quién eres y por qué entraste a nuestra habitación con la intención de matarnos? —dijo Ash con un tono intimidante.

—Solo obedecía órdenes de mi jefe —respondió el hombre.

—¿Dónde está tu jefe ahora mismo...? —preguntó Ash, mirándolo fijamente.

—Jaja, ¿de verdad crees que te lo diré? Con solo gritar haré que los demás se pongan en alerta, ¿sabes? —dijo el hombre, con confianza.

—Con el menor grito, acabarás en cenizas —dijo Ash, formando una bola de fuego y acercándosela al estómago del hombre—. Ahora, dime. ¿Dónde está?

—No, por favor, no quiero morir. ¡Te lo diré, pero por favor, aléjame eso de mí! —dijo el hombre, moviéndose frenéticamente, asustado—. Aunque debería ser obvio, está en aquella mansión, disfrutando de los lujos.

—¿Cuántos son ustedes, excluyendo a tu líder? —preguntó Ash.

—S-somos bastantes —dijo el hombre.

—Dime cuántos... —dijo Ash, comenzando a impacientarse.

—Por favor, no me mates. Éramos cincuenta. Estuvimos reclutando en esta aldea, pero no sé cuántos exactamente, ¡lo juro! —dijo el hombre, asustado.

—Si entran en la mansión, serán eliminados sin piedad, jaja. ¡Quiero ver cómo los aniquilan! —pensó el hombre, mirando fijamente a Ash.

En ese momento, Kai llegó por la ventana con la mano manchada de sangre.

—Solo vi unos quince vigilantes recorriendo toda la zona de la aldea, hermano —dijo Kai, limpiándose la sangre con un trapo.

—Espera... ¿de dónde viene esa sangre? ¿Acaso... mató a todos los vigilantes? —pensó el hombre, incrédulo.

—Perfecto, Kai —dijo Ash, acercándose a la ventana—. ¿Ves esa mansión? Ese es nuestro objetivo. Vamos antes de que se enteren de los desaparecidos o muertos —añadió, señalando con el dedo hacia la mansión.

—Diablos, me he ensuciado todo. Iré a por las espadas, tú avanza, hermano —dijo Kai.

—¿Quiénes son estos dos mocorros...? —se preguntó el hombre, asombrado y asustado.

—Y a ti te perdonaremos la vida si nos dices dónde está tu líder —dijo Ash, acercándose rápidamente al hombre y dándole un puñetazo en la cara, dejándolo inconsciente de nuevo.

Ash y Kai entraron por la puerta trasera de la mansión.

—Kai, no los mates a menos que sea absolutamente necesario —advirtió Ash mientras caminaban hacia la puerta.

—Entendido. Encárgate del segundo piso, yo revisaré el primero —dijo Kai, abriendo la puerta.

Adentrándose en la mansión, se dirigieron hacia la sala donde estaban las escaleras. Sabían que el enemigo ya se había dado cuenta de su presencia. Ash comenzó a subir las escaleras hacia el segundo piso mientras Kai exploraba el primero.

"¡AHHHHH!" escuchó un grito de un sujeto que venía corriendo hacia él. Ash esquivó el ataque con facilidad y, con un golpe en la barbilla, hizo que el sujeto se desmayara. Varias horas después, Kai había derribado a doce personas y Ash a siete. Ash se dirigió al tercer piso y vio a cuatro más defendiendo una puerta en específico. Se dio cuenta de que ahí estaba el líder de este grupo criminal. Terminó de subir las escaleras y en menos de tres segundos derrotó a los sujetos. Al abrir la puerta, escuchó sollozos detrás de la mesa del cuarto.

—Si no quieres ver más cadáveres, solo necesito a su líder —mencionó Ash, mintiendo con amenazas—. No lo repetiré. O se entrega, o hago explotar este lugar.

—Por favor, no nos mates, no queremos pelear contra ustedes —dijo el sujeto detrás de la mesa.

—Sal de ahí, cobarde, y dime dónde está tu líder —dijo Ash.

—Soy yo, el líder de este grupo. Me llamo Aquiles, por favor, no me mates —dijo Aquiles, rogando por su vida.

—Dime por qué no debería matarte después de hacer sufrir a esta aldea... —mencionó Ash, con una mirada seria.

