El almuerzo transcurrió con una atmósfera un poco más relajada gracias al espectáculo flamenco y la intervención pacificadora de Li Wei. Aunque aún quedaban muchas cosas por resolver, el grupo decidió dejar de lado sus tensiones por un momento y disfrutar de la tarde.
Después de pagar la cuenta, Jason sugirió dar un paseo por los mercados y tiendas de la ciudad para aprovechar el buen tiempo y la belleza del lugar.
—Podemos buscar algunos recuerdos y disfrutar de las tiendas locales —dijo Jason, tratando de mantener el ánimo positivo.
Amelia, Mei y Li Wei asintieron, dispuestas a explorar la ciudad. Comenzaron a caminar por las calles empedradas, disfrutando del bullicio y la energía vibrante del mercado. Los puestos estaban llenos de coloridos tejidos, joyas artesanales y una variedad de recuerdos que capturaban la esencia de la ciudad.
Las primeras tiendas que encontraron estaban llenas de productos típicos, desde abanicos pintados a mano hasta cerámicas decorativas. Mei se detuvo en un puesto de ropa y comenzó a examinar un vestido de seda con intrincados bordados.
—Amelia, deberías considerar algo más acorde a tu figura. Este tipo de ropa no te favorece en absoluto —dijo Mei, mientras sostenía una blusa que claramente no era del estilo de Amelia.
Amelia sintió una punzada de irritación, pero antes de que pudiera responder, Li Wei intervino con una sonrisa tranquila.
—Mei, creo que Amelia tiene un estilo propio muy elegante. Además, cada uno debe vestir lo que le hace sentir cómodo y seguro. Personalmente, me encanta cómo se ve Amelia con su ropa —dijo Li Wei, defendiendo a su amiga.
Mei frunció el ceño, pero no dijo nada. Li Wei había logrado desviar la crítica con su comentario positivo y amigable. Amelia agradeció a Li Wei con una sonrisa, sintiéndose respaldada. Sin embargo, la molestia seguía latente. Sentía que Mei seguía aprovechando cualquier oportunidad para menospreciarla, y aunque agradecía la intervención de Li Wei, deseaba poder manejar la situación por sí misma.
Jason observaba la interacción desde un poco más atrás, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Alivio porque Li Wei estaba ayudando a suavizar la situación, y preocupación porque aún sentía la tensión latente entre Amelia y Mei. Sabía que debía encontrar una manera de resolver esos conflictos antes de que se intensificaran.
Siguieron recorriendo las tiendas, donde Mei y Li Wei se divirtieron probándose diferentes prendas y accesorios. En una joyería, Mei se quedó fascinada con un collar de plata con un delicado colgante de jade. Amelia, notando su interés, decidió hacer un gesto amistoso.
—Mei, ese collar te quedaría precioso. Deberías probártelo —sugirió Amelia con sinceridad.
Mei dudó por un momento, pero finalmente aceptó. Se probó el collar y, al mirarse en el espejo, una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.
—Tienes razón, Amelia. Me gusta mucho —admitió Mei, sorprendiéndose a sí misma. Aunque no lo mostrara abiertamente, la aprobación de Amelia le daba una sensación de validación que no había anticipado.
—¿Puedes cargarlo en mi tarjeta? —preguntó Amelia tratando de congraciarse con Mei aún más.
La tarjeta de Amelia ya estaba sobre el mostrador cuando Jason la paró, poniendo la suya encima.
—Mei te está muy agradecida por tu interés, pero es mi hermana. Yo pagaré su compra. —sonrió Jason. No sabía ni cuánto fondo le había dado Inmaculada a Amelia ni si la tarjeta de ella tenía un límite, por lo cual, al ver el precio del collar, se apresuró a pagar él, para evitarle la vergüenza de ser denegada su tarjeta.
Jason notó la sonrisa de Mei y sintió una chispa de esperanza. Tal vez había una posibilidad de reconciliación entre las dos mujeres, o esa sonrisa era una burla por no haber pagado Amelia, dejándola un poco en evidencia. Sabía que no sería fácil, pero quizás con la amenaza anterior Mei bajara al menos el nivel de los ataques a Amelia.
