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El Infiltrado

Después de una noche interminable, plagada de pensamientos de culpabilidad e ira por no haber podido proteger a su amigo de aquel hombre, Tinzo tomó la decisión de aceptar la oferta de un entrenamiento especial. La promesa de habilidades que le permitirían desafiar a los desfasados, criaturas que habitan en el mundo que debe vivir, se presentaba como un destello de esperanza en medio de su abrumadora impotencia. El simple hecho de encontrarse accidentalmente con uno de ellos significaría el inevitable fin de su vida, no obstante, aceptó la oferta con una determinación recién forjada y consciente de que se adentraba en un territorio desconocido. Leonard también entrenaba a otros, pero solo unos pocos recibían la propuesta del "Entrenamiento Timmer".

Más tarde, en la mañana, Tinzo se encaminó hacia el comedor, el aroma tentador del desayuno flotaba en el aire, pero sus pensamientos estaban atrapados en un torbellino de preocupaciones, pero a medida que se acercaba notó que varias personas murmuraban entre sí, sus voces cargadas de inquietud y desconcierto. Al adentrarse su mirada recorrió la sala hasta que se posó en Quenzo quien estaba sentado en una mesa apartada, su rostro reflejaba cansancio y preocupación. Decidió acercarse y sentarse a su lado, deseando compartir su compañía en medio de la incertidumbre.

-Buenos días, Quenzo -saludó Tinzo con una sonrisa forzada, intentando disimular la tensión que sentía en su interior.

Quenzo levantó la mirada, sus ojos reflejaban la fatiga de alguien que ha lidiado con más preocupaciones de las que podría soportar.

-Hola, Tinzo. ¿Cómo estás? -respondió Quenzo con un tono apagado, apenas levantando la mirada de su plato.

La falta de entusiasmo en su voz no pasó desapercibida para Tinzo, quien decidió cambiar de tema, deseoso de distraerlo de sus inquietudes.

- ¿Has escuchado algo sobre los sueños de la tormenta? -preguntó Tinzo, intentando parecer casual mientras tomaba un sorbo de su café.

Quenzo suspiró y asintió, revelando la sombría realidad que parecía acecharlos a todos.

-Sí, parece que muchos han tenido sueños similares esta noche. ¿Tú también? -inquirió Quenzo con una mirada escrutadora, como si buscara respuestas en los ojos de Tinzo.

-Lo siento, pero no tuve ese sueño -respondió Tinzo, sintiendo una leve incomodidad ante la intensidad de la mirada de Quenzo.

- ¿No te parece un poco paranoico comenzar a investigar esto? Quiero decir... -Quenzo intentó bromear, pero su nerviosismo era evidente para Tinzo, quien percibió la ansiedad que se ocultaba tras sus palabras.

-No creo que sea una mala idea. Podrías empezar mañana si lo deseas. Tómate el día para descansar -sugirió, notando el tono exhausto de Quenzo y deseando ofrecerle darse un respiro.

-Tienes razón, necesito descansar. De lo contrario, podría llegar a un punto en el que tenga que desactivar mi dominio... -dijo con fatiga, revelando un atisbo de la pesada carga que llevaba sobre sus hombros.

- ¿Tu qué? -Tinzo se sintió confundido por la mención repentina de algo que desconocía por completo, su curiosidad picada por la sorpresa.

-Oh, cierto. Bueno, ¿recuerdas lo de la energía especial? Yo soy uno de los que despertó esa energía. Mi habilidad se llama "Mentalismo". La uso para ayudar a los refugiados y detectar desfasados -explicó Quenzo, buscando en el rostro de Tinzo algún indicio de comprensión.

- ¿Como una especie de "Alarma de Ángel", ¿verdad? -Tinzo respondió con sarcasmo, pero su tono denotaba cierto enojo.

-Exactamente esa no. Sin embargo, mi técnica es diferente. Utilizo el "Dominio Mental". Es como crear un domo que cubre un extenso rango y me permite sentir a cada ser vivo que entra en él... -Quenzo se detuvo al notar la sorpresa en el rostro de Tinzo, quien parecía abrumado por la revelación.

- ¿Estás diciendo que puedes leer nuestras mentes? -se sintió invadido por el pánico ante la idea, su mente girando en busca de respuestas ante la desconcertante revelación.

Quenzo soltó una risa ligera, tratando de aliviar la tensión.

