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Pesadillas del Ayer

-Mamá, ¿qué está ocurriendo? -inquirió Tomás, su mirada desbordada de confusión y miedo mientras observaba a su madre, quien, con manos temblorosas, intentaba desesperadamente marcar un número en el teléfono. La puerta se abrió abruptamente, y la presencia de su padre en la entrada transmitía una urgencia tangible.

-Marta, no hay tiempo que perder. Debemos abandonar la villa de inmediato -declaró el hombre, su tono revelando el peso de una verdad sombría.

- ¿Jonas, por favor, ¿qué está sucediendo? -los ojos de Marta se llenaron de lágrimas, y su voz temblorosa buscaba desesperadamente comprensión.

Jonas observó a su familia con un gesto sombrío. -El conflicto entre esos países se desató. Nuestra zona estuvo incomunicada dos semanas, y el enemigo planea usar este lugar como...-

- ¿Cómo? -preguntó Marta, su desconcierto reflejando el pánico que se apoderaba de la habitación.

- Como punto estratégico de ataque -explicó Jonas, sus palabras resonando como un golpe fatal.

El silencio se volvió opresivo, roto solo por el sonido de los latidos acelerados y la respiración entrecortada. Jonas agarró las manos de su esposa, sus ojos expresando la gravedad de la situación.

-Cariño, aún podemos escapar si actuamos ya mismo. Tomás, ve y empaca lo esencial. ¡Rápido!  -Ambos asintieron con determinación.

Diez minutos después, la familia estaba lista para abandonar su hogar cuando, de repente, resonó una explosión en la distancia. El estruendo llenó el aire, y un escalofrío recorrió la columna vertebral de cada uno, confirmando la amenaza inminente.

De repente Tomás se despertó sobresaltado. Todo había sido un sueño, pero la pesadilla persistía en su memoria, haciendo que el joven nuevamente tenga que comenzar a luchar contra el demonio de su pasado.

EN LA TENUE LUZ DE LA CARPA, TINZO Y LEONARD SEGUIAN SOSTENIENDO AQUELLA CONVERSACION.

-Así que rechazas mi propuesta, ¿jovencito? -inquirió Leonard, su mirada penetrante buscando la verdad en los ojos de Tinzo.

-No, señor, solo quiero posponer la oportunidad que me ofreció. Aún debo sanar de las heridas del caballo -respondió Tinzo, su tono denotando una determinación interna.

-Está bien. Cuando quieras comenzar el entrenamiento, contáctame... Pero te advierto que es muy intenso y requiere de todo tu ser para que sea efectivo -la atmósfera se cargó con la seriedad del compromiso que implicaba la respuesta de Leonard. 

Tinzo, sin embargo, decidió abordar una cuestión que lo había intrigado estos días.

-Señor Leonard... Un día después del accidente, tuve un encuentro con una mujer que estaba "cazando". ¿Usted sabe quién o qué era? -

Leonard se sumió en sus recuerdos antes de responder. -A ver... déjame pensar... ¿Tenía una pistola? -

-Sí, con el impacto de la bala pudo hacer volar extremadamente lejos a una persona -

-Ah, claro. Hablas de Isma, una de mis aprendices - 

Tinzo aún buscaba respuestas más allá de las palabras de Leonard.

-Pero... lo del impacto, ¿sabe usted qué fue? -

-Lo que utilizó es una energía especial, y justamente hay un experto en eso aquí en este planeta... -leonard pausó, y su mirada se desvió ligeramente. << Esta será una prueba para un viejo alumno; de él depende el interés que este joven logre tener en dominar estas habilidades >> pensó Leonard teniendo claro a quien Hiba a responder las dudas del joven. Pasadas unas horas, Tinzo llegó al refugio con paso decidido, encaminándose hacia la oficina de Quenzo. Sin embargo, al llegar, se percató de que Tomás salía con evidente preocupación.

