Gonzalo estaba tumbado en la almohada y no pod��a ver la cara de Cristina.
Solo pod��a verla en pijama, los muslos blancos como la nieve y las mu?ecas blancas.
Pod��a oler la d��bil fragancia de sus manos cuando se acercaron a sus hombros.
Era un aroma parecido al de la medicina, pero a��n m��s refrescante que el de la almohada y calm�� sus emociones palpitantes en un instante.
Se calm�� como nunca antes.
Gonzalo se sinti�� mucho m��s c��modo cuando Cristina termin�� de clavarle las agujas y tuvo mucho sue?o despu��s de tres d��as sin dormir.
Pero se mantuvo firme y mir�� a Cristina.
Cristina retir�� las agujas de su cuerpo y dijo:
��Duerme, estoy aqu��.
Las palabras eran tan suaves que hicieron que Gonzalo bajara la guardia y no pudiera seguir despierto, as�� que cerr�� los ojos y se qued�� dormido.
Cristina mir�� al dormido Gonzalo. Su rostro segu��a siendo fr��o pero mucho m��s suave.