—Bienvenido a mi humilde morada, hermano —Aldric hizo una reverencia dramática hacia André justo cuando el personal Fae que lo había escoltado hasta la sala de recepción, se dio la vuelta y se fue.
—No —André se ajustó más su abrigo al cuerpo, diciendo tímidamente—, debería ser yo el honrado por aceptar mi solicitud teniendo en cuenta que nuestro último encuentro no terminó muy bien.
—¡Pfft! No seas tonto, hermano —Aldric se rió de ello—. Al menos esta vez no invadiste mi territorio y me diste el respeto que merezco. Créeme, no soy tan irracional.
Oh, tú puedes ser bastante irracional, André pensó en su mente.
—Está bien, si tú lo dices —André no discutió más con él, quedándose parado incómodamente en el medio de la habitación con las manos entrelazadas al frente mientras el silencio caía sobre ellos.
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