-Tomás, ¿qué te sucede? ¿Te encuentras bien? -expresó Tinzo, mostrando sincera inquietud al ver la angustia en el rostro de su amigo.

-Ah, hola Tinzo. Solo vine a consultarle algo a Quenzo antes de ir al granero -respondió Tomás con un tono apacible que apenas ocultaba la intranquilidad que lo embargaba.

Una corriente de inquietud atravesó a Tinzo <<Quizá luego hable con Quenzo, siento que ahora debo acompañarlo por cómo se ve >>

-Mira justo iba hacia allí, si quieres vamos juntos -ambos se dirigieron hacia el granero para realizar sus tareas, pero Tinzo notó que Tomás estaba sumido en un silencio perturbador, como si estuviera lidiando con pensamientos sombríos. 

Mientras anochecía, regresaban al refugio caminando con aparente calma, hasta que un hombre emergió apresuradamente de entre los árboles, su presencia envuelta en una perturbadora distorsión. Los jóvenes se sobresaltaron ante la presencia del hombre, cuyo cuerpo parecía desdibujarse de manera inexplicable. Tinzo, perplejo, observó a su amigo, quien yacía en el suelo con la mano en la boca, presa del pánico.

-Es él... él fue quien nos atacó -susurro tomas Tomás con la voz temblorosa.

- ¿Quién es él? ¿Lo conoces? -preguntó Tinzo, buscando entender la conexión entre ese hombre y su compañero.

El hombre, con ojos entrecerrados, reconoció a Tomás y su mirada se tornó hostil, impregnada de rabia. -Tú eras aquel chico que acompañaba al sujeto que disparó. ¡Sabes que, por su culpa, ahora me están cazando! ¿¡Y cómo diablos pudiste sobrevivir!? -

Tomás, lleno de furia, gritó: - ¡Nos atacaste! Nos empujaste hacia el tsunami sin piedad -

-Fue culpa de ese estúpido que disparó. Si no hubiese sido por él no tendría que haber huido hacia esta realidad, que para mi suerte bajo el régimen de la compañía Timmer -

-Ese hombre era mi padre, al que atacaste sin piedad. ¡Luego fuiste por todos nosotros y nos empujaste al vacío! -

El hombre, desafiante, se acercó lentamente a los chicos. Tinzo, ante la vulnerabilidad de su amigo, se colocó instintivamente frente a él.

- ¡Aléjate! No dejaré que le pongas ni un solo dedo -dijo Tinzo con temor, pero firmeza, preparándose para lo desconocido.

El hombre avanzaba inexorablemente y Tinzo lanzó un puño sin pensarlo, pero este lo atravesó como si fuera un espectro. Confundido y asustado, lanzó puñetazos desesperados hasta que el hombre se detuvo frente a él.

-Deja de estorbar, imbécil -sentenció el hombre, dándole una violenta golpiza a Tinzo, quien fue lanzado a unos centímetros de distancia.

-Tú pagarás también por la estupidez de ese miserable hombre -una cruel patada golpeó a Tomás, haciéndolo rodar en la tierra.

Tinzo, intentando levantarse con esfuerzo, se percató de su impotencia. <<Debo levantarme y huir con Tomás. Este tipo es imposible de vencer, pero... En este estado me moverme siquiera >>

- ¡Tomás, huye y busca ayuda en el refugio! -gritó Tinzo desesperadamente, su voz resonando con urgencia en medio de la oscura confrontación. El hombre estaba a punto de patearlo nuevamente, pero un fugaz brillo color esmeralda atravesó violentamente su espalda. Entre la polvareda que levantó, Tinzo vio la silueta de lo que parecia un niño, con una mirada fría, una bufanda a rayas y cabello muy alocado sobre la espalda de su atacante. << ¿Qué acaba de ocurrir? ¿Ese hombre está...?>>. Tomás se había cubierto, temiendo lo peor, pero al mirar de nuevo, aquel hombre tenía atravesadas unas largas garras de color esmeralda en su pecho. Rápidamente, el chico se apartó, y el cuerpo cayó abruptamente en la tierra.

