Martha caminó hacia las puertas principales dobles donde Paul esperaba afuera. Al escuchar lo que Marta tenía que decir, Paul frunció el ceño ligeramente y asintió con la cabeza ante la decisión de la anciana. El jarrón apenas había tenido un mes en la mansión y estaba roto. Echando un vistazo al jarrón roto, sus ojos se abrieron ante las muchas piezas que se encontraban en el suelo blanco. Su mirada se movió para encontrar a los dos niños que estaban allí. Vivian tenía la cabeza agachada, mientras Leonard le hablaba como si la estuviera consolando. Como si sintiera su mirada, Leonard volteó a ver a Paul, y aunque era un niño pequeño, sus ojos rojos oscuros, que delataban su linaje, hicieron sentir al criado como si lo estuviera juzgando.
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