—Esta aldea ya estaba así, te lo juro, muchacho. ¡Nosotros fuimos desterrados de nuestras tierras y divagábamos por muchos lugares, hasta que encontramos este lugar vacío y sin nada alrededor! Las personas tenían una mirada vacía y sin sentimientos, así que para no ser excluidos y por miedo a que alguien fuerte viviera aquí, engañamos a las personas diciendo que éramos criminales. Al notar que no poseían armas, les hicimos creer que éramos muy fuertes y así nadie se opondría. Pero te lo juro por los dioses, esta aldea ya estaba así de podrida —mencionó Aquiles, asustado.

—¿Mmh? No te creo... —dijo Ash.

—Pues parece que sí es verdad, hermano. No poseen ningún estilo de combate ni tampoco poseen un elemento —dijo Kai, parado en la puerta.

—¿Cómo? Pero no dijiste que mataste a los que vigilaban la zona —preguntó Ash, sin entender la situación.

—¿Eh? —dijo Aquiles.

—Fue para el tipo que capturaste, solo quería asustarlo por si se liberaba —respondió Kai, rascándose la cabeza con el dedo índice.

—Entonces, y el tipo de la tienda nos pidió ayuda, ¿por qué lo hizo y por qué nos dijo eso?—dijo Ash.

—¿Tipo de la tienda? ¿Capturaron a alguien? ¿Qué está sucediendo aquí? —dijo Aquiles, asustado.

—Ya está a punto de amanecer... esperemos un rato y vayamos a la tienda —mencionó Ash.

Luego de un rato, cuando ya estaban abriendo todos los locales, Ash, Kai, Aquiles y algunos "soldados" se dirigieron a la tienda.

—Disculpa... —dijo Ash entrando a la tienda con los demás.

—¡Ese es el líder! —dijo el vendedor, sacando su vara y apuntando a Aquiles.

Kai lo detiene y, con la cabeza, le indica que no. Luego se calman y le explican todo lo que dijo Aquiles y toda la confusión que hubo.

—Lo siento mucho. Aunque estuvo mal mentir con algo tan feo, no entiendo por qué la aldea está así —dijo el vendedor.

—Nosotros solo hicimos lo que sea por beneficio propio, pero nunca supe lo que realmente sucedió aquí. Lo siento —mencionó Aquiles.

—Mi nombre es Fed Yutaka. Mis padres vivieron aquí. Yo vivía en el Reino Acero, pero hace poco vine y me enteré de que mis padres habían fallecido y dejaron este lugar cerrado y polvoriento. Así que decidí mudarme aquí, y me enteré de que ellos (los criminales) tenían retenida la aldea y que hacían trabajar sin descanso a todos. También escuché que asesinaban a los que se iban a pedir ayuda, y es por eso que pedí algunas cosas para mis pociones y pedí ayuda —dijo Fed.

—Lo siento... —dijo Aquiles, triste.

—Ahora que lo pienso, ambos mencionaron sobre el ambiente gris. No solo eso, desde que llegamos sentí un aura de tristeza —dijo Kai.

—Es cierto. ¿Será algún tipo de magia como la que sucedió en esa laguna? —preguntó Ash.

—Pero esta vez no hay un conjuro o sello que romper, Ash —dijo Kai.

—Demonios... —dijo Ash.

—Un momento, mis soldados que recluté estaban en ese estado, pero al usar las pociones del señor Fed, ellos mejoraron días después, y es por eso que te las compré todas —mencionó Aquiles.

—Entonces, siguiendo tu lógica, las pociones de Fed pueden restaurar este lugar. Fed, ¿aún tienes más pociones? —preguntó Ash con esperanza.

—Pocas, pero haré más, aunque tendrán que esperar hasta la noche —respondió Fed, decepcionado.

—No te preocupes, Fed. ¡Vamos, tú puedes! —dijo Kai, dándole palmadas en la espalda a Fed.

Al llegar la noche, reunieron todas las pociones en el centro de la aldea, con la esperanza de que su plan funcionara. Todo el grupo de Aquiles, incluidos él y Fed, formaron un círculo, dejando a Ash y Kai en el centro. Fed, sosteniendo su varita, comenzó a lanzar chorros de agua hacia el cielo, creando la ilusión de una lluvia. Los aldeanos, todavía en estado de zombis, seguían deambulando, inmersos en sus rutinas sin pensar.

Ash y Kai activaron el elemento viento, generando corrientes de aire que levantaron el agua lanzada por Fed, formando nubes en el cielo. Mientras tanto, Aquiles y sus subordinados lanzaban las pociones con fuerza hacia arriba. Ash y Kai extendieron las palmas de sus manos hacia el cielo y, con un movimiento de cerrar el puño, manipularon el aire para que las pociones se rompieran en el aire, liberando su contenido.