A lo lejos, venía corriendo Quenzo con un bastón de madera en sus manos.

- ¡Bien! Llegamos justo... ¡justo a tiempo! -dijo con un tono agitado por correr desde muy lejos mientras su bastón desaparecía de sus manos inexplicablemente.

Tomás comenzó a sentir que se quedaba sin aire y comenzó a llorar mientras gritaba: - ¡No... por qué sigue afectándome! ¡Por qué sigue doliendo! -

Quenzo se acercó para consolarlo en medio de su ataque de pánico. - ¿Por qué no solo lo duermes? Su berrinche me molesta, y luego, seguro, se le pasa el dolor -dijo el niño con un notable disgusto.

-No... no está sufriendo por el dolor físico. Debe desahogarse sin interferencia de mi habilidad -explicó Quenzo. El chico hizo un gesto hacia atrás con sus ojos desaprobándolo.

Después de un rato del accidente en el refugio, tras tratar las heridas de ambos jóvenes, Quenzo y Tinzo estaban en un salón médico fuera de la habitación donde estaba descansando Tomás. Rompiendo el frío silencio, Tinzo decidió abordar el misterioso asunto: -Así que tú eres el maestro en la energía mágica, ¿no? -

La declaración tomó desprevenido a Quenzo, quien frunció el ceño: - ¿Qué... qué estás diciendo, Tinzo? - 

-La verdad es que Leonard me dijo que tú eras un experto en ese tema y me lo ibas a poder explicar mejor que nadie -

Quenzo se pasó la mano por el rostro, evidenciando cierta molestia. << ¡Ese Leonard es un imbécil!, sabe que tengo la habilidad más complicada de usar de ejemplo para alguien que no tiene la mínima idea >>

-Te seré sincero, esa aclaración es una mentira. A veces el general Leonard es muy "chistoso", pero siento que debo hablarte de lo básico de este asunto por lo que les acaba de ocurrir -

Tinzo, con la mirada fija en Quenzo, asintió, queriendo entender el enigma que rodeaba a aquel ser. -Cuando ataque a aquel tipo, mis puños lo atravesaron, pero cuando él me golpeó no pasó lo mismo. ¿Qué era realmente ese hombre? -

Quenzo se puso de pie, sugiriendo que lo que iba a explicar era algo de suma importancia: -Él era un desfasado, este término se les asigna a los seres con una esencia temporal corrupta. Al estar en este estado, la materia de su ser está en un estado de "desfasamiento", haciendo que sean como espectros a voluntad -

- ¿Y cómo hizo aquel niño para atravesarlo si era imposible siquiera tocarlo? -

-Él usó una energía especial que todos poseemos, solo que en la mayoría esta permanece inactiva, pero personas como el la despertaron y lograron pulirla para eliminar las amenazas -

Tinzo estaba asimilando la información << ¿Me estás diciendo que alguien como yo también es capaz de tener esas habilidades y cazar a esa escoria?>>

Quenzo lo miro con una mueca de duda - ¿Que, no crees que te diga la verdad? -

- ¡¿Qué?!, no solo... -

Interrumpiendo la charla de ambos, el radio comunicador de Quenzo sonó: -Señor Quenzo, lo requerimos en el campamento, estamos en medio de un rescate. Cambio -

 -Lo siento, Tinzo, pero debo irme. Vete a descansar, que tuviste un día muy intenso -Quenzo salió apresuradamente hacia donde lo convocaron, dejando a Tinzo absorto en un mar de incertidumbre y dudas. Mientras tanto, Tomás se encontraba sumido en el ojo de un huracán de traumas y recuerdos dentro de su mente. Cada imagen del pasado impactaba en él como una serie de explosiones, cada uno de sus recuerdos una espiral ineludible. La guerra que irrumpió en la vida de su familia, la pérdida devastadora de su madre, los días oscuros donde el hambre se convirtió en un cruel compañero, los amigos sobrevivientes que se desvanecieron en la bruma del tiempo y, finalmente, el último día con su padre, viéndolo ahogarse mientras él era rescatado. 

