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VIGGO

Viggo, hijo de Hephaestus (Diosa de la Forja en Orario) y Kain (Antiguo Vástago del Equilibrio), nació como un semi dios. Sin embargo, con una derrota y la incapacidad de esforzarse por un objetivo en la vida, es enviado a entrenar con un furioso maestro. Acompaña a Viggo en su camino para convertirse en dios. "No te disculpes, se mejor" Este fanfic nace como un Spin-Off del fanfic Original "Suerte y Perseverancia" también escrito por mí y en emisión actualmente. Aclaraciones: Me han acusado de sádico con mis lectores, pero desmentiré ese tipo de observaciones. Lo que pasa es que no le doy todas las cosas en bandeja de plata a mis protagonistas; cada cosa se gana. Por otro lado, a veces solo pasa que las situaciones no salen como uno quiere. Sin embargo, ahí es donde radica la magia de un protagonista, en saber moverse dentro de los parámetros y buscar soluciones con las herramientas que ya posee. Créanme, jamás joderé a mis protagonistas si no es para hacerlos mejores y más poderosos. PD: LA IMAGEN ES SOLO REFERENCIAL.

AOoBeligerante · Anime e quadrinhos
Classificações insuficientes
332 Chs

Guerra y Fortuna 2.251

Viggo estaba sentado en la cubierta del barco con Sakura y Ana a sus lados mientras una pequeña amazona de dos años estaba oculta entre sus brazos y miraba hacia el frente, donde estaba la diosa Kali sentada en un trono de madera amplio sobre una pila de cojines. Las dos más jóvenes de todas las amazonas de la tripulación estaban de pie a sus lados. Ambas rubias y morenas, muy parecidas en apariencias. Seguramente mellizas como Sakura y Ana.

—Dime, Viggo Dragonroad ¿Qué asuntos tienes con esa pequeña cosa entre tus brazos?— preguntó la diosa Kali con una sonrisa astuta y una mirada llena de intriga.

—Digamos que tengo mis métodos y esta pequeña tiene un destino con la diosa Bishamon— respondió Viggo mientras abrazaba a la pequeña amazona de cabello blanco. Ella tenía la piel canela igual que el resto de las amazonas, pero tenía una peculiaridad. Sobre su cabeza sobresalían dos largas orejas de conejo. Algo nunca visto dentro de las amazonas, ya que, no importa con quien las amazonas mezclen su sangre, siempre darán a luz amazonas. Sin embargo, esta pequeña de cabello blanco conservaba un rasgo de otra raza. Eso, a la vista de las otras amazonas, la convertía en algo, pero no una amazona.

—Vaya, tú madre y esa diosa Bishamon hablaron muy bien de ti. Incluso tu madre te proclamo el futuro rey de los dioses— dijo Kali de forma desdeñosa

—Lo seré— dijo Viggo con total seguridad y mirándola a los ojos. La diosa Kali, pequeña como una niña de diez años de cabello rojo, lo quedó mirando a los ojos con la boca semi abierta, pero después gesticulo una sonrisa y se rio.

—Lo dices con tanta seguridad—

—Lo he visto— insistió Viggo mientras sus ojos estallaban en rayos de luz dorada que revelaban la activación de su clarividencia. La diosa Kali dejo de sonreír y lo miró con una solemnidad. Al mismo tiempo, la niña de cabello blanco y orejas de conejo se asustó y oculto su rostro en el pecho de Viggo. Este último cerró sus ojos para desactivar su clarividencia y abrazo a la niña en sus brazos.

—Tranquila, no pasa nada, pequeña. Solo fue una broma, una pequeña broma— dijo Viggo

La niña de cabello blanco y orejas de conejo, lo miró hacia arriba. Tenía unos hermosos ojos azules, pero todo eso se veía opacado por los moretones que tenía a lo largo de su rostro, cuello y cuerpo. Las amazonas eran como los espartanos y su vida, desde pequeño, era el combate. Viggo ya había visto el agogé de Esparta, así que se podía hacer una idea de cómo vivía está niña.

