Amelia abrió la puerta y entró, encontrando a Jason concentrado en unos documentos sobre su escritorio. Al verla, levantó la mirada y una expresión de preocupación cruzó su rostro al notar el café derramado en su ropa. Las manchas oscuras se extendían por su blusa blanca y sus pantalones, y algunos mechones de su cabello estaban pegajosos por el líquido derramado. La fragancia del café recién derramado aún flotaba en el aire, mezclándose con el aroma a papel y tinta del despacho.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Jason, levantándose de su silla y acercándose a ella con pasos rápidos y decididos.
Amelia sintió una mezcla de alivio y tensión al ver la preocupación en sus ojos. —Un pequeño accidente con Laura —respondió, tratando de mantener la calma mientras sentía el calor del café aún impregnado en su ropa—. Necesito ir a casa para cambiarme. Mei está llevando los documentos al departamento Legal por mí.
Jason frunció el ceño, claramente molesto por la mención de Laura. Estaba al corriente de la rivalidad de las dos desde la llegada de Amelia, y el enfado en su rostro lo delataba. —¿Estás bien?
Amelia asintió, intentando sonar convincente. —Sí, estoy bien. Solo necesito un momento para recomponerme. Es solo café.
Jason le sonrió con calidez y comprensión, sus ojos suavizándose al mirarla. —Claro, tómate el tiempo que necesites. Ven, te voy a enseñar mi pequeño paraíso en la oficina. Podrás ducharte y cambiarte. No te preocupes por nada. Encargaré que traigan un traje nuevo para ti.
Amelia sintió una oleada de gratitud hacia Jason. —Gracias, Jason. Pero, ¿dónde voy a ducharme?
Jason hizo un gesto hacia una puerta discreta en el lateral de su despacho, apenas visible entre las estanterías llenas de libros y documentos. —Sígueme, te lo mostraré.
La acompañó hasta la puerta, abriéndola lentamente para revelar un gimnasio privado, completamente equipado. Las paredes estaban adornadas con espejos y había una variedad de equipos de ejercicio, desde pesas libres hasta máquinas de cardio de última generación. El suelo estaba cubierto con alfombras de goma negra, y en una esquina, había una pequeña área de descanso con sofás y una televisión de pantalla plana.
—Mi santuario —dijo Jason con una sonrisa, señalando una puerta al otro lado del gimnasio—. Allí hay una ducha, Amelia.
Amelia observó el gimnasio con asombro, impresionada por la dedicación de Jason a mantenerse en forma incluso en el trabajo. Cada detalle del gimnasio reflejaba su personalidad meticulosa y su enfoque disciplinado hacia la vida.
—Es increíble, Jason. Gracias —respondió, sintiéndose un poco más aliviada al saber que podía refrescarse sin tener que irse a casa.
Jason la guió hasta la puerta de la ducha, abriéndola para revelar un baño moderno y elegante. Las paredes estaban revestidas de azulejos grises y blancos, y había una ducha de efecto lluvia en una esquina. Un pequeño banco de madera y un juego de toallas blancas impecables completaban el conjunto, creando un ambiente de serenidad y lujo.
—Tómate tu tiempo —dijo Jason, dándole un apretón de manos suave en el hombro—. Voy a encargar el traje ahora mismo. Si necesitas algo más, solo házmelo saber.
Amelia asintió, agradecida. —Gracias, Jason. De verdad, eres un ángel.
Jason sonrió y se retiró, cerrando la puerta detrás de él. Amelia se quedó un momento en el umbral, absorbiendo la tranquilidad del espacio. Luego, se dirigió a la ducha, dejando que el agua caliente la envolviera y comenzara a lavar no solo el café de su piel, sino también la tensión acumulada del encuentro con Laura.
Mientras el agua corría por su cuerpo, Amelia cerró los ojos, permitiéndose unos momentos de calma. El sonido del agua era como una melodía suave, llevándose consigo el estrés y la frustración. Pensó en la fuerza y el apoyo que había encontrado en Jason y Mei, y sintió una renovada determinación para enfrentar cualquier desafío que se presentara.
