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Mi maravilloso viaje

Kintaro Oe, el legendario estudiante de leyes en Japón, nunca imaginó que su vida tomaría un giro tan inesperado. Tras los emocionantes eventos de trabajar como limpiador en una oficina de mangas, decidió que tenía mucho por aprender todavía. Kintaro sentía una insaciable sed de aventuras. El mundo que conocía, vibrante y lleno de desafíos, era su búsqueda eterna. Eso y las bonitas señoritas. ¡Todo es asombroso! Incluso donde colocaron sus traseros para sentarse.

Intrigado por la brillantez del extranjero, Kintaro posó el periodico de EE UU sobre la bicicleta y decidió emprender un viaje a través del continente. En avión, claro está. Kintaro no cree poder pedalear sobre el agua de mar todavía.

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Episodio 1: El Horizonte de los Sueños

El sol de la mañana despuntaba sobre la costa japonesa, derramando su cálida luz sobre el mar tranquilo. Kintaro Oe, a lomos de su fiel bicicleta, pedaleaba vigorosamente por el camino costero, respirando el aire salado mientras tarareaba una melodía alegre. Su trabajo como repartidor de periódicos no era lo más emocionante que había hecho en la vida, pero el usaba el trabajo para ganar inspiración de sus siguientes objetivos.

La pequeña bolsa de tela a su lado estaba llena de periódicos listos para ser entregados a los ciudadanos de la tranquila ciudad costera. Mientras repartía los periódicos con su usual entusiasmo, su jefa, una mujer severa pero de buen corazón, lo esperaba en la pequeña oficina del periódico local.

"Kintaro," dijo ella con una mezcla de exasperación y enfado cuando entró tambaleándose, "¿Que significa esto? ¿Alguna vez dejarás de ser un tornado de problemas?"

Después de colocar una serie de reclamaciones sobre la mesa, la mujer descontenta lanzó un periódico a la cara de Kintaro.

"¡Vete de esta empresa! ¡Estás despedido!"

Kintaro rió nerviosamente, rascándose la cabeza con la mano mientras sus ojos brillaban de curiosidad. "¡Jefa! Cada día es una nueva oportunidad para mejorar, ¿verdad?¡ Deme una oportunidad más! ¡Porfavor!" El chico con coleta se inclino 90° hacia su sexy jefa.

Ella suspiró, pero no pudo evitar reafirmar su corazón. "Vete" dijo seriamente y con un tono frío.

Kintaro suspiró y tras cojer sus cosas se marcho con el periodico ahora guardado en su mochila.

Y tal como le pidieron, se marcho en su bicicleta.

Después de media hora un nuevo visitante apareció en la empresa. Está vez siendo una linda escolar.

Con su dulce y débil voz dijo al estilo anime.

"Disculpe.¿ Está el mayor Kintaro Oe aquí ? Quiero darle las gracias por ayudarme contra unos matones."

"¿Ese Kintaro? ¿Como podría ayudarte ese delincuente?" La jefa miro entre la muchacha y los reclamos exagerados de la mesa."

"Soy Fu, disculpa por no presentarme, estaba nerviosa ¡Pero porfavor, no llames así al mayor Kintaro! ¡Es un buen hombre!" La chica Fu exclamó nerviosa pero firme a la treintañera.

"Acaso es posible...." La jefa del departamento de periódico se giro hacia la puerta por donde Kintaro salió hace poco.

Recordando la ligera abatida salida del chico, el corazón de la jefa no pudo evitar contraerse en arrepentimiento. "Porque no me dijiste nada, idiota"

En un acantilado, Kintaro se encontraba hypnotizado por el periódico que dejó una marca en su cara.

"¿Este es... el extranjero?" murmuró, con la emoción latiendo en su voz.

Kintaro se quedó mirando las páginas durante unos segundos más, como si estuviera absorbiendo cada palabra y cada imagen. Luego, con un destello en los ojos y una sonrisa entusiasta, alzó la vista.

