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Abandonada por el Alfa, me convertí en la Compañera del Rey Licántropo

—Margarita, eres la hermana mayor, tienes que ceder a la menor —En toda su vida, esas palabras se aferraron como una maldición a Margarita. Ya fuera su querido osito de peluche, vestidos bonitos, dulces de Halloween o el amor paternal, si Elizabeth lo pedía, ella debía cederlo todo incondicionalmente a ella. Desde joven, Elizabeth pesó sobre Margarita como una enorme montaña y la sofocó. Afortunadamente todavía tenía un novio que la había amado durante seis años—Amster, el alfa de la manada. —Serás mi esposa y la futura luna de la manada —Él prometió. Hasta el día en que ella y su hermana cumplieran 18 años, ¡y resultó que la amante y compañera predestinada de Amster era su gemela Elizabeth! Margarita observó cómo Amster, quien había dicho que la amaba, besaba apasionadamente a Elizabeth, y anunció a Elizabeth como la luna sin pensarlo dos veces. El único sustento emocional que poseía Margarita se derrumbó; una vez más, lo que le pertenecía había sido arrebatado por Elizabeth. Lo que es peor, Amster incluso pidió a Margarita que entretuviera a los invitados. Todo porque Elizabeth no sabía hacer nada excepto cómo engatusar y arreglarse. Incapaz de rechazar la petición de su antiguo amante, Margarita accedió a esto...

JQK · แฟนตาซี
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Guardias

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[Perspectiva de Donald]

Margarita me pertenecía. Aunque íbamos a separarnos por un corto tiempo, nada podía cambiar eso. Mientras hubiera un lazo entre nosotros, nuestros corazones estarían cerca incluso si nos encontráramos en el fin del mundo.

Sentía el latido del corazón de Margarita. Puse mi mano sobre él.

—¿Estás preocupada por nuestra separación? —pregunté.

Margarita asintió.

—No te preocupes. Sin duda ganaremos. Volveré victorioso a tu lado. Luego tendremos una boda y anunciaremos a todos que somos la pareja más feliz del mundo.

Margarita asintió de nuevo.

Sabía que si no me iba ahora, sería demasiado tarde para lo que tenía que hacer.

Levanté a Margarita y la coloqué en el sofá, riendo mientras le dejaba un último beso en la frente.

—Prométeme que te portarás bien, ¿de acuerdo?

—Te esperaré en tu manada —dijo Margarita.

—Espérame —abrió la puerta y salí.

En el camino, reflexioné sobre lo que Margarita me había contado acerca de Elliot.

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