Sin embargo, a medida que el agua caliente la relajaba, su mente empezó a centrarse en un problema más delicado. Sabía que debía hablar con Jason sobre la estrategia de compra encubierta de acciones. Jong ya se había dado cuenta, y aunque Jason y Inmaculada Montalbán habían estado adquiriendo acciones con buenas intenciones, el riesgo de que esto hiciera tambalearse a la compañía de la familia Xiting era demasiado grande.
Amelia reflexionó sobre cómo abordar el tema con Jason sin que pareciera una confrontación. Debía hacerlo entender que si bien la adquisición de acciones fortalecía su posición, también podría desestabilizar la estructura corporativa si Jong decidía contraatacar. Además, ella deseaba consolidar una paz relativa dentro de la familia, evitando más conflictos internos que pudieran afectar negativamente a todos.
Con cada pensamiento, Amelia sentía la urgencia de manejar la situación con delicadeza. El agua tibia sobre su piel le proporcionaba una claridad momentánea, ayudándola a ordenar sus ideas y a planificar sus palabras con cuidado. Sabía que Jason valoraba su opinión y confiaría en su juicio, pero aún así, necesitaba encontrar el equilibrio perfecto entre firmeza y comprensión.
Después de unos minutos bajo la cálida corriente de agua, Amelia se sintió revitalizada. Salió de la ducha y se envolvió en una de las toallas esponjosas, disfrutando de la suavidad contra su piel. La sensación de frescura y limpieza le dio una nueva perspectiva y determinación.
Cuando regresó al gimnasio, encontró un traje nuevo cuidadosamente doblado sobre el sofá de la esquina, tal y como Jason había prometido. Era evidente que no se había escatimado en gastos. El traje era de un tono azul marino profundo, confeccionado en una tela suave y lujosa que irradiaba calidad. Cada pieza estaba meticulosamente diseñada, desde la chaqueta hasta la falda, y reflejaba un nivel de elegancia y sofisticación impecables.
Amelia tomó la chaqueta primero, sintiendo la suavidad del tejido entre sus dedos antes de deslizar sus brazos en las mangas. La chaqueta le quedaba como un guante, adaptándose perfectamente a la forma de sus hombros y cintura, realzando su figura con una elegancia sutil. Los botones dorados añadían un toque de sofisticación, complementando el color profundo del traje y brillando con un lustre discreto pero llamativo.
La falda era de una longitud adecuada, lo suficientemente profesional como para un entorno de oficina pero con un corte que destacaba su silueta. Al ajustarla en su cintura, Amelia notó cómo la tela se deslizaba con suavidad, acomodándose a sus movimientos sin restricción alguna. El conjunto en su totalidad le daba una apariencia de poder y confianza, sin perder un ápice de feminidad.
El traje venía acompañado de una blusa de seda blanca, cuya textura lisa y delicada se sentía como una caricia contra su piel. Se la colocó con cuidado, asegurándose de que los pliegues quedaran perfectamente alineados, y ajustó el cuello con un broche sencillo pero elegante. La combinación de los tonos azul marino y blanco creaba un contraste que iluminaba su rostro, destacando sus ojos y otorgándole un aire de frescura y autoridad.
Mientras se vestía, ajustando cada pieza con esmero, Amelia se preparó mentalmente para la conversación que tendría con Jason. Se sentía más fuerte y lista para enfrentar lo que viniera, sabiendo que tenía a su lado a personas que se preocupaban por ella y la apoyaban en cada paso del camino.
Al mirarse en el espejo del gimnasio, Amelia no pudo evitar sonreír. El traje le quedaba a la perfección, haciéndola sentir poderosa y lista para cualquier desafío. Cada detalle, desde el ajuste hasta los accesorios, hablaba de la atención y el cuidado que Jason había puesto en asegurarse de que tuviera lo mejor. Sentía una mezcla de gratitud y amor por él, reconociendo el esfuerzo y el apoyo que le brindaba constantemente.
Sacó el maquillaje de su bolso y se retocó un poco. Amelia no usaba mucho, una ligera sombra de ojos y un poco de pintalabios; aún era joven y su piel estaba perfecta. Se miró una vez más tras terminar el maquillaje y sonrió. Estaba lista para volver a enfrentar el día, más fuerte y más decidida que nunca.