El grupo continuó explorando los mercados, deteniéndose en puestos de especias, artesanías y textiles. Amelia encontró una bufanda de seda con un diseño que le recordó a su madre, y decidió comprarla como recuerdo.
—Es hermosa, Amelia. Estoy segura de que a tu madre le encantaría —dijo Li Wei, admirando la bufanda.
—Sí, creo que le gustaría mucho —respondió Amelia con una sonrisa. Sentía una mezcla de nostalgia y alegría, imaginando la sorpresa de su madre si pudiera darle el regalo.
Mei, por su parte, compró varios pequeños recuerdos, incluyendo una caja de madera tallada y un abanico pintado a mano. Mientras tanto, Jason observaba cada interacción con atención, tratando de entender mejor las dinámicas entre Amelia y Mei.
Amelia caminaba entre los puestos, tratando de disfrutar del ambiente a pesar de la tensión constante. La interacción con Mei en la tienda de ropa había dejado un sabor amargo, y aunque agradecía la defensa de Li Wei, deseaba poder manejar la situación por sí misma. La animosidad de Mei la hacía sentirse constantemente en guardia, y la intervención de Jason, aunque bien intencionada, a veces complicaba las cosas.
Amelia sabía que Mei se sentía desplazada y que necesitaba reafirmar su posición. Intentaba ser comprensiva, pero a veces la frustración la superaba. Sin embargo, el pequeño gesto de Mei al aceptar su consejo sobre el collar le daba una chispa de esperanza. Tal vez, con el tiempo, podrían encontrar una manera de coexistir sin tanta fricción.
Mei caminaba con pasos firmes, aún sintiendo el peso de la reprimenda de Jason. Sabía que había cruzado una línea, pero no podía evitar sentir resentimiento hacia Amelia. La presencia de Amelia en la vida de Jason lo había cambiado todo, y Mei se sentía relegada, ya no era el centro de atención. Sin embargo, la interacción en la joyería había sido un momento de tregua inesperado. A pesar de su resistencia inicial, la aprobación de Amelia sobre el collar y su intención de pagarlo la había hecho sentir un poco mejor. Quizás había una posibilidad de encontrar un nuevo equilibrio, aunque no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente.
Jason se sentía atrapado entre su deseo de proteger a Amelia y su lealtad hacia su hermana. Sabía que Mei siempre había sido la "princesa" de la familia, acostumbrada a ser el centro de atención y a recibir todo lo que quería. La llegada de Amelia había desafiado esa dinámica, y Jason estaba consciente de que necesitaba encontrar un equilibrio que permitiera a ambas mujeres coexistir sin conflictos constantes.
Mientras caminaban por el mercado, Jason reflexionaba sobre cómo podía apoyar mejor a Amelia sin alienar a Mei. Sabía que la conversación que había tenido con Mei antes había sido necesaria, pero también entendía que la resolución no sería instantánea. Tenía que ser paciente y encontrar maneras de acercar a su hermana y a su pareja.
Después de una tarde de compras y exploración, el grupo decidió finalizar el día con una visita a un hammam, un baño árabe tradicional. Jason, siempre atento a los detalles, había reservado con anticipación, sabiendo que la experiencia podría ser un punto culminante relajante para todos. Se dirigieron al hammam, donde la atmósfera de tranquilidad y los suaves sonidos del agua corriendo prometían un descanso bienvenido de las tensiones del día.
El hammam estaba ubicado en un edificio antiguo con muros de piedra y arcos moriscos. Al entrar, el grupo fue recibido por un aroma a eucalipto y la vista de bellos mosaicos que adornaban las paredes. El encargado los saludó con una cálida sonrisa y los guió a través de un pasillo decorado con faroles de hierro forjado y velas parpadeantes.
—Bienvenidos al Hammam Al Ándalus —dijo el encargado—. Aquí encontrarán una experiencia de relajación y renovación. Las áreas de baño están separadas para hombres y mujeres, así que ustedes, señoras, serán guiadas a su sección. Disfruten de su tiempo.
Jason les deseó una tarde relajante antes de ser guiado a la sección masculina. Amelia, Mei y Li Wei se dirigieron juntas hacia la sección femenina, un poco ansiosas pero también emocionadas por la experiencia.