Aquiles comprendió el ingenioso plan de los hermanos: crear una lluvia falsa mezclada con las pociones curativas para que cayera sobre toda la aldea, eliminando así los efectos que mantenían a la gente en estado de zombis. Las gotas de la lluvia falsa comenzaron a descender, y el ambiente grisáceo se transformó lentamente, revelando colores y formas verdaderas mientras una niebla y humo se disipaban.

Los aldeanos comenzaron a tambalearse y reaccionar, murmurando: "Me siento mal... tal vez debería descansar un rato", y poco a poco se dirigieron a sus respectivas casas. Ash miró a Aquiles y dijo: "¡Aquiles! Querías gobernar este lugar, ¿verdad? Espero que seas un buen líder sin amenazas ni nada."

Aquiles, con lágrimas en los ojos, respondió: "Sí, muchacho, ¡no los defraudaré!"

—Desde que tengo memoria, solo me hacían trabajar. Vivía en una aldea donde los mejores se dedicaban a ser guerreros, mientras los débiles, como yo, solo teníamos que trabajar duro: construyendo casas, sembrando, cazando... A mí me gustaba la vida fácil, y aún me sigue gustando. Mis padres me vieron como una decepción; tras enterarse de que hacía tratos con otras personas para que cumplieran los trabajos que me asignaban, optaron por golpearme hasta dejarme casi muerto, gritándome que un hombre debe hacer las cosas por sí mismo sin depender de otros—pensó con un tono de voz triste—Estuve ahí, tirado en el suelo, durante tres días, hasta que mi madre me recogió. Escapé de la casa y de la aldea. Hice muchas cosas para tener una vida fácil, aunque nunca resultó. En el camino, conocí a muchas personas con el mismo objetivo, quienes se unieron a mí. Nunca desperdicié mis dones de convencimiento; estafamos a muchas personas y amenazamos a otras, creyéndonos tipos malos y rudos. No fue hasta que, en una de las aldeas donde queríamos estafar a alguien, nos atraparon y mataron a mis amigos, aunque lo hicieron para que yo lograra escapar. Después de eso, recluté a muchas personas y, por azar del destino, encontré este lugar donde pude tener una buena vida. Aunque, por dentro, me sentía vacío, sin ser nada en esta vida más que un maldito holgazán. Muchas gracias, Ash, Kai, por darme la oportunidad de tener un objetivo en esta vida, por demostrarme que no soy una decepción y que puedo llegar a ser algo, contrario a lo que dijo mi padre un día. No los voy a defraudar. Mis soldados, que tuvieron la mala suerte de vivir la misma experiencia que yo, les demostrarán que podemos hacer crecer esta aldea, gracias a mí —pensó Aquiles, soltando algunas lágrimas mientras las emociones lo embargaban.

Ash asintió con solemnidad, impresionado por la determinación de Aquiles. —Aquiles, querías gobernar este lugar, ¿verdad? Espero que seas un buen líder sin amenazas ni nada —dijo Ash, ofreciéndole una oportunidad de redención.

Aquiles, con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en el rostro, respondió con firmeza. —Sí, muchacho, ¡no los defraudaré!

—Ahora, si alguien reacciona, darles de beber las pociones a cada uno de ellos. Eran bastantes personas, pero era bueno para todos. Aquiles aceptó ayudar a repartir las pociones para sanarlos. Fed juró hacer las pociones necesarias para curar a la gente de la aldea. Kai y Ash se subieron al carruaje, listos para seguir dejando los encargos. Kai, gritando, dijo: "Se lo dejamos todo a ustedes. Pronto nos veremos", despidiéndose con la mano.

En el carruaje:

—Oye, Ash, dos preguntas —dijo Kai.

—Dime —respondió Ash, sentado con los ojos cerrados.

—¿Por qué el caballo no tiene alguien que lo maneje...? Y lo otro, ¿por qué no nos quedamos a ver cómo mejora? ¿Y si ellos no hacen nada? —dijo Kai.

—Usé magia para manipularlos hacia donde vamos. No me gustó que les estuvieran golpeando con esas cuerdas para que aceleraran o hicieran caso —contestó Ash—. Solo confiemos en ellos. Todo saldrá bien, descuida. Vendremos a visitarlos. De otra manera, si lo que dices es cierto, solo los mataremos.

—Seguro... Fue divertido pero cansado. Gasté mucha energía —dijo Kai, bostezando.