Con una última mirada al gimnasio, Amelia salió de nuevo al despacho de Jason, lista para retomar sus responsabilidades y demostrar que ni siquiera las artimañas de Laura podían detenerla. Se sentía renovada y llena de determinación; el traje nuevo la hacía sentir poderosa y lista para cualquier desafío.
Jason, al ver a Amelia salir de su pequeño refugio en la oficina, no pudo resistirse. Se levantó de su silla con rapidez, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y amor. La imagen de Amelia, tan fuerte y decidida después de lo sucedido, lo llenaba de un profundo orgullo y afecto.
—Amelia —murmuró Jason, su voz cargada de emoción mientras se acercaba a ella.
Antes de que ella pudiera responder, Jason la envolvió en un abrazo cálido y firme, sus brazos fuertes rodeándola con una ternura protectora. Amelia sintió cómo el contacto de Jason le transmitía una sensación de seguridad y consuelo, como si todo lo negativo del día se desvaneciera en ese instante.
—Estás increíble —susurró Jason cerca de su oído, sus labios rozando suavemente su piel. —Estoy tan orgulloso de ti.
Amelia sintió un nudo en la garganta, sus emociones a flor de piel. —Gracias, Jason. No sé qué haría sin ti.
Jason se apartó ligeramente, solo lo suficiente para mirar a Amelia a los ojos. Sus miradas se encontraron, y en ese momento, todo lo demás dejó de importar. Jason bajó la cabeza y la besó, un beso lleno de pasión y ternura, como si quisiera transmitirle todo su apoyo y amor en un solo gesto.
Amelia respondió al beso con igual fervor, sus manos aferrándose a los hombros de Jason como si fuera su ancla. Sentía el calor de su cuerpo, el latido firme de su corazón contra el suyo, y supo que mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier cosa.
El beso se profundizó, ambos perdiéndose en la intensidad del momento. Jason acarició suavemente el rostro de Amelia con una mano, mientras la otra la sostenía firmemente contra él. Cada caricia, cada susurro de sus labios, le decía a Amelia que no estaba sola, que tenía a alguien que la apoyaba incondicionalmente.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban entrecortadamente, sus frentes apoyadas una contra la otra. Jason la miró con una sonrisa suave, sus ojos llenos de promesas.
—Siempre estaré aquí para ti, Amelia. No importa lo que pase —dijo Jason, su voz firme y llena de convicción.
Amelia asintió, sintiendo cómo las lágrimas de gratitud y amor amenazaban con derramarse. —Lo sé, Jason. Y yo también estaré aquí para ti.
Jason la besó de nuevo, esta vez con una suavidad que contrastaba con la pasión anterior, un gesto lleno de ternura y compromiso. Amelia sintió que, en esos momentos, estaban forjando un vínculo aún más fuerte, uno que ninguna adversidad podría romper.
Finalmente, Jason se apartó un poco más, pero mantuvo sus manos en los hombros de Amelia, mirándola con una mezcla de orgullo y amor. —Ahora, ¿lista para volver al trabajo?
Amelia sonrió, su determinación renovada. —Lista. Gracias por todo, Jason.
Jason asintió, y con una última caricia en su mejilla, la dejó ir, sabiendo que juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Amelia salió del despacho con paso firme, lista para enfrentar el día, más fuerte y más segura que nunca.
Cuando Amelia salió del despacho de Jason, vio a Mei dirigiéndose de vuelta al despacho de ambas. Amelia levantó la mano para llamar la atención de Mei y se encaminó hacia el despacho, acortando la distancia entre ellas con paso decidido.
Mei, al ver a su cuñada, la observó de arriba abajo. Amelia estaba impecable. El nuevo traje que Jason había hecho traerle le quedaba a la perfección, resaltando su figura y dándole un aire de autoridad y confianza.
—Vaya, Amelia —dijo Mei con una sonrisa, sus ojos brillando con aprobación—. Pareces lista para conquistar el mundo.
