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Abandonada por el Alfa, me convertí en la Compañera del Rey Licántropo

—Margarita, eres la hermana mayor, tienes que ceder a la menor —En toda su vida, esas palabras se aferraron como una maldición a Margarita. Ya fuera su querido osito de peluche, vestidos bonitos, dulces de Halloween o el amor paternal, si Elizabeth lo pedía, ella debía cederlo todo incondicionalmente a ella. Desde joven, Elizabeth pesó sobre Margarita como una enorme montaña y la sofocó. Afortunadamente todavía tenía un novio que la había amado durante seis años—Amster, el alfa de la manada. —Serás mi esposa y la futura luna de la manada —Él prometió. Hasta el día en que ella y su hermana cumplieran 18 años, ¡y resultó que la amante y compañera predestinada de Amster era su gemela Elizabeth! Margarita observó cómo Amster, quien había dicho que la amaba, besaba apasionadamente a Elizabeth, y anunció a Elizabeth como la luna sin pensarlo dos veces. El único sustento emocional que poseía Margarita se derrumbó; una vez más, lo que le pertenecía había sido arrebatado por Elizabeth. Lo que es peor, Amster incluso pidió a Margarita que entretuviera a los invitados. Todo porque Elizabeth no sabía hacer nada excepto cómo engatusar y arreglarse. Incapaz de rechazar la petición de su antiguo amante, Margarita accedió a esto...

JQK · แฟนตาซี
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Después de Marcar

—No pude evitar presionar mi muslo contra el pene de Donald. Me retorcía como loca en sus brazos.

—En este momento, la lujuria dominaba completamente mi mente. Solo quería fundirme en el cuerpo de Donald. Se suponía que debíamos ser uno.

—Donald extendió la mano y frotó vigorosamente mi parte inferior. Casi colgaba del cuerpo de Donald. Su cosa dura y caliente presionaba contra mi muslo. Me revolvía el trasero en esa dirección y seguía gimiendo en mi garganta.

—Escuché a Donald jadear. Su gran mano presionó contra mi cintura y mordió mi labio inferior como castigo —no te muevas —dijo con voz baja.

—Yo— yo te quiero

—Lo sé —Donald lamió el lugar donde acababa de morder.

—Saqué mi lengua para enganchar la suya. Él la aceptó toda con una sonrisa y silenció el gemido que estaba a punto de hacer.

—Donald se volteó conmigo en sus brazos y me presionó debajo de él.

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