—¡Gabriel! —gritó Aila.
La pareja no miró a Ajax ni a Chase, quienes habían saltado del sofá y corrieron hacia allí solo para detenerse al ver los labios del vampiro casi tocando la garganta de Aila. Aila intentaba empujar con su fuerza y liberarse de su agarre, pero él era más fuerte que ella. Sus colmillos ahora rasguñaban su piel, paralizándola en un pánico y todo su entrenamiento se escapó de su mente. Su corazón latía aceleradamente tanto por miedo como por anticipación.
Esta NO era la reacción que esperaba del vampiro. Claro, ella esperaba que él estuviera molesto con ella, ¿pero esto? ¿Eran los vampiros realmente tan emocionales?
—No me TIENTES, Aila. Todavía puedo oler tu excitación —susurró Gabriel en la mente de ella.
Los ojos de Aila se agrandaron ante sus palabras y por la expresión de hambre en su rostro.
—¡Gabriel! ¡Has ido demasiado lejos! —exclamó Chase avanzando un paso.
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