Las mujeres fueron conducidas a un vestuario elegante donde se cambiaron y se envolvieron en toallas de algodón. Luego, las guiaron a una sala de baños termales donde una suave luz dorada iluminaba el espacio. El sonido del agua corriendo y la cálida humedad del ambiente creaban una atmósfera de completa serenidad.
Amelia, Mei y Li Wei se sumergieron en uno de los baños termales, sintiendo cómo el agua cálida relajaba sus músculos tensos. Permanecieron en silencio por un momento, disfrutando del simple placer de estar sumergidas en el agua.
El calor del agua y la atmósfera íntima empezaron a relajar sus cuerpos y mentes. Amelia, sintiendo el agua acariciar su piel, cerró los ojos y dejó que la sensación la envolviera. Podía sentir cada burbuja y cada movimiento del agua, aumentando la conciencia de su propio cuerpo.
—Este lugar es increíble. Realmente necesitaba algo así —dijo Li Wei, cerrando los ojos y dejando que el agua la envolviera.
Amelia asintió, sintiendo el mismo alivio y más. El ambiente sensual del hammam comenzaba a afectar su estado de ánimo, haciéndola sentir más libre y desinhibida.
—Sí, es exactamente lo que necesitábamos después de un día tan largo —respondió, dejando que la calidez del agua la calmara.
Mei, aunque visiblemente más relajada, todavía mantenía una ligera rigidez en su postura. Sin embargo, el ambiente íntimo y tranquilo comenzó a derretir sus defensas. Sentía cómo el calor del agua suavizaba sus músculos y la envolvía en una sensación de bienestar.
—Amelia, he estado pensando en lo que dijiste antes, sobre encontrar un lugar de paz. Tal vez... tal vez podamos intentarlo —dijo Mei en voz baja, sorprendiendo a ambas mujeres con su vulnerabilidad.
Amelia la miró con una mezcla de sorpresa y gratitud, sintiendo una conexión más profunda en el ambiente íntimo del hammam.
—Mei, yo solo quiero que todos podamos vivir en familia. Sé que no será fácil, pero estoy dispuesta a intentarlo —respondió Amelia, sinceramente, mientras el calor del agua la envolvía y la relajaba aún más.
Li Wei, siempre la mediadora, sonrió suavemente.
—Me alegra escuchar eso. Creo que todas podemos aprender mucho unas de otras. Y este es un buen lugar para empezar —dijo, mirando a Mei con apoyo.
Mei suspiró, dejándose llevar un poco más por el ambiente relajante.
—No has lidiado mucho con una familia de clase alta. Las puñaladas están a la orden del día, para ver quién maneja la familia. Jason tuvo que venirse aquí para alejarse de nuestro hermano mayor.
—No puede ser así en todas las familias ricas —trató de razonar Amelia, relajándose aún más en el agua.
—Si Jason vuelve a nuestra ciudad ya lo verás. Incluso hay puñaladas por los matrimonios. Por eso no quiero volver. Cuando vuelva mi padre, ya tendrá buscado a mi marido —Mei miró con enfado hacia Amelia—. Por eso no es justo lo de mi hermano. Él no puede elegirte. Debe ser un matrimonio acordado.
Amelia frunció el ceño, intentando comprender la lógica de Mei.
—¿Entonces todo es por celos de no hacer lo mismo que tu hermano? —intervino Li Wei—. Yo no quiero casarme con quien decida mi familia.
—Mi hermano era tu mejor oportunidad, pero has decidido dejárselo a Amelia —respondió Mei, su voz llena de resentimiento y tristeza.
Li Wei, sintiendo la tensión en el aire, decidió profundizar más en la conversación.
—Mei, entiendo que las expectativas familiares son difíciles, pero ¿realmente prefieres vivir bajo esas condiciones? —preguntó Li Wei, su voz temblando ligeramente—. La ansiedad que me provoca la idea de un matrimonio concertado es insoportable. Quiero elegir a mi pareja, alguien que ame y me ame de verdad.
Mei asintió lentamente, dejando que las palabras de Li Wei resonaran en ella.
