"Su mirada se desplazó lentamente, sus ojos perforando los suyos con un frío que podría hacer estremecer a uno.
—Espero que sí, Rey Malachi —dijo en tono de reprimenda—. Sostuvo la bala para mostrársela. —Obsidiana moldeada de una manera en la que se desliza alrededor y parece diferente. Podría estar envenenada o cualquier cosa. ¿Adónde fuiste para recibir un disparo así?
—Tenía algunas cosas de las que ocuparme —dijo él.
—Adonde sea que hayas ido, sabías que te encontrarías con humanos. Algo serio podría haber sucedido. Eres el Rey. Debes tener más cuidado. ¿No tienes guardias ni nada?
Dios. Ahora entendía cuando decían que las parejas de cría regañan más que las madres.
—Si tu herida no sana, estás en problemas. Podrían haber puesto algo en esto —olió la bala, inclinándose sobre él la puso en la bandeja.
Intentó sentarse pero ella puso su mano en su estómago para mantenerlo abajo. —Paciencia. No he terminado.
—Hay otra en mi muslo —dijo él.
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