Viggo miró a Kali una vez más, las dos jóvenes amazonas a los lados de ella miraban a Viggo con cierto miedo, pero al modo de las amazonas. Con un ferviente deseo de lanzarse a luchar y matar eso que les provocaba temor. Viggo sonrió y le dijo a Kali —con respecto a ser rey de los dioses, pasará algún tiempo, pero lo seré. Digamos que estoy a mitad de camino. Sin embargo, me preguntó ¿Cuál será tu postura en ese momento y el de tus amazonas? Como rey de los dioses quiero crear un imperio de mil años, que perdure mucho más allá de "su" partida—

—Hay cosas que deberías conservar para ti— advirtió Kali —no digas más—

—Bueno, pero me gustaría tomar a las amazonas como mi ejercito personal— dijo Viggo —mis dos esposas aquí, ambas pertenecen a una cultura similar a la tuya, donde las niñas desde pequeñas se las introduce a un mundo de violencia y supervivencia. Así que entiendo muy bien el enorme potencial en tus amazonas—

—¿Lo has visto?—

—Sí—

—¿Qué crees tú?—

—Venceré a la reina si eso es lo que piensas, pero todo sería más fácil si la diosa habla por mi—

Kali miró hacia otro lado, era claro que Viggo sabia algo o, mejor dicho, había visto algo. La partida de los dioses estaba cada día más cerca. Puede que fuera treinta o cuarenta años, mucho tiempo para los humanos, pero para los dioses un breve suspiro en la eternidad. A Kali le llamaba la atención saber del futuro, pero también le asustaba. Todo aquel que tenía dicho don caía en la paranoia. Kali miró a Viggo y pudo ver que él estaba en un estado armonioso. Su cabello rojo, cuerpo entrenado, mirada tranquila y sonrisa en los labios. Miró a las dos muchachas a los lados de su trono, ambas eran hermosas, pero no era dignas. Kali negó, después miró a la pequeña en los brazos de Viggo, era prometedora como guerrera, pero no era una amazona por completo. Ninguna era digna de acompañar al rey de los dioses.

Kali miró a Viggo a los ojos y dijo —cuando te conviertas en rey de los dioses hablaremos. Antes de eso no moveré un dedo por algo incierto—

—Entiendo— dijo Viggo gesticulando una pequeña sonrisa mientras abrazaba a la pequeña de cabello blanco y orejas de conejo —por otro lado ¿Cuál es el nombre de la niña?—

Kali miró a una de las amazonas en su barco, estaba en diagonal a la izquierda, tres metros por detrás de Viggo. Era una amazona madura, en sus cuarenta, nivel cinco. Algo inusual dentro de las amazonas ya que la mayoría de las combatientes morían jóvenes.

—Su madre la llamo Caenis antes de morir— dijo la amazona de cabello oscuro y piel morena

—Veo, gracias— dijo Viggo, miró a la niña oculta entre sus brazos y le dijo —vamos, Caenis, es hora de irnos—

La niña lo quedó mirando con esos hermosos ojos azules mientras el cabello blanco enmarcaba su rostro y sus orejas de conejo estaban caídas en una expresión de susto. Viggo sonrió, le acaricio el cabello y la tomo por las costillas. Él ayudo a Caenis a ponerse de pie y después se puso en pie el mismo. Sakura y Ana siguieron su ejemplo. Sin embargo, Caenis se abrazó a la pierna de Viggo con todas sus fuerzas como si tuviera miedo de que la abandonara.

—Tranquila, no iré a ningún lado— dijo Viggo, después miró a Kali sentada sobre los cojines de su extenso trono. Viggo extendió su mano hacia adelante y enfoco su atención en su anillo en el dedo índice. Al instante siguiente comenzaron a aparecer sacos de arroz y otros alimentos fáciles de preparar —lo que acordamos y un poco más—

Kali miró a Viggo a los ojos examinando sus intenciones. Había otros motivos para ser tan generoso, era claro, pero parece que él no los comentaría. Sin embargo, al ver que no paraban de aparecer sacos y el barco se hundía en el rio, ella se preocupó.

—Oye— dijo Kali en un tono de voz firme

Viggo sonrió y cerró su mano para terminar de extraer los sacos —solo fue un poco, no es para que te asuste ¿Nunca pensé que la diosa de la muerte tendría tanto miedo?—

—Mocoso insolente, será mejor que te vayas. Ya sabes, cuando realmente seas un rey de los dioses hablaremos—

—Me parece bien— dijo Viggo, trato de darse la vuelta, pero Caenis no soltaba su pierna. Viggo la tomo por las costillas y la levanto para cargarla en brazo. Él se dio la vuelta y camino junto con Sakura y Ana a la pasarela que conectaba el barco con el muelle. Viggo se bajó del barco, las amazonas quitaron la pasarela, soltaron amarras y se dieron media vuelta para volver por donde vinieron. Ellas miraban a Viggo en el muelle, abrazando a ese pequeño monstruo mitad amazona y junto a las otras dos mujeres de cabello purpura que resultaron ser grandes guerreras.

