Maeve
La rectoría se erguía sobre la Universidad de Mirage, enclavada en una colina adyacente al magnífico Templo de la Diosa de la Luna, lo cual señalaba al lugar no solo como un santuario religioso, sino como la verdadera capital tanto de Valoria como de la Iglesia.
Mamá mantenía el paso conmigo mientras seguíamos a Troy por el sendero pavimentado que subía la colina. Suspiró profundamente, jugueteando con un hilo suelto de su grueso suéter azul.
Estaba molesta por algo. Creía firmemente que tenía que ver con el hecho de que todos éramos blancos fáciles mientras Tasia se escondía en algún lugar cercano, esperando atacar.
—¿Sabías que las Reinas Blancas se separaron de la Iglesia de la Diosa de la Luna? —pregunté mientras continuábamos lo que parecía una lenta y sin fin escalada hacia la rectoría.
—Sí, lo sabía. Eso terminó con mi mandato, sin embargo. Establecimos nuevos lazos con la Iglesia poco después de que nacieras.
—¿Por qué no me lo dijiste?
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