Amelia sonrió de vuelta, sintiendo la calidez del apoyo de Mei. —Gracias, Mei. ¿Qué tal en el departamento legal? ¿Todo bien con los documentos?
Mei asintió, ajustando ligeramente la carpeta que llevaba en la mano. —Sí, todo en orden. Revisaron los contratos y no encontraron ningún problema. Podemos proceder con tranquilidad.
Amelia dejó escapar un suspiro de alivio. —Eso es un gran alivio. Después de lo que pasó con Laura, necesitaba escuchar algo positivo.
Mei frunció el ceño ligeramente. —¿Qué sucedió exactamente? Estabas tan emocionada y, de repente, te vi furiosa y con el café derramado por todas partes.
Amelia relató brevemente el encuentro con Laura, su voz firme pero sin dejar de lado la frustración. Mei la escuchó atentamente, sus expresiones cambiando de la sorpresa a la indignación.
—Esa mujer —murmuró Mei, con un tono gélido—. No se saldrá con la suya. Vamos a seguir trabajando y asegurarnos de que "Energreen Solutions" prospere, a pesar de ella.
Amelia asintió, agradecida por la lealtad de Mei. —Exactamente. No dejaremos que nada ni nadie nos detenga.
Ambas mujeres compartieron una mirada de determinación y complicidad antes de entrar en el despacho que ahora compartían. La atmósfera de la oficina, cargada con una mezcla de tensión y expectación, comenzó a transformarse en un lugar de estrategia y planes bien trazados. Amelia y Mei sabían que su alianza era crucial para el éxito de la empresa y estaban listas para enfrentar cualquier obstáculo que se presentara.
En ese instante, el sonido de la puerta al cerrarse tras ellas simbolizaba algo más que el simple cierre de un espacio físico; era una barrera invisible que aislaba las adversidades externas y fortalecía su determinación compartida. Cada paso que habían dado hasta este momento, cada obstáculo superado y cada pequeña victoria, les recordaba que juntas eran más fuertes y capaces de enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
Amelia se sentó en su mesa, su mente trabajando a toda velocidad mientras organizaba sus pensamientos y preparaba la siguiente fase de su plan. La sensación de propósito llenaba el despacho, creando un ambiente de concentración y energía.
—Bueno, es hora de ponernos manos a la obra —dijo Amelia con una sonrisa decidida, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y determinación—. Tenemos mucho que hacer y no hay tiempo que perder. Este contrato está ya firmado por tu hermano. Supongo que solo debo firmarlo y mandar una copia por correo electrónico de vuelta a tu hermano.
Mei asintió, compartiendo la misma chispa de entusiasmo en su mirada. —Sí, y después deberás llevarlo al departamento de contabilidad para su registro. Ya tiene el sello de "Energreen Solutions".
Amelia bajó la cabeza y comenzó a firmar los contratos que ya habían sido revisados meticulosamente por ambas y por el departamento legal. Con cada firma, sentía cómo su corazón latía más rápido, lleno de alegría y satisfacción. En un plazo de tres días, "Energreen Solutions" estaría en positivo, algo que había parecido un sueño lejano hasta hacía poco tiempo.
Cuando hubo firmado todos los documentos, los miró con orgullo antes de colocarlos cuidadosamente en la multifunción para escanearlos. El zumbido del escáner llenó el despacho mientras cada página se digitalizaba, preparándose para ser enviada sin demora a Jong Xiting.
—Yo se lo enviaré a Jong, no te preocupes —dijo Mei con una sonrisa tranquilizadora, tomando el control del proceso. Abrió el PDF con los contratos escaneados y revisó cada página una vez más—. Todo parece perfecto. Te pondré en copia adjunta. Ahora ve a llevarlo a contabilidad.
Amelia asintió, agradecida por la eficiencia y apoyo de Mei. Esta vez, metió todos los papeles en una carpeta, asegurándose de que no hubiera más incidentes innecesarios. La seguridad de tener todo bajo control le daba una renovada sensación de confianza y determinación. Con la carpeta firmemente en sus manos, salió del despacho, lista para completar el siguiente paso en su camino hacia la recuperación y éxito de "Energreen Solutions".