"Tengo que seguir estudiando "

Con el viento en su cabello y el sol brillando sobre él, Kintaro pedaleaba a toda velocidad por la costa, su corazón lleno de emoción y su mente soñando con las posibilidades que le esperaban al otro lado del océano. El horizonte se extendía ante él, vasto y prometedor, y mientras sus piernas trabajaban incansablemente, su mente se llenaba de visiones de las brillantes luces de Nueva York.

"¡El extranjero!" exclamó en voz alta, mirando el horizonte. "¡Qué increíble debe ser! ¡Cada edificio, cada persona, cada experiencia! ¡No puedo esperar para aprender más! ¡Todo es asombroso!"

" Estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar, estudiar."

Se quedó en silencio por un momento recordando al gran genio Tony Stark , y luego, como si hubiera tomado la decisión más importante de su vida, asintió con determinación. "¡Es hora de viajar al extranjero! ¡Voy a por ustedes! ¡ Mujeres de pelo rubio!

Los días siguientes estuvieron llenos de trámites y preparativos. Kintaro, con su determinación inquebrantable, hizo todo lo posible para asegurarse de que su viaje fuera un éxito. Desde obtener un pasaporte hasta comprar boletos de avión, cada paso fue una nueva experiencia para él. Por supuesto, cosas como confundir la oficina de pasaportes con una tienda de fideos, intentar convencer al vendedor de boletos de que podía pedalear sobre el océano en su bicicleta, o incluso intentar embalar su bicicleta en el equipaje de mano, aparecerán en su cuaderno de forma discreta.

'¿O quizás debería añadir algo sobre el señor de largos colmillos?' se preguntó Kintaro a si mismo

Recordando inconscientemente a la gente con apariencia extraña.

Kintaro, vestido con su ropa más presentable (que seguía siendo un conjunto algo desaliñado y fuera de lugar), se dirigió a la salida del aeropuerto con una sonrisa en el rostro y una mezcla de nerviosismo y emoción en su corazón. Nunca había estado en un lugar tan grande y concurrido como un aeropuerto internacional, y sus ojos no dejaban de moverse, observando todo a su alrededor.

Ya entrando al avión Kintaro tuvo varios recordatorios en su cabeza sobre las cosas que no hay que repetir. Como por ejemplo, distraerse observando una tienda de souvenirs, casi se pierde el vuelo... Para nada estaba embobado con las revistas para mayores.

O quedarse mirando a las bellezas tan descaradamente frente a un oficial

A bordo del avión, Kintaro no podía contener su emoción. Estaba en un asiento de ventana, y desde el momento en que el avión despegó, estuvo pegado al cristal, mirando cómo Japón se hacía cada vez más pequeño debajo de él. "¡Es increíble!" murmuró para sí mismo, maravillado por la vista. "¡Estoy volando hacia el extranjero!"

Aunque al principio parecía estar tranquilo, Kintaro no tardó en crear algunos momentos de caos a bordo. Trató de conversar con los demás pasajeros sobre sus planes de aprendizaje en Estados Unidos, entablando conversaciones sobre física cuántica y tecnología avanzada con una pareja mayor que solo quería dormir durante el vuelo.

Al final, fue callado por la azafata.

La azafata.... *Tu~ Ru~ - Tu~ Ru~* por un momento, ella fue la única luz en el vuelo. Su mini falda estirada por sus anchas caderas se estiraba cuando se reclinó para ayudar a otro pasajero. Ella se dio la vuelta mágicamente y hicimos contacto visual. Se dirigió hacia mi y quería ofrecerme sus servicios..

*KHSCH* con el sonido de la radio. Cualquier fantasía en la cabeza de Kintaro desaparecio.

Y no pudo evitar dibujar a la azafata.

A medida que el vuelo avanzaba, Kintaro se tranquilizó y comenzó a hacer anotaciones en su cuaderno sobre todo lo que había aprendido hasta ese momento, preparando su mente para las grandes aventuras que le esperaban en América.

El avión aterrizó suavemente en Nueva York, y cuando Kintaro puso pie en tierra americana, una amplia sonrisa iluminó su rostro.

"¡Llegué! ¡América, aquí voy!" exclamó, con la energía de un hombre dispuesto a conquistar el mundo.