Se despertó de su ensoñación, pero ya no podía soportar la carga de aquel hombre que actuó como un desencadenante de su doloroso pasado. Fijó la mirada en la ventana, donde la luna llena se alzaba imponente en el cielo nocturno. Un suspiro profundo escapó de sus labios, y en ese momento, supo que debía poner fin a su sufrimiento incesante.

En la mañana del día siguiente, Tinzo se encaminaba hacia el cuarto donde descansaba Tomás, anhelando una charla con su preciado amigo. La anticipación flotaba en el aire, pero al llegar al pasillo, su corazón se hundió al ver a Leonard salir de la habitación con una expresión desesperanzada. Al aproximarse, Leonard lo notó y, justo en la puerta, posó su mano en su hombro con pesar.

 -De verdad, lo siento mucho, muchacho -

La mirada de Tinzo se agudizó, inclinándose hacia la habitación, solo para descubrir que Tomás ya no estaba allí. 

- ¿Do... dónde está Tomás? -pronunció con profunda incertidumbre.

-Ve al final de este pasillo, Quenzo te lo explicará -sin perder tiempo, corrió hacia allí. <<No, por favor, Tomás no, que no le haya ocurrido nada. Él fue mi único apoyo en estos meses.>>

Al llegar, se encontró con una ventana y, al mirar, quedó petrificado por la escena ante sus ojos. Era otra sección del refugio, una especie de edificio aparte, Tomás estaba allí en ese comedor vestido totalmente de blanco, con una mirada completamente vacía, moviéndose como si estuviera sonámbulo.

Quenzo apoyado en la puerta de al lado sin que Tinzo lo notara soltó las devastadoras palabras.

 -Tomás intentó acabar con su vida esta madrugada -esas palabras golpearon a Tinzo como un puñetazo en el estómago. 

- ¿Qué estás diciendo? -murmuró, apenas capaz de articular una palabra.

-Hace unos días, cuando él vino a hablarme de sus pesadillas, supe que tenía estrés postraumático. Use una tecnica que parte de mi habilidad especial "alarma del ángel", que induce a quienes están a punto de quitarse la vida a un estado de trance. Esta sección del refugio es para todas aquellas personas que lo intentaron. Su mente está en modo automático realizando las acciones básicas, mientras la conciencia está sumida reflexionando en sí misma -

-No... Por qué, Tomás -susurró Tinzo, con un tono cargado de arrepentimiento.

-No es tu culpa, en serio, es algo que estaba muy fuera de tu alcance -

 << ¡No!, Esto es culpa mía porque no fui lo suficientemente fuerte para defenderte, dejando que sufras más de lo que debías.>> Tinzo apretó los puños mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos con rabia. <<Juro que me volveré capaz de defenderme los Desfasados. Nunca más a estar en ese estado vulnerable tan miserable por el tuve pasar.>>

Miles de pensamientos de impotencia invadían la mente del joven, jurando volverse útil con el propósito de defender a los que no pueden por sí mismos. Él también tenía un propósito en el que se sumergió en el instante que cruzo el portal y la tragedia de Tomás había hecho arder aún más una llama ardiente en el corazón de Tinzo, impulsándolo hacia una determinación férrea y la promesa de un cambio radical en su propia existencia.

Hola gente, espero que les esté gustando la historia y les quería anunciar que habrá una pausa, porque estoy preparando un especial llamado "EL INFILTRADO", que abarcara el capítulo 4 y 5, siendo un mini arco de dos partes muy intenso. Voy a dar todo mí esfuerzo para que valga la pena la espera y si llegaste hasta aquí, muchas gracias!!.

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