webnovel

Capítulo 149: El Despertar de Lysara

Año 2138, Santuario Olvidado de Nippon

Lysara despertó lentamente, sintiendo el peso de los siglos sobre su piel pálida. La oscuridad que la había envuelto durante tanto tiempo se disipaba, y lo primero que sintió fue la quietud. Su santuario, una vez un lugar de paz y meditación, estaba ahora en ruinas. Las enredaderas trepaban por las paredes de piedra, y el musgo cubría los senderos, como si la naturaleza misma hubiera tomado posesión de todo lo que ella había dejado atrás.

A medida que se levantaba, sus sentidos se agudizaban. Podía oler la tierra húmeda y el aroma metálico de la sangre en el aire. Algo estaba muy mal. El mundo que conocía había cambiado drásticamente. Se acercó a los límites de su santuario, sus pasos ligeros pero seguros mientras se adentraba en el exterior. El paisaje, que alguna vez fue un reflejo de la armonía que defendía, ahora estaba desolado y sombrío.

Las ciudades y aldeas que solían florecer a lo largo de Nippon estaban destrozadas. Los humanos todavía vivían, pero sus rostros reflejaban una mezcla de miedo y sumisión. Era evidente que ya no dominaban su propio destino. Al caminar entre los restos de lo que antes eran prósperas villas, Lysara observó que los vampiros, alguna vez señores silenciosos de la noche, habían sido expulsados, empujados fuera del territorio. Ahora, los licántropos más salvajes habían tomado el control. Se movían como bestias desatadas, haciendo lo que querían sin restricciones, y los humanos, a merced de su salvajismo, vivían en constante temor.

A medida que Lysara avanzaba, los signos de esta nueva era se hacían cada vez más evidentes. Las calles desiertas estaban marcadas por el caos; los edificios, colapsados o en llamas, mostraban la huella de batallas brutales. No quedaban señales de la civilización que ella había conocido y luchado por preservar. Sin embargo, lo que más la inquietaba eran las numerosas cabezas de licántropos empaladas a lo largo de los caminos. Cada una parecía contar una historia de violencia, pero lo que le resultaba más desconcertante era que, aunque los licántropos dominaban Nippon, las cabezas empaladas sugerían una resistencia oculta, algo que estaba desafiando su reinado.

Lysara se detuvo ante una fila de estas grotescas exhibiciones. Las cabezas variaban en estado de descomposición: algunas eran recientes, otras, casi calaveras blanqueadas por el tiempo. ¿Quién estaba detrás de estas ejecuciones? ¿Acaso quedaban aún fuerzas que se oponían a los licántropos? Aunque la brutalidad era evidente, Lysara no podía identificar al responsable, pero lo que estaba claro era que una guerra silenciosa continuaba.

Los licántropos más salvajes, aquellos que habían tomado el control, gobernaban con mano de hierro. Estos seres no buscaban coexistir con los humanos, sino que los utilizaban como presas y esclavos. Los humanos, en su desesperación, se refugiaban en pequeñas comunidades, tratando de evitar la mirada de sus opresores. Aquellos que eran atrapados solían ser cazados por deporte o esclavizados para trabajos forzados en las tierras ahora arrasadas.

Lysara, confundida y desconcertada, recorrió las llanuras desoladas, contemplando los restos de un imperio caído. Los licántropos, aunque dominaban gran parte del territorio, no eran invencibles. Las cabezas empaladas lo demostraban. Pero, ¿qué tipo de resistencia era capaz de enfrentarse a estas bestias? ¿Y por qué Nippon, una vez un lugar de armonía y equilibrio, había caído en este caos sangriento?

Mientras la luna ascendía en el cielo, bañando la tierra en una luz fantasmal, Lysara se dio cuenta de que no podía quedarse en las sombras. Aunque había despertado en un mundo que ya no comprendía, debía descubrir quién o qué estaba detrás de esta guerra oculta, y si había alguna esperanza de restaurar lo que se había perdido. Nippon estaba al borde del colapso, y las cicatrices de su historia reciente quedaban grabadas en cada rincón.