[La perspectiva de Margarita]
Te quiero, no pude evitar pensar.
Sentí el pecho de Donald vibrar suavemente contra el mío. Fue solo cuando vi que sonreía que me di cuenta de lo que acababa de decir. Y en esta situación, lo que dije era muy parecido a una forma de cortejo.
—No lo hice. No es... Quiero retirar mi mano. No quería que Donald pensara que era una persona tan impaciente. Acabábamos de convertirnos en compañeros. Deberíamos pasar más tiempo juntos y nutrir nuestra relación. Esperaba que tomáramos las cosas con calma, no hacer ese tipo de cosas de inmediato.
Donald no me detuvo esta vez, pero pude decir por sus ojos que estaba un poco triste que mi mano dejara la suya. Dios, realmente le gusto. El pensamiento hizo que mi corazón latiera un poco más rápido.
—Está bien, yo también te quiero.
Di un salto. Las palabras aparecieron directamente en mi corazón.
Continué mirando los labios de Donald para asegurarme de que no abrió la boca. Donald me guiñó un ojo. ¡Es él!
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