-No exactamente. Puedo sentir lo que las personas están experimentando dentro del domo, pero dada su amplitud, no puedo captar todos los detalles. Si fuera del tamaño de una habitación, tendría un control mucho más preciso -explicó Quenzo.

- ¿Y tienes que mantener esa habilidad activa todo el tiempo? ¿Cómo puedes soportarlo? -preguntó Tinzo, sintiendo una mezcla de asombro y preocupación.

Quenzo bajó la mirada por un instante, sumergido en sus propios pensamientos mientras intentaba explicar la pesada responsabilidad que había asumido.

-Esta habilidad es consagrada de generación en generación a aquel que porte la marca del "Linaje Fasdin" -explicó Quenzo, extendiendo la mano hacia Tinzo. En el dorso, como si fuera un tatuaje, se iluminó un círculo con un símbolo intrincado, dejando a Tinzo boquiabierto ante el acontecimiento inexplicable para su comprensión.

-Hace tres generaciones estamos protegiendo y ayudando a los refugiados de esta tierra. Mi misión es mantener activa todo el tiempo mi técnica para detectar a los desfasados. Pero aprendí a usarla de manera que no me fatigue la mente rápidamente, dividiendo el dominio en diferentes secciones, siendo la última el punto de enfoque total, pudiendo cambiar a voluntad cuando requiera de una sección -

-Qué gran responsabilidad tienes todo el tiempo -dijo Tinzo con respeto, reconociendo la dedicación y el sacrificio que Quenzo había invertido en su misión de proteger a los más vulnerables.

El peso de la responsabilidad de Quenzo resonaba en la mente de Tinzo, quien admiraba su dedicación a pesar de la carga constante que llevaba sobre sus hombros. Agradeciendo la conversación reveladora, Tinzo se despidió de Quenzo y se dispuso a enfrentar sus tareas.

Mientras se adentraba en las actividades cotidianas del refugio, Tinzo sintió que las conversaciones con Quenzo habían aliviado en cierta medida los eventos tumultuosos del día anterior. Al salir del refugio, Tinzo se detuvo por un momento para observar a un joven que estaba entrenando con un cristal en movimiento continuo. Con asombro, vio como su puño irradiaba un brillo dorado, rompiendo el cristal con facilidad. Su destreza dejó a Tinzo maravillado, pero su atención fue repentinamente desviada por un dolor punzante en su espalda que lo hizo arrodillarse. El dolor se intensificó rápidamente, envolviéndolo en una oleada abrumadora de sensaciones.

<< ¡Qué me sucede, siento como si me hubiese aplastado una enorme roca! >>, pensó Tinzo, luchando por mantenerse en pie mientras el joven, alarmado, se apresuraba a socorrerlo.

- ¿¡Qué te sucede!? ¿Puedes ponerte de pie? -preguntó el joven con urgencia, extendiendo una mano para ayudarlo.

<< ¿Quién eres tú? ¿Por qué veo borroso y mis piernas no reaccionan?>> Tinzo se sintió aturdido, luchando por comprender lo que estaba sucediendo mientras el joven lo levantaba sobre su hombro y lo llevaba como pudo hacia el ala médica.

Al abrir los ojos, Tinzo se encontraba en una camilla de hospital, con una luz brillante que le hacía entrecerrar los párpados. El dolor de cabeza era palpitante y persistente, y el dolor en la espalda parecía retumbar en cada fibra de su ser.

-Veo que al fin despertaste... ¿eh, déjame ver...? ¡Sí, Tinzo, ¿verdad? -dijo el médico, con una ceja levantada como si intentara parecer cómico. <<Creo que con los de su edad, esas actitudes ya no funcionan...>>

Tinzo suspiró internamente, pero se esforzó por mantener la compostura mientras el médico continuaba.

-Mi nombre es Carl, soy un médico del refugio. Debo decirte que tienes una grave herida en tu espalda que no fue tratada como debía. ¿Acaso estuviste ocultando el dolor? -Tinzo se sintió atrapado en un torbellino de confusión y dolor. 

''Después de la pelea, su cuerpo había sufrido graves heridas, pero por los eventos relacionados con Tomás, inconscientemente ignoró su dolor físico al estar tan enfocado en su dolor psíquico. Sin embargo, al aliviarse este último, el otro emergió descontroladamente.''