—Lo sé, Li Wei. Yo también siento esa ansiedad. Pero a veces, el peso de las expectativas es tan grande que parece imposible escapar —admitió Mei, su voz quebrándose un poco—. La idea de no poder elegir a quien amar es... desoladora.
Amelia, sintiendo la profundidad del dolor de Mei y Li Wei, se acercó más a ellas.
—Entiendo que haya ventajas en esos matrimonios, como la estabilidad y el estatus, pero el costo emocional es altísimo. No deberíamos sacrificar nuestra felicidad por cumplir con expectativas que no compartimos —dijo Amelia, su voz llena de empatía.
El ambiente íntimo del hammam permitió que las emociones fluyeran con más libertad. Amelia miró a Mei con comprensión, sintiendo el peso de las expectativas familiares sobre ella.
—Mei, no quiero que sientas que te estoy quitando algo. Jason y yo nos encontramos y nos enamoramos. Pero entiendo lo que dices sobre las expectativas familiares. Es un peso muy grande —dijo Amelia, suavemente.
Li Wei asintió, tomando la mano de Mei bajo el agua.
—Mei, siempre seremos amigas, sin importar lo que pase. Y no tienes que seguir las reglas de tu familia si no quieres. Podemos encontrar una manera de que todos seamos felices —dijo, con una voz llena de cariño.
Mei se dejó caer más en el agua, dejando que la calidez la envolviera completamente. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía relajarse y confiar en las personas a su alrededor.
—Gracias, Li Wei. Y Amelia, intentaré entenderlo mejor. Tal vez podamos encontrar una manera de que todos estemos bien —dijo Mei, con una pequeña sonrisa.
Después de un tiempo en los baños termales, las mujeres fueron guiadas a una sala de masajes. Cada una fue asignada a una camilla, y masajistas expertos comenzaron a trabajar en sus cuerpos tensos. La experiencia sensorial del masaje, junto con el ambiente íntimo, llevó la relajación a un nuevo nivel.
Amelia dejó escapar un suspiro de alivio mientras los nudos en sus hombros comenzaban a deshacerse. Cada toque, cada presión del masajista la hacía sentir más y más libre.
—Esto es el cielo —murmuró, sintiendo cómo la tensión se desvanecía con cada movimiento del masaje.
Mei, que al principio había estado un poco rígida, finalmente se permitió relajarse por completo. El ambiente relajante y la sensación de ser cuidada la ayudaron a bajar la guardia. La experiencia táctil del masaje le provocaba un placer inesperado, algo que no había anticipado.
—Nunca había hecho algo así antes. Es... increíblemente relajante —admitió Mei, cerrando los ojos y disfrutando del masaje, sintiendo cómo cada movimiento del masajista la liberaba de sus tensiones.
Li Wei, desde su camilla, sonrió.
—A veces, necesitamos darnos un tiempo para nosotras mismas. Creo que es algo que todos debemos recordar —dijo, sintiendo también la relajación profunda que proporcionaba el masaje.
Después de los masajes, las mujeres regresaron a los baños termales para una última sesión de relajación. Amelia se sentía más liviana, no solo por el masaje, sino también por la conversación sincera que había tenido con Mei.
—Mei, gracias por estar abierta a hablar. Sé que no es fácil, pero creo que estamos en el camino correcto —dijo Amelia, mirándola con gratitud.
Mei asintió, todavía procesando todo, pero sintiéndose más positiva que antes. El ambiente íntimo y sensual del hammam había ayudado a suavizar sus defensas.
—Yo también lo creo. Tal vez esto sea el comienzo de algo mejor —respondió, con una leve sonrisa.
Li Wei las miró a ambas con satisfacción, contenta de ver que se estaban acercando.
—Estoy muy feliz de que estemos aquí juntas. Creo que este es el primer paso hacia una amistad más fuerte —dijo, abrazándolas a ambas.
Cuando terminaron en el hammam, las tres mujeres se sentían renovadas y más unidas. Sabían que aún quedaban desafíos por delante, pero estaban dispuestas a enfrentarlos juntas. Salieron del hammam para reunirse con Jason, cada una con una sensación de paz interior y una nueva determinación de buscar la armonía.