El barco se alejó a más de cien metros de distancia con dirección al sur mientras la brisa empujaba sus velas.

Viggo aun de pie en el muelle, miró a Sakura a su lado y le preguntó —¿Un poco de estus? ¿Está bien esa mano?—

—Te lo agradecería— dijo Sakura aguantándose el dolor y la fiebre del veneno. Aquella joven amazonas no era muy fuerte, pero su habilidad era peligrosa.

Viggo aparto su mano de Caenis y puso su palma mirando al cielo. De su anillo en el dedo índice salió una botella esmeralda que presento a Sakura. Ella tomo la botella, saco el corcho, bebió un largo sorbo y soltó un suspiro de alivio. Después miró a Viggo y a la niña de no más de dos años, cabello blanco, ojos azules y orejas de conejo. Tenía varios moretones sobre su rostro inocente.

—Ven, toma, bebe un poco— dijo Sakura, pero la pequeña Caenis se abrazó al cuello de Viggo y la ignoro por completo.

Viggo soltó una risita y la miró —vamos pequeña— dijo. Caenis lo miró con sus hermosos ojos azules. Ella se soltó del cuello de Viggo y miró a Sakura, de cabello purpura y sonrisa amable. Sakura acercó la botella de Estus y Caenis olfateo la botella como si fuera un animalito. Entonces, al sentir que el aroma era agradable como la miel, abrió su pequeña boca. Sakura acercó la botella y le dio un poco de estus. Después aparto la botella y Caenis abrió los ojos amplios al saborear el estus. Quedó mirando la botella, a Sakura y de nuevo a la botella, como si quisiera más, pero no supiera como pedirlo.

—Parece que le gusto el estus— dijo Viggo

Sakura tendió sus brazos y le preguntó —¿Por qué no me la entregas un momento?—

—Veamos si quiere— respondió Viggo, acercó a Caenis cerca de Sakura, pero Caenis se abrazó a él y no lo quiso soltar —parece que todavía es muy pronto—

—No te preocupes, nosotros sabemos cómo tratarla— dijo Ana mirando a Caenis desde el lado

—El agogé empieza a los diez años ¿Cierto?—

—El agogé empieza desde que nacemos— dijo Ana —pero si te refieres al trato militar, ese empieza como a los diez. No te preocupes, no la trataremos de esa manera. Es muy pequeña, tiene desnutrición. Primero necesita fortalecer su corazón para fortalecer su cuerpo—

—Eso es un alivio—

—Vamos a comprar unas ropas— dijo Ana

—También opino lo mismo— dijo Sakura, ella se movió junto a Ana para poder ver el rostro de Caenis y le mostro la botella —vamos, mira, tengo algo delicioso ¿Por qué no vienes con la tía?—

Caenis quedó mirando a Sakura y Ana, mellizas de cabello purpura. Ana tenía una mirada tranquila mientras que Sakura tenía una mirada amigable. Caenis se alejó un poco de Viggo y lo miró a los ojos como si le quisiera decir algo. Viggo sonrió al ver ese pequeño rostro suplicante. Se dio la vuelta y se la entregó a Sakura. Esta última ocupo la botella de estus como gancho y Caenis poco a poco se fue acostumbrando a ella.

Ellos comenzaron a caminar por el puerto que aún estaba deshabitado por la llegada de las amazonas. Viggo en medio, Sakura a la derecha con Caenis en sus brazos y Ana del lado izquierdo.

—Viggo— dijo Ana mientras miraba las calles empedradas —¿Es cierto que viste a esta pequeña con tu habilidad?—

—Técnicamente fue con mi poder y el de Bishamon— respondió Viggo —No sé cómo funciona la fortuna, pero debe ser algo así como un encuentro afortunado. Sin embargo, con mi clarividencia podemos ir por esa suerte en lugar de esperar a que llegue a nosotros—

—¿Qué hay de ese hombre, Edgar?—

—Solo es un encuentro desafortunado que estoy tratando que tenga alguna utilidad. Si funciona, bien, si no funciona, bien también. Necesito oídos y ojos en otros lados—

—Entiendo, Viggo se volverá el rey de los dioses—

—Sí, algún día, pronto, espero— respondió Viggo en voz baja —pero eso no cambiara nuestra relación, siempre te amare y haré todo lo necesario para proteger mi tiempo contigo y Sakura. Ustedes son mi primer amor, son lo más valioso, mi pasión y mi intimidad. Quiero que siga siendo así para siempre—

Ana se acercó a Viggo y se abrazó a su brazo izquierdo —yo también, amado— dijo