-No, doctor. Desde que sufrí varios golpes críticos, no percibí ningún dolor en mi cuerpo -respondió Tinzo con sinceridad, notando la mirada del médico, quien decidió creerle.

El joven nuevamente luchaba por escapar del ojo del huracán que lo envolvía, como un náufrago perdido en medio de una tormenta interminable.

- ¡Oh vamos, ¿por qué no desaparecen?! -exclamó Tomas con frustración, mientras luchaba por avanzar a través de las densas nubes que lo rodeaban, sintiendo cómo lo atrapaban en un abrazo sofocante.

<<Estas estúpidas nubes me rodean totalmente y no puedo atravesarlas por lo densas que son>>, murmuró en su mente, su voz ahogada por el rugido del viento y el estruendo de la tormenta que lo rodeaba.

Tomas se encontraba en un área restringida por un huracán que parecía tenerlo prisionero en su propio laberinto de viento y lluvia. Después de intentar en vano salir de la restricción, se resignó a regresar a su cabaña, sabiendo que enfrentaba una lucha desigual contra las fuerzas de la naturaleza.

Mientras caminaba hacia su refugio, los recuerdos del día que llego al lugar inundaron su mente, como destellos de luz en medio de la oscuridad. Recordaba cómo había despertado en una sala de pasillos infinita, totalmente blanca, con una sensación de desorientación y desconcierto que lo abrumaba. Al caminar por aquel laberinto blanco, solo veía puertas de madera blanca con símbolos extraños que estaban bloqueadas cuando forcejeaba para abrirlas, hasta que finalmente encontró una puerta negra. Al abrir el picaporte, esta cedió ante su mano temblorosa y lo llevó a una habitación misteriosa. Lo primero que captó su atención fue un rompecabezas totalmente desarmado, extendido sobre un piso de madera clara. Las piezas, de un tamaño mediano, parecían esperar pacientemente a que alguien las ensamblara. El intentó salir de la habitación, pero al abrir la puerta, se encontró con la fuerza devastadora de un huracán que rugía fuera, sus nubes densas y amenazadoras se alzaban desde el suelo hasta el cielo, impidiéndole escapar. Durante dos días, luchó por encontrar una salida, pero finalmente se rindió ante la inmensidad de la tormenta. 

Decidido a buscar una solución, se sumergió en el desafío del rompecabezas. Pasó toda una noche ensamblando las piezas, cada una uniendo un pequeño fragmento de su esperanza. Perdió la noción del tiempo, concentrado en su tarea, hasta que finalmente cuando emergió de su trance, se encontró con que las nubes habían descendido ligeramente, como si respondieran a su esfuerzo. Desde entonces se dedicaba cada día a armar el rompecabezas, aferrándose a la esperanza de que cada pieza encajada fuera un paso más cerca de la libertad. Cada vez que salía, inspeccionaba el horizonte buscando indicios de que la densidad de las nubes disminuía.

Los días transcurrían lentamente, su único objetivo era completar el enigmático rompecabezas que se interponía entre él y la salida de aquel misterioso lugar. Cada pieza encajaba con un clic sordo y resonante, como si el propio rompecabezas estuviera revelando sus secretos poco a poco. Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el último fragmento halló su lugar y el rompecabezas cobró vida ante sus ojos. Una imagen emergió del caos de las piezas reunidas: un cristal fracturado irradiando una luz tenue pero inquietante. Sin embargo, antes de que pudiera asimilar por completo el significado de esta revelación, un estruendo sacudió la tierra bajo sus pies como si el mundo mismo reaccionara al haber completado el rompecabezas. 

Con el corazón latiendo con fuerza, se aventuró fuera de la cabaña, solo para encontrarse con una escena que desafiaba toda lógica. El huracán en el que había estado atrapado parecía haberse disipado de repente, revelando un paisaje sereno y majestuoso de colinas y montañas. 

Pero la calma no duró mucho. Una figura solitaria se alzaba en medio de la desolación, un hombre cuyo aspecto salvaje y mirada vacía enviaban escalofríos por su espalda. Parecía haber estado atrapado en la tormenta durante todo este tiempo, su presencia era un enigma que lo llenaba de inquietud. De repente, desde el interior de la cabaña, un viento poderoso comenzó a soplar haciendo vibrar las paredes con su furia, él se giró hacia el origen de este nuevo fenómeno solo para ver cómo el rompecabezas que había completado se materializaba en un cristal resplandeciente. Sin previo aviso, el cristal estalló en mil pedazos como si la energía contenida en su interior se liberara de golpe. Con el corazón en un puño, observó cómo el hombre misterioso se desvanecía en el aire, como una sombra que se desvanece en la luz del día. La puerta que daba hacia afuera se tornó nuevamente negra y sin dudarlo salió de ese lugar.

