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Escritorio

El interior del cajón estaba repleto de cosas y cada espacio había sido cubierto, sin embargo el orden imperaba en el mismo, a siempre vista Abel pudo ver ordenados en fila una gran cantidad de lapices de colores bastante modernos , los cuales parecían haber sido ordenados de mayor a menor tamaño en función de uso. Por lo demás en los otros espacios se encontraba una pila de hojas en blancos y una pila de cuadernos que aparentaban ser recién comprados.

Con curiosidad, Abel tomó uno de los cuadernillos solo para descubrir que estaban en blanco, por lo que dedujo que el guía que solía usar este escritorio destinaba este cajón a guardar sus útiles y materiales para dibujar.

Más allá de esa deducción, mucho más jugo no podía sacarse a este cajón, por lo que el hombre aun no satisfecho con las respuestas obtenidas procedió a abrir el segundo cajón en el mueble.

En el cajón de la derecha, Abel pudo observar una gran cantidad de hojas llenas de dibujos y cuadernillos cuya apariencia indicaba a simple vista que habían sido ampliamente utilizados, junto a estos objetos se encontraba un inusual libro de tapa de cuero negro, el mismo no tenia ningun tipo de titulo escrito en su cubierta y por su tamano aparentaba ser una especie de agenda bastante bonita aunque algo desgastada demostrandosu antigüedad y su uso.

Avivando un poco su curiosidad, Abel procedió a tomar la pila de hojas llenas de dibujo para ver que había estado dibujando este guia, para su sorpresa el guai dibujaba realmente bien y a primera vista la gran mayoría de dibujos en estas hojas eran de plantas y animales que podían verse por Golden Valley, por ejemplo el pájaro carpintero que había visto la anterior tarde se encontraba dibujado y realmente todos los detalles importantes del pájaro habían sido dibujados casi perfectamente.

Algo movido por lo bien que dibujaba este guía, Abel se tomó su tiempo mirando cada uno de los dibujos hasta que finalmente pudo llegar al último dibujo hecho por el guía, el cual parecía representar justamente a la enredadera que se encontraba en las paredes de esta antigua mansión. Por el color algo amarillento de la hoja en la que había sido dibujada esta planta, el hombre comprendió que probablemente este era el primer dibujo que hacía el guía y también que lo había hecho hace algunas décadas atrás.

Tras terminar de ver la colección de dibujos de plantas y animales, Abel procedió a tomar la pila de cuadernillos guardados en el cajón para así ponerlas en la mesa del escritorio. Acto seguido, el joven se sentó en la silla frente al mueble y tomándose todo el tiempo del mundo, se puso a ver el contenido de los cuadernillos, aunque Abel no tuvo que abrir los mismos para suponer que el cuadernillo estaba lleno de dibujos. Sin embargo, estos dibujos llamaron particularmente la atención de Abel, haciendo que el joven se sobresaltara y murmurara contemplativamente:

—Se parece bastante al estilo de Ana…

Efectivamente los cuadernillos estaban llenos de dibujos algo macabros y grotescos para el gustos de la mayoría de personas, y tras completar el primer cuadernillo, el viudo se dio cuenta que este guia siempre seguía un mismo patrón al hacer los dibujos en estos cuadernillos, al igual que todos los dibujos en las hojas sueltas seguían el patrón de ser primero un dibujo de un animal y luego el de una planta, obsesivamente hasta el hartazgo.

Sin embargo, en los cuadernillos por suerte divina, no había representado animales muertos o mutilados, sino que siempre el protagonista de cada una de las obras de artes era un ser humano y el patron repetido hasta el hartazgo era el siguiente, cada cuadernillo tenia 50 páginas, las cuales cada serie de dibujos ocupaban 5 páginas, por lo cual cada cuadernillo contaba con 10 series de dibujos. En cada una de estas series contaba con un protagonista diferente, el cual seria el único ser humano a lo largo de los 10 dibujos que representaban una serie, perteneciendo un dibujo a cada una de las carillas de las 5 páginas.

Ciertamente el grado de obsesión con el orden había llamado la atención de Abel, pero esta llamada de atención no hizo más que aumentar cuando descubrió que incluso dentro de cada una de los diez dibujos de cada serie se repetía un mismo patrón demasiado evidente para no ser notado.