Oh, diablos, no. No puede hacer esto.
Me enderezo la ropa y me dirijo a la puerta, con la intención de dejar claro hasta qué punto estoy dispuesta a dejar que me presione. Cuando abro la puerta, el guardia tiene una mirada de sorpresa.
—¿Está todo bien, señora? —me pregunta. Debo de tener una expresión muy marcada en la cara porque retrocede un poco cuando paso por el umbral.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto con un tono ligeramente agresivo.
—Carl —responde con desconfianza.
—Hola, Carl. Mi nombre es Raven, como estoy segura de que ya sabes. Necesito hablar con el Alfa. No me vas a dar ningún problema por eso, ¿verdad Carl? —pregunto con dulzura.
—No, señora.
—Maravilloso, entonces nos vamos a llevar bien —digo y le sonrío mientras empiezo a caminar hacia las escaleras. Carl me pisa los talones y me giro tan bruscamente que casi choca conmigo.
—¿Por qué me sigues Carl?
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