El eco de las palabras del médico resonaba en la mente de Tinzo mientras abandonaba la sala médica con un sentido renovado de esperanza y determinación. Su cuerpo estaba finalmente recuperado, listo para embarcarse en el entrenamiento que tanto había anhelado. Agradeciendo efusivamente a Carl, se despidió con una sonrisa radiante. De vuelta en su habitación comenzó a preparar apresuradamente su bolso, sin embargo, antes de partir decidió hacer una parada crucial en la oficina de Quenzo. Mientras se abría paso por el bullicioso pasillo, notó la agitación entre las personas que esperaban su turno para entrar. Con determinación, se acercó a la puerta de la oficina y Quenzo, al verlo, lo dejó pasar con una mezcla de sorpresa y preocupación en su rostro.

-No puedo creer que haya logrado atraparte antes de irme... -Tinzo se interrumpió al notar el estado desaliñado de Quenzo, sus ojos cansados y las ojeras que oscurecían su rostro.

-Los sueños finalmente han cesado, ¡pero ahora hay nuevas preocupaciones! Varios informan haber visto a alguien que los observa desde detrás de una puerta en sus sueños y, además, hay un ser que irradia una cantidad excesiva de esencia, pero nadie puede localizarlo. ¡Y yo, como guardián, no puedo detectarlo! -Quenzo hablaba con agitación, sus palabras vertiéndose en un torrente de ansiedad mientras caminaba de un lado a otro, aferrando con fuerza una taza de café.

-Justo venía a hablar sobre la tormenta que también ha desaparecido en mi caso, pero parece que eso ya no importa tanto en comparación... Pero Quenzo, ¿cuánto tiempo llevas sin dormir -Tinzo preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad mientras observaba su estado desgastado.

-Llevo dos días sin dormir. Me he dedicado por completo a mi dominio, concentrándome en el refugio para detectar cualquier anomalía. Durante el día, intento concentrarme en todas las secciones para poder detectar la ubicación de.... el -Quenzo se detuvo, sus ojos reflejando una rabia palpable que heló el corazón de Tinzo.

- ¿Quién es "él"? -Tinzo preguntó con voz temblorosa, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras observaba la expresión angustiada de Quenzo.

Con una voz quebradiza dijo -Tinzo, Leonard y yo hemos llegado a la conclusión de que... hay un infiltrado entre nosotros causando estas anomalías en el planeta. 

Después de la impactante revelación, Tinzo se sintió abrumado y sin palabras. Aunque anhelaba despedirse adecuadamente, la urgencia del momento lo impulsó a seguir adelante con determinación. Con la cabeza en alto, se encaminó hacia el campamento de rescate, sintiendo en su interior algo de miedo por la situación del refugio y Quenzo.

Al llegar, se encontró con Leonard, quien sacó un reloj de mano de su bolsillo con delicadeza. El reloj, de un tono celeste metalizado y adornado con detalles extravagantes, relucía bajo la luz del sol con un líquido interno que irradiaba un color celeste. Tinzo observó con asombro cómo Leonard comenzaba a girar el reloj, creando un destello brillante mientras chocaba contra el suelo. La sorpresa se reflejaba en los ojos de Tinzo, incapaz de comprender lo que estaba presenciando.

-Señor Leonard, ¿qué... qué es ese objeto que tiene en su mano? -Tinzo preguntó con incredulidad, su voz temblorosa por la sorpresa.

-Esto es el Chispeador, un dispositivo de la compañía Timmer -explicó Leonard con calma, observando la reacción de Tinzo con una sonrisa. 

-Al girarlo rápidamente mientras golpea contra el suelo, nos transporta a la ubicación que deseamos -

Tinzo asimiló la explicación con asombro, maravillado por la tecnología aparentemente especial del artilugio. Antes de que pudiera procesar completamente lo que acababa de presenciar, el dispositivo reacciono y ambos fueron transportados en un segundo, emergiendo en el Bosque Tronco Salvaje, la zona de entrenamiento.