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Capítulo 158: El Resurgir en las Sombras

Lysara caminaba por las oscuras y sombrías calles de la ciudad de Múnich, su silueta imponente deslizándose entre las sombras como si fuera parte de ellas. La elección de esta ciudad no había sido al azar. Múnich, la metrópoli más grande y cercana a la fortaleza, se presentaba como el escenario perfecto para su plan. No solo era una ciudad vibrante y vasta, sino que también era un crisol de culturas y poder, lo que la hacía ideal para el renacimiento de un nuevo dominio vampírico.

A pesar de la decisión de no alejarse completamente de Adrian, sabía que necesitaba un espacio propio donde pudiera prosperar como líder y marcar su territorio, tal como lo había hecho en Nippon siglos atrás. Múnich era el campo de batalla donde expulsaría a los licántropos y establecería un reino vampírico digno de su nombre.

El olor a humanidad, mezclado con la humedad del aire nocturno, era embriagador. Las luces de la ciudad contrastaban con la oscuridad que Lysara sentía crecer en su interior. Esta vez, su dominio no solo sería un refugio para los vampiros, sino una fortaleza impenetrable, una advertencia para cualquier ser sobrenatural que intentara desafiarla.

Lysara tenía la mirada fija en el horizonte, visualizando cómo reclamaría esta ciudad y eliminaría a los licántropos que acechaban en los rincones más oscuros. Los recuerdos de Nippon aún la atormentaban, pero también le daban fuerza. Esta vez, no cometería los mismos errores. Las lecciones aprendidas en las costas de Japón serían su guía.

Sabía que Adrian observaría de cerca, quizás con dudas sobre su decisión de establecer un nuevo reino lejos de la fortaleza. Pero su lealtad hacia él permanecía intacta. Este no era un alejamiento, sino una expansión. Lysara necesitaba demostrar que podía ser mucho más que una simple sombra en la corte de Adrian. Aquí, en Shanghái, ella sería la líder, la fuerza que consolidaría el poder vampírico en una de las ciudades más importantes del mundo.

Mientras sus pasos la llevaban más profundo en el corazón de la ciudad, su mente ya tramaba los primeros movimientos. Necesitaba aliados, y sabía exactamente dónde encontrarlos: entre los marginados, los que vivían en la periferia del poder, los desilusionados con el estado actual de las cosas. Múnich sería el lugar donde el poder de los vampiros renacería, y ella sería la chispa que encendería el fuego.

Sabiendo que la batalla contra los licántropos no sería fácil, Lysara dejó que sus pensamientos volvieran a Adrian por un momento. La conexión entre ellos era inquebrantable, pero este nuevo desafío debía enfrentarlo sola. Sabía que sus acciones definirían el futuro de los vampiros en esta parte del mundo.

Lysara avanzó hacia Múnich, su mente ya trazando los planes para hacer de esa ciudad un nuevo bastión vampírico. Los vampiros necesitaban un territorio fuerte, y Múnich, con su historia y su tamaño, era ideal. Al igual que en Nippon, su objetivo era establecer una base sólida expulsando a los licántropos y afirmando el dominio vampírico en la ciudad.

Su primer paso sería contactar con las viejas familias vampíricas que aún vivían en las sombras de Múnich. Aunque muchas de ellas llevaban años en aislamiento, evitando el conflicto directo con los licántropos, Lysara sabía que era hora de unirlas bajo un solo estandarte. Múnich sería su fortaleza, su símbolo de poder en Europa.

Esa misma noche, en los túneles subterráneos que serpenteaban bajo la ciudad, organizó una reunión. Las pocas familias vampíricas que aún permanecían en la ciudad llegaron, aunque con cautela. La leyenda de Lysara había viajado lejos, y su reputación como una líder implacable y protectora había alcanzado oídos europeos mucho antes de su llegada.

—Nos enfrentamos a una amenaza común, —comenzó Lysara con una voz que resonaba en el aire denso del lugar. Los ojos de los vampiros reunidos brillaban en la oscuridad, llenos de desconfianza, pero también de una esperanza que no podían ocultar—. Los licántropos han gobernado en Múnich durante demasiado tiempo. Es hora de que tomemos lo que es nuestro por derecho.

Uno de los ancianos vampiros, con el rostro cubierto de arrugas que narraban los siglos de guerra y desgaste, inclinó su cabeza hacia Lysara.

—¿Qué te hace pensar que tú puedes lograr lo que nosotros no hemos conseguido en tantos años? —preguntó con un tono rudo—. Hemos luchado contra los licántropos, y ellos siempre regresan más fuertes. Múnich es su territorio, no el nuestro.

Lysara lo miró directamente a los ojos, su semblante lleno de calma y confianza. Sabía que esa duda era natural, pero también estaba preparada para aplastarla con determinación.

—Porque yo no vengo a sobrevivir, —respondió con frialdad—. Vengo a conquistar. Ustedes han olvidado lo que significa ser vampiros, lo que significa dominar la noche. Yo les enseñaré a recordar.

Un murmullo recorrió la sala. Aunque la desconfianza no había desaparecido por completo, la semilla de posibilidad había sido plantada. Múnich no era solo un territorio más; era un símbolo del renacimiento vampírico. Bajo el liderazgo de Lysara, no solo resistirían: atacarían.

Con la alianza vampírica establecida, el siguiente paso de Lysara era claro: debilitar a los licántropos desde dentro. Sabía que no podía enfrentarlos en una guerra abierta; los licántropos eran bestias salvajes, pero también astutos estrategas. Necesitaba infiltrar sus filas y sembrar la discordia.

Junto con su grupo de vampiros, comenzaron a infiltrarse en los territorios controlados por los licántropos, desestabilizando sus operaciones poco a poco. No fue una confrontación directa. En su lugar, pequeños ataques precisos destruyeron la confianza y unidad dentro de las manadas. Los rumores se extendían, los líderes desaparecían en circunstancias misteriosas, y pronto, los licántropos comenzaron a desconfiar entre ellos.

Mientras tanto, Lysara consolidaba su poder en las áreas clave de Múnich, tomando control del inframundo de la ciudad, los negocios y los puntos estratégicos que eran vitales para controlar cualquier territorio. La ciudad era grande, con muchas alianzas ocultas y traiciones al acecho. Sabía que no solo se enfrentaba a los licántropos, sino también a otros poderes oscuros que esperaban su oportunidad de derrocarla.

Cada noche, mientras las defensas vampíricas crecían y los licántropos comenzaban a perder terreno, Lysara pensaba en Adrian. El vínculo entre ellos seguía siendo fuerte, pero sabía que este desafío era suyo. Múnich se convertiría en un nuevo bastión vampírico, un lugar de poder donde los suyos podrían prosperar una vez más.

El resurgir de los vampiros en Múnich estaba en marcha, y bajo la luz de la luna, la ciudad sentía cómo la oscuridad la envolvía, anunciando el comienzo de una nueva era.